En De Vierde Man, un escritor alcohólico comienza a tener visiones que parecen anunciarle un peligro inminente. Un día tiene una aventura con una mujer que ha asistido a la presentación de uno de sus libros y, desde entonces, las visiones se intensifican.

Premio FIPRESCI en el Festival de Toronto 1983
Mejor Película Extranjera para la Asociación de Críticos de Los Angeles 1983
  • IMDb Rating: 7,2
  • RottenTomatoes: 82%

Película (Calidad 1080p. La copia tiene subs en varios idiomas, entre ellos el español)

 

De Vierde Man, de Paul Verhoeven, presenta la historia de Gerard Reve (Jeroen Krabbé), un escritor pobre y homosexual, cuyo destino queda a merced de dos mujeres antagónicas: Christine Halsslag (Renée Soutendijk), una mujer araña que busca casarse con él para después matarlo y agregarlo así a su colección de maridos muertos, y la Virgen María, que lo protege y lo salva. El relato se sitúa entre la realidad, el presagio y el sueño. No es un relato naturalista, lo que ya desde el comienzo queda establecido, cuando Gerard imagina cómo le gustaría asesinar a su compañero de ese momento. Pasa con facilidad de una dimensión a otra. La narración combina erotismo, religiosidad, presagios, sentimientos fúnebres, muerte.

El escritor Gerard Reve viaja a un pueblito de Holanda para dar una conferencia. Es pobre. Es homosexual. Allí conoce a Christine, la tesorera de la asociación que lo contrató, que también es dueña de una peluquería. Después de la charla ella lo lleva a su casa e intenta empezar una relación amorosa con él. El acepta la invitación en parte por haber tenido un mal presagio del hotel donde hubiera debido alojarse. Pasada la noche no quiere quedarse con Christine; quiere volver a Amsterdam. Pero se entera de que Christine – que desea retenerlo – tiene un novio que a Gerard le gusta mucho (ve su foto y descubre que ya lo ha visto en persona). Entonces Gerard se las arregla para que Christine lo invite a la casa con la idea de seducirlo. Mientras lo espera descubre que Christine le ocultó que enviudó tres veces. Conoce por fin al novio de Christine y Gerard tiene con él alguna aproximación erótica en un panteón de un cementerio. En el panteón, que pertenece a Christine, descubre las tres urnas de los maridos y comprende que ella los mató. Christine guarda en un armario de su casa, bajo llave, una película casera con recuerdos felices de cada uno de ellos, y en el panteón del cementerio sus cenizas. De lograr Christine su propósito – casarse con Gerard -, él se convertiría en él cuarto marido muerto. En el cuarto hombre. El novio de Christine morirá en un accidente, mientras lleva en auto a Gerard al aeropuerto, que huye de Christine. Por lo tanto él, y no Gerard, se convierte en el cuarto hombre, aunque a medias, porque no se había casado antes. Al final de la película Christine comienza la caza del quinto hombre. No está claro si efectivamente es una asesina. Parece más bien una bruja que los asesinara por medios mágicos. La ayuda que la Virgen María brinda a Gerard se concreta principalmente en un sueño de Gerard. En él abrirá la puerta del panteón de Christine, que luego en la realidad Gearard encontrará abierta. En el sueño también le indicará la llave que necesita para abrir el armario donde Christine guarda las películas de los tres maridos de quienes enviudó. Le da acceso a la información para que sepa con quién está tratando, a qué atenerse.

Paul Verhoeven en De Vierde Man trabaja con símbolos evidentes colocados en la ficción como presagios. La película está saturada de ellos. Es tan densa la trama que forman esos símbolos y presagios, que ayudan a sacar la historia del espacio de la realidad objetiva, del naturalismo, para colocarla en una zona fantasma o de status indeterminada. Sobre todo es rico en presagios el viaje en tren que saca a Gerard Reve de Amsterdam y lo lleva al pueblito. Aquí una lista de algunos presagios:

Una araña que caza las moscas atrapadas en su tela.
Un afiche de Sansón y Dalila en un tren.
Una caja con salsa de tomate que revienta y tiñe un panel de un tren de rojo sangre.
Un cartel en la estación de trenes, de llamativo fondo lila, que dice: Jesús está en todas partes, aunque la figura religiosa de la película no es Jesús sino María, y Jesús sólo aparece como un niño en su regazo.
La mirilla de una puerta de cuarto de hotel que se transforma en un ojo que chorrea o se derrama por el agujero donde la mirilla estaba embutida (presagio por el ojo que va a perder, junto con la vida el novio de Christine).
El aura que forma detrás de la cabeza de un niño su madre con una larga tira de cáscara de manzana (símbolo obvio de María y el niño Jesús).
Los nombres de los fallecidos que transportan los coches fúnebres rumbo al cementerio. Están incriptos en una cita, y cambian según los pliegos que tenga la cinta. Plegadas parecen un nombre, pero al desplegarlas muestran las sílabas ocultas.
Tres reses que aún chorrean sangre colgadas en el panteón de Christine (por los tres maridos).

De Vierde Man tiene buenos toques eróticos. La escena en la que Gerard se acuesta con Christine: el taco de la sandalia de ella retirando la sábana que cubre la pelvis de él, el momento en que el escritor le oculta los pechos para que Christine parezca un muchacho. Cuando Gerard se besa con el novio de Christine en el panteón. Es erotismo homosexual.

Existe una castración, o mejor una amputación recíproca y desplazada a la fantasía: Gerard le oculta (le amputa en la fantasía) los pequeños senos a Christine. En sueños Christine le corta el pene a Gerard con una tijera.

La Virgen María lo ayuda porque Gerard es católico en una sociedad que aparentemente no lo es. Digo esto porque Gerard debe justificar su catolicismo durante la conferencia que da en el pueblito. Podría decirse que De Vierde Man es una película religiosa, de fervor por María. Una María que contra sus representaciones habituales, muestra el pelo largo y suelto, detalle que es un dato fundamental de su figura. Y acepta la homosexualidad. Es buena película religiosa porque es una buena película y porque transmite como una sensación de misterio respecto de los factores que determinan los destinos de las personas. Se me ocurre que sería interesante compararla con otra buena película con un elemento fuerte de religiosidad como es La leggenda del Santo Bevitore, de Ermanno Olmi (1988), con Rutger Hauer.

Interesante la forma en que Verhoeven plantea la escena en que Gerard mira las películas de los tres maridos muertos de Christine; un rollo por marido. Dado que repetir tres veces el mismo tipo de filmación, con las minúsculas variantes de la forma en que cada uno murió (uno al no abrírsele el paracaídas, otro devorado por un león, el tercero ahogado) hubiera resultado aburrido y demasiado estático, incluye el acto de mirarlas como parte de sus elementos. Gerard se emborracha y combina la tragedia con comentarios tontos, movimientos de payaso y payasadas. Así la cámara del director tiene una motivación para alejarse y adoptar distintos ángulos respecto de la pantalla sobre la que se proyectan las tres películas, variar la superficie sobre las que se proyectan: por momentos la pantalla de la casa de Christine, por momentos la ropa de Gerard. La borrachera de Gerard aquí no cumple ningún objetivo dentro del desarrollo de la historia, tiene un papel puramente cinematográfico.

Cosas obvias respecto del oficio de Christine: Christine dueña de una peluquería y el mito de Sansón y Dalila. Christine manipulando las tijeras en el local donde corta el pelo, y en el sueño de Gerard manipulando la tijera para cortarle el pito. El largo pelo de la Virgen María y el pelo corto y extremadamente prolijo (como un casco de guerra) de Christine. (Omar Caíno – PensarEnCine.com)