En Bad Taste una pequeña ciudad costera aparece completamente desierta: sus habitantes han sido secuestrados por un grupo de aliens en busca de carne humana para las hamburguesas de un fast-food intergaláctico. No obstante, un cuerpo de agentes especiales se enfrentará a los extraterrestres.

  • IMDb Rating: 6,6
  • RottenTomatoes: 68%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

“Hay una anécdota muy divertida… supongo, que es en la escena en la que un extraterrestre (de hecho, yo) vomita y otros se lo beben. Pues la sustancia se hizo con yogurt, porque como se lo tenían que beber lo hice pensando ellos para que fuese lo menos desagradable posible. Incluso compré un yogurt bueno. Pero la mezcla quedó muy diluida y tenía que quedar mucho más espesa. Y yo se la di a un extra y le dije que la hiciese más espesa, mientras me iba a rodar otra escena. Y claro, yo suponía que él sabía que era para beberla. Después volví y el tipo lo había hecho muy bien, y había conseguido espesarla bastante. Así que rodamos, y al poco los actores empezaron a marearse… ¿Sabéis lo que pasó? El tío que espesó la mezcla había ido al jardín y le había echado barro al potingue, ¡y entonces claro que quedó más espesa! Así que, cuando vuelvas a ver la escena, piensa lo que esos pobres actores estaban bebiendo de verdad, ¡barro!”

Esta anécdota, entre otras que iremos viendo, narrada por el director del invento, Peter Jackson, resume perfectamente lo que es Bad Taste. Primero, ahí tenemos el titulo. Segundo, porque el sentido de lo desagradable, pero a la vez divertido, festivo, es algo que manejaba como nadie en esto del gore. Y tercero, porque estamos ante una película de amigos, de rodaje largo, complicado, pero del que estoy seguro que la mayoría de los que estuvieron involucrados guardan gratos recuerdos. Se lo pasaron pipa, vaya. Ese es el espíritu de la opera prima del hoy megalómano cineasta que se codea con gente como Spielberg.

Actualmente, puede que queden espectadores no aficionados a estas cosas que no tenga mucha idea de Mal gusto. Pero, si hablamos de Peter Jackson, casi todos responderán afirmativo. Su carrera inicial, y en mi opinión más interesante y redonda, está formada por dos clásicos del gore; la que nos ocupa y, sobre todo, la insuperable Braindead (1992). Y también por una olvidada pero reivindicable rareza como es Meet the Feebles (1989).

La sobrevalorada trilogía de The Lord of the Rings (2001-2003) y el aburrido remake de King Kong (2005) le han marcado a fuego en las miras de Hollywood y en las de muchos fans a lo largo del mundo. Su estilo se ha vuelto denso, menos simpático, pero aún con capacidad, dentro de sus nuevos órdenes presupuestarios, de llevar a cabo excelentes set pieces espectaculares. En todo caso, la imaginación desbordante y el ingenio creativo, sin prejuicios, buscando romper moldes y llamar la atención con un cine atrevido y original, quedaron en gran medida, y a la espera de sorpresa, en esos comienzos.

“Nadie se había percatado de lo que estaba durando el rodaje hasta que alguien del equipo reseñó que durante el proceso de producción dos actores se habían prometido, otro se había retirado y otro se había divorciado. Desgraciadamente también murió alguien, Doug Wren, el actor que hace del jefe de los extraterrestres, falleció durante la post producción y todo su trabajo tuvo que ser doblado por otro actor”.

El rodaje se alargó hasta los cuatro años. Tuvieron que rodar durante los fines de semana y algún otro hueco libre que consiguieran. Los actores eran amigos, compañeros de trabajo y vecinos de Jackson. El presupuesto era ínfimo aunque, por sorpresa, tras el rodaje, recibieron ayuda de la New Zealand Film Commission, permitiendo que se dedicara por completo a terminarla, así como pasar la película de los 16mm en los que fue rodada a los 35mm necesarios para su distribución en salas de cine. Así, además de pasarla por variopintos festivales, consiguieron llevarla a Cannes y darse a conocer a mayor escala. Allí, en el famoso festival, fue donde algunos pelearon por conseguir Bad Taste para su distribución comercial.

¿Cómo es posible que una película gore, producida sin medios y por completos desconocidos, llamase tanto la atención en un festival respetado y “serio”? La razón fue Peter Jackson. Y es que solo hay que ver unos minutos de la película para darnos cuenta que, ya en sus comienzos, apuntaba maneras; puesta en escena imaginativa y eficaz, ritmo de montaje excelente, soluciones visuales inesperadas; y todo ello con dos duros y muchas ganas. No es algo nuevo que esto suceda, pues, sin ir más lejos, unos años antes, un tal Sam Raimi consiguió algo muy similar con la excelente Evil Dead (1981). Ahora pocos desconocen que Raimi es (o era) muy amigo de Marvel y su Spiderman.

Bad Taste es lo que podríamos denominar “gore festivo”. Algo que Jackson llevó posteriormente hasta sus ultimas consecuencias con la citada Braindead, cumbre tanto del festivo como del gore en general. Pero antes, con la que nos ocupa, y con menos medios pero no por ello malos efectos visuales y de maquillaje, consiguió convocar a aficionados al cine de todo tipo, pese a que no fuesen degustadores habituales del subgénero, para que se divirtieran y/o se introdujeran en él. Ahí se encuentra otro acierto más de su creador: llevar lo grotesco, desagradable, sangriento y prácticamente underground a un público más amplio. Y de todo ello crear un culto instantáneo. Cuando suceden estás cosas (intención de llevar un género o subgénero poco comercial o underground a un público amplio) los resultados, para los puristas, suelen ser devastadores. Este no fue el caso.

“Aquello era otro mundo completamente absurdo. Hay una escena en la que al alien le explota la cabeza. Para esa escena estábamos tres personas: el que hacía del alien, otro y yo. Entonces mi trabajo era rodar, mover la cámara, accionar los explosivos y actuar, y tenía que hacerlo todo casi a la vez. Así que para ello tenía que poner la cámara en un trípode y rodar en plano fijo; sacar a mi personaje de plano mientras corría a por los explosivos, detonarlos y volver otra vez a dirigir en movimiento. Una locura. Casi todo se rodó así y todo se ve en pantalla, casi siempre es lo que había, la gente si no estaba haciendo una cosa estaba haciendo otra”.

Lejos del normalmente soporífero ultragore alemán, y sin intención de provocar las sensaciones malsanas y enfermizas de aquel, Jackson sabe como llenar la pantalla de desmembramientos, líquidos purulentos, decapitaciones y momentos completamente desagradables (como el que se cita en la introducción) que, pese a ello, logran arrancarnos la carcajada entre la nausea. Él mismo ha dicho en más de una ocasión, que únicamente volvería al gore para hacer algo más sangriento que Braindead. Ojala. De esa joya del delirio macabro-festivo hablaremos dentro de poco. (Carlos Cubo – AlmasOscuras.com)

Creo que todas las películas deberían servir un propósito. Creo que se puede tratar de contar una historia o hacer alguna afirmación en un lenguaje propio inmerso en una historia que se pueda adaptar al contexto cinematográfico. Los estilos varían y y el talento puede ser determinante a la hora de conformar ese propósito, pero cuando un cineasta decide contar algo el objetivo existe y es establecido. Pero ¿puede Bad Taste tener algún propósito? Décadas después seguimos diciendo que sí.

Muchos no saben que la primera película del galardonado Peter Jackson (The Lord of the Rings, Heavenly Creatures) es Bad Taste. Y aunque pienso que todos deberían saberlo, entiendo que esto representaría el quiebre innecesario. Bad Taste no es una película para todo el mundo, y mucho menos para quienes elogian el talento del director. Pero lo interesante de esto es que aunque haya pasado tanto tiempo y tantos premios hayan sido entregados, Bad Taste se mantiene como el inicio orgulloso de la carrera del director.

Difícil de entender para algunos y prohibida para otros, Bad Taste cuenta una historia absurda de principio a fin. Una historia ideada por quien decide no respetar las reglas. Un grupo de paramilitares debe luchar contra una horda de extraterrestres que han tomado un pueblo de la costa neozelandesa y solo quiere convertir la raza humana en un prototipo de comida rápida alienígena. Bad Taste no puede cumplir con la estructura habitual de una película de este estilo. En cambio, la película es una excusa perfecta para conocer al director y sus inicios como un visionario de lo diferente. Un artista diferente e inteligente por las razones que nadie en la industria quiso reconocer hasta que se dedicó a filmar la trilogía que cambió la historia de las adaptaciones en Hollywood. Así como ocurre con Jackson, quien se mantiene orgulloso hasta este día de esta “película mala”, deberíamos reconocer, solo por respeto, este registro en el género del horror.

Pero Bad Taste es mucho más que eso. Es mucho más compleja que una propuesta que decide ser diferente. Bad Taste es ciencia ficción, comedia, horror y splatterfest en 92 minutos de pura diversión sangrienta y sin sentido. El director diseña sin muchas pretensiones una película con sus planos preferidos, utilizando a sus amigos como carne de cañón, y simplemente divirtiéndose. Pero Bad Taste dista de ser una mala película sin ningún tipo de coherencia. Cuando Jackson podría ser acusado de hacer una película incoherente, el director podría afirmar que es un ensayo que sale bien. Los fanáticos de este subgénero (creo que no existen más películas que podrían ser catalogadas como esta), lo aceptamos porque nos gusta cuando las cosas se llevan muy lejos. Acá ocurre. Jackson dedica mucho a demostrar lo que es capaz de hacer con efectos básicos. En una película como esta, con un presupuesto tan pobre, esto es altamente apreciado.

Sí, Bad Taste no puede ser calificada porque creo que no entra en ese grupo de películas a las que puedes evaluar con sus padres. Creo que es un requisito sencillo el disfrutar, reírse y no mucho más que eso. Tratar de ponerle un rating es irrisorio porque se trata de una experiencia que no se puede etiquetar como buena o mala (al menos treinta años después de haber sido realizada). Bad Taste es un evento único en el cine, colmado de errores, sonrisas y sangre. Mucha sangre. (Ferderizo Furzan – Cinelipsis.com)