Censor transcurre en el año 1985. Después de ver un extraño vídeo familiar, Enid, censora de películas, decide investigar la desaparición de su hermana, embarcándose en una aventura a medio camino entre la realidad y la ficción.

  • IMDb Rating: 5,9

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Estrenada mundialmente en el Festival de Sundance –y programada luego en la Berlinale fuera de competencia–, Censor combina thriller, drama y terror tiene una muy promisoria primera mitad pero no termina por cerrar del todo coherente en lo cinematográfico las inquietantes ideas planteadas en el principio. Es la historia de una mujer que trabaja en la censura británica a comienzos de los años ’80, época en la que surgían los videoclubes, el cine de terror tenía un momento de gran popularidad y la prensa inglesa había empezado a asustar al público diciendo que el crecimiento en los crímenes en el país tenía que ver con el éxito de esas películas.

Enid (Niahm Algar) es una obsesiva censora que quiere cortar más de lo que le piden pero un día un hombre comete un asesinato real que parece inspirado en una escena de una película que ella vio pero no censuró. Y el mundo parece abrirse bajo sus pies. Enid vivió en la infancia una traumática situación con una hermana que desapareció en un bosque y a la que jamás se volvió a ver y, en su siguiente película para «censurar», cree ver esa misma situación filmada, dramatizada. Y se convence que el director de esa película sabe sobre lo que ese pasado y quizás hasta conoce el paradero de su hermana o tiene algo que ver con lo que le pasó.

El planteo de la experiencia personal y el clima social en Censor no solo es realmente muy bueno en términos temáticos sino que logra transportar de manera muy creíble al espectador a la época y a la angustiante situación que vive Enid. El problema que, a la hora de intentar resolver el asunto, el realizador intenta ya jugar en un territorio más cercano al del terror clásico y allí pierde un poco el rumbo, ya que su confusa mezcla de realidad, ficción y trauma (la película va y viene entre esos «registros», marcando diferencias con el formato de pantalla y el tipo de imagen) nunca termina de funcionar del todo bien. Una excelente idea para una película que, finalmente, es apenas aceptable. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)

La directora galesa Prano Bailey-Bond se encarga de demostrar que las “video nasties” son algo que no cesa de hacernos regalos. En Censor, sin duda una de las películas más intrigantes proyectadas en el Festival de Sundance, hay suficiente afecto para que nos enamoremos del invento que ha sido tan criticado por su representación de violencia, sexo y algún que otro caníbal, creando ni más ni menos que un pánico de masas. Sin embargo, no es solo un homenaje a este tipo de entretenimiento, con el que se hacía contrabando. Censor es una historia realmente sincera y divertida, con puntuadas observaciones tan encantadoras como: “Lo de arrancar ojos debe desaparecer”. Esas mugrosas tiendas de alquiler de VHS, en cambio… alguien debería traerlo todo de vuelta.

También tiene que ver con que Enid (Niamh Algar), su protagonista, es una censora, una muy meticulosa, que se toma su trabajo mucho más en serio que la mayoría de sus compañeros, a los que parece no molestarles el descuartizamiento o la violación en pantalla. Las discusiones que tienen son entretenidas, pensando lo que se puede quedar y lo que no, lanzando algún verso de Shakespeare sin motivo alguno. Se trata de un proceso sorprendentemente revelador, el cual dice mucho de ellos basándose en lo que les resulta más problemático. No obstante, a pesar de su profesionalidad, Enid parece cada vez más agotada. De pronto, le llega la propuesta de ver la película Don’t Go in the Church, despertando en ella un recuerdo que preferiría mantener dormido. Cuando ve a las dos niñas que salen en ella, perdidas en el bosque, no hay vuelta atrás a los apuntes que había estado tomando.

Enid, cuya hermana desapareció hace años – un suceso del que dice no recordar nada –, empieza a creer que la persona a la que sus padres prefieren declarar fallecida sigue viva. Sigue corriendo asustada por el bosque, eso sí, esta vez por dinero, pues una actriz pelirroja se parece muchísimo a ella. A pesar de todo, su descenso a lo que parece ser la locura total va sucediendo poco a poco. Al fin y al cabo, no va del todo con su estilo de bibliotecaria ni con su enfoque del trabajo, ya que la locura es lo que se recorta en la película y no lo que tienden a llevarse a casa. Pero cuando se cree que un asesino se ha inspirado en uno de los títulos que ella aprobó, en medio del frenesí periodístico y las desagradables llamadas telefónicas, Enid empieza a cuestionarse mucho más que su propia cordura.

Es interesante que el personaje de Algar, bastante amnésico, haga con su mente lo mismo que hace con estas películas: se recortan cosas, aquí y allá, o simplemente se recortan por completo y adiós. Su vida podría ser tranquilamente apta para mayores de 13 años: sin nada remarcable, exceptuando algún tipo mirándola de arriba abajo, pero eso es porque todas las partes más jugosas fueron borradas y existe el temor de que cualquier tipo de agitación podría provocar una reaparición. Sería estupendo ver todo eso que ha sido borrado, de vuelta con su venganza, en su máximo esplendor y durante mucho más tiempo del que Bailey-Bond parece disponer al apurar ese final. Es un poco decepcionante, sobre todo después de que se pase tanto tiempo mostrando lo que está pasando en torno a Enid, con las multitudes de los años 80 aferrándose a la idea de que las películas son las culpables del dolor. De que alguien, quien sea, podría tener la culpa de todo. Se olvida que “el horror ya está ahí fuera, en todos nosotros”. No tienen ni idea. (Marta Balaga – CinEuropa.org)

Entrevista con la directora Prano Bailey-Bond en la página CinEuropa.org