Camino es una aventura emocional en torno a una deslumbrante niña de once años, muy religiosa, que se enfrenta al mismo tiempo a dos acontecimientos que son completamente nuevos para ella: enamorarse y morir. Es, sobre todo, una luz brillante capaz de atravesar todas y cada una de las tenebrosas puertas que se van cerrando ante ella, y que pretenden en vano sumir en la oscuridad su deseo de vivir, amar y sentirse definitivamente feliz. Inspirada en la verdadera historia de Alexia González Barros, la hija menor de una familia perteneciente al Opus Dei, que falleció en 1985 a los 14 años de edad.

Mejor Película, Director, Guión Original, Actriz, Actor Secundario y Actriz Revelación en los Premios Goya 2008
Mejor Película Europea en los Premios Gaudí 2008
Mejor Película en los Premios Forqué 2008
  • IMDb rating: 7.5
  • RottenTomatoes: 77%

Película (Calidad 1080p)

 

Si a Dios le podemos dar las gracias todos los días por los alimentos que vamos a comer, o por la falta de desgracias que hay, o porque simplemente vivimos un día más, a Javier Fesser tenemos que agradecerle, en igual medida, el habernos sacado de la modorra actual a la que nos tiene sometidos el cine español. Bien es cierto que para ello, ha tenido que meterse en terreno espinoso, y remover conciencias de todo tipo, no cortándose ni un pelo a la hora de atacar a cierto sector de la Iglesia de este país.

Para ello se ha inspirado en un caso real que conmocionó nuestra sociedad a mediados de los años 80, el de una niña muerta de cáncer, y que en estos momentos está en proceso de canonización, y cuyos familiares han puesto el grito en el cielo por el film de Fesser. Al parecer han quedado escandalizados por la falta de tacto (dicen ellos) del director de El Milagro de P. Tinto a la hora de narrar unos hechos que ellos tienen muy presentes. Es evidente que, o no han visto la película, o simplemente tienen ganas de publicitar el caso. Porque lo que está muy claro en el film de Fesser, es que éste ha mostrado un profundo respeto por las creencias religiosas, y ha descrito sin piedad al Opus Dei, o más bien un sector. Y lo ha hecho de forma muy lícita y nada maniquea. Por no hablar de que no trata de hacer un biopic sobre el caso en cuestión, simplemente se ha inspirado en él.

La película narra, a modo de flashback, la historia de una preciosa niña llamada Camino. Camino es todo luz y color, alegría e inocencia. Pertenece al seno de una familia profundamente religiosa, en la que la madre pertenece al Opus, y la hermana se encuentra en pleno lavado de cerebro. Un día a Camino le es diagnosticado un tumor incurable, y lo que es una desgracia por algunos será visto como una bendición divina.

Camino es una drama muy realista, que de vez en cuando se da la mano con la fantasía. Escenas oníricas que representan los sueños de la protagonista, válvulas de escape a tanto sufrimiento, tanto para el personaje como para el espectador, y las únicas en las que se nota la mano del Javier Fesser que todos conocíamos. Curiosamente, dichas escenas provocan cierto desequilibrio en el film, haciendo que éste quede demasiado alargado, aunque hay que subrayar el hecho de que su extrema duración nunca provoca cansancio o aburrimiento. Pero tal vez, un poco menos de surrealismo, o haberse parado un pelín menos en la historia de la hermana, le hubiera concedido al film lo que estaba destinado a ser: una obra maestra del cine actual. En nuestros corazones y en nuestra memoria de cinéfilos está el considerarla o no, en un futuro próximo, cuando el gran amigo y a la vez enemigo del cine, el paso del tiempo, haga lo propio con una película que si bien no alcanza la perfección, es desde ya un trabajo imprescindible, necesario, y en ciertos aspectos, único.

Porque Fesser da una lección de vida. Su película es una demostración de sumo respeto a la religión católica (por mucho que digan que no). Camino es una niña pequeña, religiosa y profundamente creyente, pero que piensa en las mismas cosas que piensa cualquier otro niño: en jugar, en divertirse, cantar y bailar, y también en enamorarse. Y es que ‘Camino’ habla también del amor, en prácticamente todas sus facetas. El amor ya maduro, el desamor, el primer amor, y como no, el amor a Dios. Éste último tiene una doble vertiente en el film. Por un lado tenemos a los que, como Camino, aman a Dios como cualquier creyente, y por otro, aquellos que además de amarlo (y quiero creer que lo aman de verdad) sacan provecho de ello. Y ésta es una verdad innegable que Fesser muestra sin tapujos ni subterfugios. De acuerdo en que al tratar un tema de corte religioso, todo es susceptible de malentendidos por mucha gente, pero a Fesser no se le puede echar en cara su falta de sinceridad ni el haber falseado nada. Y subrayo que por falsear no me refiero a que haya tergiversado unos hechos, sino a falsear un modo de vida, un modo de amar u ofrecerse a Dios, con todas las consecuencias que ello conlleva.

Fesser se sirve de un elenco de actores absolutamente magistral. Ni uno solo en el reparto está fuera de tono o desubicado. Sin duda alguna el gran descubrimiento de la película es Nerea Camacho, una actriz que enamora nada más aparecer en pantalla. Su composición del personaje central, ayudándose de como la filma Fesser, es deslumbrante, y su sufrimiento se nos hace inaguantable. Carme Elias da vida a la madre de Camino, fuerte y entregada a la causa del Opus Dei, controladora en todo momento de cualquier aspecto en la vida de sus seres queridos, manipuladora como aquellos que la manipulan sin compasión. Sólo en un momento de debilidad vemos su lado humano, un momento casi inesperado y emotivo, que protagoniza junto a Mariano Venancio, ganador de un Goya en la futura edición de los premios, y con eso ya lo digo todo. Se deja ver por el film Manuela Vellés, de sorprendente parecido físico con Camacho, lo que la hace ideal para dar vida a su hermana. Fesser se sirve de ese personaje para dar una certera visión, sin la más mínima compasión, del funcionamiento del Opus Dei.

Fesser cambia radicalmente de estilo en su puesta en escena, más sobria y elegante, de cierto clasicismo. Su exceso visual lo cambia por la extrema dureza de su historia, en la que deja hecho polvo al espectador. Fesser estampa verdad en nuestras caras, y a nadie le gusta oír la verdad. Hace que nos revolvamos en la butaca, nos golpea, nos tortura, remueve nuestras conciencias y nos hace pensar, algo a lo que pocos realizadores, sobre todo en nuestro país, se atreven. Pocas películas dejan después de su visionado, tan destrozado a un espectador, tanto física como espiritualmente. Fesser le ha echado un par de narices al atreverse con algo tan duro, ya sea el sufrimiento de una familia que ve como su niña de 11 años es aniquilada sin piedad por un cáncer, o por la descripción del Opus Dei, que se sirven de los sentimientos de sus acólitos para fines nada respetables. Y todo ello sin faltar al respeto a las creencias de la religión. ¿Cuántos se hubieran burlado del catolicismo en sí al hacer el film?

Camino es cine auténtico, un disfrute cinéfilo de categoría suprema. Ficción. Maravillosa ficción en la que se conjugan, en perfecta comunión, intenciones y resultados. Las quejas de la secta y de la familia de Alexia (ambas cosas a mí me importan bien poco) son comprensibles, pero están totalmente injustificadas. Esto es cine, señores, y como tal, es inmenso. Una gran OBRA. (Alberto Abuín – Espinof.com)