Anomalisa tiene por protagonista a un motivador profesional que, cuanto más ayuda a la gente, más monótona y anodina es su vida; todo el mundo le parece y le suena igual. Hasta que la voz de una chica le suena diferente y está dispuesto abandonarlo todo y a todos por alcanzar la felicidad con ella.

  • IMDb rating: 7.3
  • RottenTomatoes: 92%

Gran Premio del Jurado Festival de Venecia 2015

Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

 

“La conciencia es una maldición: pienso, siento, sufro”, le suelta Craig Schwartz (John Cusack) a un chimpancé al comienzo de ¿Quieres ser John Malkovich? (1999), la película que anunció la venida de un guionista tocado por el genio llamado Charlie Kaufman. La película se abría con un espectáculo de marionetas titulado La danza del desespero y la desilusión, donde Schwartz manejaba a una réplica de sí mismo que no reconocía su imagen en un espejo y exteriorizaba su angustia destrozando los muebles de una habitación depresiva. Entonces era temprano para saberlo, pero hoy resulta inevitable ver en Schwartz, toda una contrafigura del propio Charlie Kaufman (guionista de Adaptation), que ha firmado su obra más sintética, desnuda, emotiva y devastadora sirviéndose de unos muñecos animados en stop-motion que funcionan como perfecta miniaturización de la complejidad humana. Anomalisa, cuya dirección comparte Kaufman con el animador Duke Johnson, supone una culminante depuración de la esencia del discurso y las maneras kaufmanianas, donde lo autorreflexivo y la lógica del artificio se ponen al servicio de una inédita poética de la tristeza.

Anomalisa camufla un contundente discurso sobre la crisis de madurez bajo las formas de una antipelícula de animación. También habla sobre el último tren (vital) y su irremisible pérdida. Y ofrece una extraordinaria metáfora sobre la fragilidad —y, también, la fugacidad— del amor verdadero, de ese deslumbramiento que empieza a morir en el mismo momento en que se manifiesta. Con una de las más enternecedoras y verdaderas secuencias de amor —y sexo— del cine reciente, Anomalisa es oro (negro). (Jordi Costa – ElPaís.com)

Irrendento genio y figura, Charlie Kaufman vuelve a regalarnos otra de sus bizarras ocurrencias en Anomalisa, una reflexión sobre la soledad de lo cotidiano tan certera como descorazonadora. De la pluma de Kaufman han salido las lecciones de Spike Jonze sobre Cómo ser John Malkovich, una de las cuatro películas decentes que ha protagonizado Nicolas Cage (Adaptation), la opera prima de George Clooney (Confesiones de una Mente Peligrosa) o la historia de amor más singular jamás contada. En esta ocasión, y gracias a la magia del crowdfunding, recupera un proyecto que nació como una obra de teatro en 2005 y se anima, nunca mejor dicho, a sentarse en la silla de director. Lo hace para firmar junto a Duke Johnson, un experto en la técnica, una arriesgada cinta de stop-motion tras cuya sencillez formal se esconde un complejo y crudo retazo de nuestros días. Una cínica perla existencial que tiene como protagonista al paradójico Michael Stone, un hombre que se gana la vida motivando a los demás pero que cada día que pasa encuentra su existencia más anodina y deprimente. Anomalisa nos convierte en testigos de excepción de un capítulo concreto de la vida de Michael: un viaje profesional hasta Cincinnati en el que se topará con Lisa, alguien especial que parece arrojar algo de luz a su gris existencia.

Y poco más es necesario decir sobre un relato que desconcierta en su arranque, atrapa en su desarrollo, desazona en su conclusión e invita a la reflexión horas después de su visionado. Una brillante hora y media de animación para adultos en la que Kaufman va llenando su aparentemente ingenuo relato de mezquindad, humor negro, rabia, desilusión, ironía, mudo sufrimiento, soledad… y, sobre todo, de verdad, de mucha e incómoda verdad. (Israel Arias – EuropaPress.es)