Chungking Express trata sobre dos historias de amor independientes que se desarrollan en el popular barrio turístico de Tsimhatsui, en Hong Kong. La primera describe el fugaz encuentro entre un joven policía en plena crisis amorosa y una misteriosa mujer fatal traficante de drogas. La segunda se centra en el singular romance entre un solitario y sencillo agente de policía y la joven camarera del pobre bar donde aquél suele comer.

  • IMDB Rating: 8,1
  • Rottentomatoes: 87%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

La broma se nos ha ido de las manos en cuestión de días y tocará estar una temporadilla a la sombra, sin eventos públicos y sin interacción social cara a cara. Si la crisis del coronavirus se prolonga (lo cual es harto probable) podría afectar asimismo a la producción audiovisual futura, así que blanco y en botella: toca aprovechar el confinamiento domiciliario para visionar todas esas películas y series que llevaban tiempo en la lista de «pendientes».

La verdad, resulta difícil saber por dónde empezar, ante el abrumador abanico de opciones existentes. Casi como quien lanza una moneda al aire me decanté por Chungking Express, primer éxito internacional del hongkonés Wong Kar-Wai y todo un título de culto de los noventa. El cineasta nos plantea dos historias de amor, independientes y sucesivas, con los mismos ingredientes: un policía recién salido de una ruptura, una chica misteriosa y peculiar y un encuentro casual que los atrae.

Una fórmula que puede parecer análoga al manido «chico conoce chica» hollywoodiense pero que en su esencia se aleja bastante de aquel. El romance no llega a explotar en ninguno de los casos, y sobre todo, no opera como un mecanismo de redención o para cubrir un vacío en el personaje herido de turno, sino más bien como una introspección a las obsesiones más profundas e íntimas de sus protagonistas, lo que realmente hacen único a este relato. Un hombre empecinado en consumir productos próximos a caducar, una gangster que bajo su misterioso atractivo esconde un deseo de venganza, otro hombre que habla con los objetos de su casa para paliar la soledad y la nostalgia de una relación terminada y una trabajadora de un puesto de comida rápida que en sus ratos libres se cuela en una casa ajena para redecorarla y dotarla de alegría a su gusto. ¿Qué podría salir mal?

Cobra una importancia capital, a la par que los cuatro protagonistas, el escenario, el telón de fondo: una Hong Kong en la retaguardia de las grandes luces de neón, de clase media, mestiza, multilingüe, en la que creció el propio cineasta y que aquí reconstruye con una bellísima plasticidad de la mano de Andrew Lau (en el primer segmento), con quien trabajó en su acompañó en su ópera prima, El fluir de las lágrimas; y Christopher Doyle (en el segundo), su director de fotografía de referencia en buena parte de su carrera. Dos estilos distintos pero que se compenetran a la perfección en la creación de una estética única para plasmar la cadencia y velocidad de una urbe con millones de interacciones diarias, de «choques», algunos de los cuales derivan en potentes historias humanas (premisa que años más tarde explotaron, en su vertiente «motorizada», aclamadas películas de historias cruzadas como Amores perros o Crash).

La guinda la pone una banda sonora, tan de culto como el propio film, en la que sobresalen claramente los dos temas principales del segundo segmento: California dreamin’, de The Mamas and The Papas (íntimamente ligada, en lo narrativo, a su desenlace) y la versión en cantonés de Dreams de The Cranberries, interpretada por su protagonista femenina, Faye Wong.

Sí, Chungking Express la debería tener más que vista, pero más vale tarde que nunca, y ahora es el momento de saldar cuentas pendientes. Seguid conectados para más episodios de este confinamiento domiciliario del que hay que sacar provecho de alguna manera, mientras se frena la pandemia. (Julio C. Piñeiro – enclavedecine.com)