Dark Waters está inspirada en una impactante historia real. Un tenaz abogado descubre el oscuro secreto que conecta un número creciente de muertes y enfermedades con una de las corporaciones más grandes del mundo. En el proceso arriesga su futuro, su trabajo y hasta su propia familia para sacar a la luz la verdad.

  • IMDB Rating: 7,6
  • Rottentomatoes: 89%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Hubo un tiempo en el que era más o menos habitual ver que se estrenaban películas como Dark Waters, pero en la actualidad es cada vez más raro, ya que Hollywood parece haber perdido el interés en los dramas adultos de coste mediano. Justo es reconocer que todavía no ha trascendido el coste del nuevo trabajo tras las cámaras de Todd Haynes y que quizá no alcance esas cifras, pero también que es una representación perfecta de un tipo de cine que ha caído en el olvido.

Ya en 1998 se lanzó ‘Acción civil’, una película con un punto de partida similar al de Dark Waters. Sin embargo, Haynes no está interesado en hacer un thriller judicial al uso y opta por dar un enfoque diferente al caso real de Robert Bilott contra la compañía Dupont, logrando así una cinta muy estimulante que cuenta con una estupenda interpretación de Mark Ruffalo, aunque tiene muchas virtudes mas.

De hecho, Dark Waters nace en realidad del interés de Ruffalo en un artículo de The New York Times Magazine publicado en 2016 que el actor descubrió a Haynes. Sobre el papel no parecía un proyecto idóneo para alguien como el cineasta, pero la historia llamó poderosamente su atención y acabó aceptando ocuparse de ello, aunque antes de hacerlo visitaron a muchos de los implicados en el caso para poder ahondar realmente en la historia.

Y es que habría sido muy fácil confiar todo el peso dramático de Dark Waters a su protagonista, quien pasa de ser un abogado especializado en aconsejar a las empresas químicas para salirse con la suya y acaba de ser ascendido a un hombre comprometido por una causa, llegando a estar dispuesto a arriesgar lo que sea para hacer lo que es justo. Vamos, lo que sucede en el caso de ‘Acción civil’ y John Travolta, con el aliciente añadido de la rivalidad que surge con Robert Duvall.

Eso no sucede en Dark Waters, ya que se da la curiosidad de que la actividad en el juzgado tiene un peso prácticamente irrelevante durante sus dos horas de metraje. Aquí no hay grandes discursos ni movimiento sorprendentes que decantan la balanza de forma inesperada. Ni siquiera hay un abogado que funcione a modo de motivación para que el protagonista siga adelante, pero si un laberinto interminable para hacer justicia. No hay héroe, pero sí un reflejo bastante elocuente de la capacidad que tienen las grandes empresas para desgastar a sus demandantes por muchas razón que estos últimos puedan tener.

Por ello, Dark Waters ofrece un retrato más variado en el que si, Ruffalo lleva el peso principal, mostrándose de maravilla cómo eso le afecta tanto en lo laboral como en lo físico y personal. Lo que empieza como un caso limpio que debería resolverse de forma amistosa se convierte en una cruzada que cambia su vida y sus seres más queridos -y ahí se incluye el propio bufete para el que trabaja, ya que a su manera también representa una familia para él-, pero también la de todos los habitantes de Parkersburg.

¿Qué prefieres, asumir la posibilidad de que la empresa que emplea a la práctica totalidad del pueblo está haciendo enfermedad de forma intencionada a todos o levantar la voz contra ella corriendo el riesgo de que el pueblo acabe en la miseria? Ese es un dilema que Dark Waters no deja de lado, personalizándolo inicialmente en el granjero que está viendo cómo sus vacas mueren de forma sospechosa para ir extendiéndolo después a los demás. Ninguno más allá de él -y, en menor medida, su mujer- tiene suficiente entidad individual, pero sí sirven para ilustrar ese difícil conflicto.

Todo esto va evolucionando a medida que el propio caso va enfangándose y cada pequeña victoria va quedando en nada poco después. Haynes aborda todo esto con una puesta en escena precisa, alejándose de cualquier floritura pero sentando muy bien las bases de la historia sin dejarse llevar por la tentación de subrayar en exceso cualquier detalle. Sí que hay pequeñas concesiones para hacer más cinematográfica la historia -y una escena para rendir homenaje a una de las personas reales implicadas en el caso-, pero en líneas generales se opta por un acercamiento pulcro sin renunciar a cierta elegancia formal, aunque en un nivel muy diferente al de otros trabajos suyos.

Un buen ejemplo de ello lo tenemos con la sutil utilización de los retoques digitales para crear el clima buscado hasta el punto de ser inapreciables, ya que lo que prima en Dark Waters es la solidez en todos los frentes. De hecho, ni siquiera la grandilocuencia de un caso con repercusiones globales se subraya en exceso tienta a Haynes para perder ese difícil equilibrio entre el efecto humano y el impacto de un caso como este. Y es que a menudo se habla de películas importantes o necesarias sin entrar en ver si la historia que cuentan ha sido adecuadamente reflejada en pantalla, cosa que si sucede en el caso que nos ocupa.

Para ello se bebe de ciertos thrillers de los años 70, sobre todo a medida que la investigación avanza y los personajes acaban frustrados por la imposibilidad de cerrar el asunto y pasar página. Es como si sus mundos se cerrasen y simplemente no hubiese una salida más allá de una rendición que, por un motivo u otro, no pueden aceptar. El ahogo económico, las muertes que se van sucediendo sin que nada suceda…  una falta de esperanza creciente en la que el tiempo sigue corriendo sin que nada cambie.

Es verdad que Dark Waters no inventa nada nuevo, pero todo lo que hace lo hace bien y además invita a reflexionar sin aleccionar. No es una película al servicio de Ruffalo pero sí que extrae lo mejor del actor en un trabajo alejado de grandilocuencias pero plenamente satisfactorio. Sin embargo, en su reparto también hay interpretaciones muy estimables como las de Anne Hathaway, Tim Robbins o, sobre todo, Bill Camp. En muchas películas el personaje de este último habría desaparecido tras los primeros minutos para, si acaso, reaparecer en un gran momento dramático hacia el final de la función, pero aquí tiene mucha más presencia y aporta una energía diferente que le viene muy bien.

Dark Waters es una rara avis en la cartelera actual, una película que sobre el papel puede recordar a otros dramas legales y dar pereza al espectador, pero un director como Todd Haynes no ha apostado por ella por simple casualidad. Un gran reparto, un buen y equilibrado guion y un solvente acabado técnico dan forma a una película que merece nuestra atención mucho más allá de por el hecho de darnos a conocer un problema que seguramente nos haya afectado en algún momento sin que seamos aún conscientes de ello. Ojo con las sartenes que usáis. (Mikel Zorilla – espinof.com)