Tras presenciar un asesinato en un bar, los miembros de una banda de música punk son encerrados en una habitación del local por los autores del homicidio. Ellos son una pandilla de neonazis que reivindican la supremacía blanca. Su líder es el dueño del bar, un tipo que no quiere dejar testigos de lo sucedido. Green Room es el ejercicio mas eficaz de creación de suspenso -salteado con estallidos de brutalidad y humor negro-urdido en mucho tiempo.

  • IMDb rating: 7.2
  • RottenTomatoes: 91%

Película/ Subtítulo (Calidad 1080p)

 

Green Room es un mecanismo de tortura minuciosamente diseñado para que personajes y espectadores nos incomodemos a mas no poder. Jeremy Saulnier plantea un escenario en el que nadie está a salvo,todo puede suceder, y en el que no hay misericordia ni garantías de justicia o final feliz.

La labor de Saulnier en el film es admirable. La fotografía, el tratamiento del color, los planos que te sumergen cada vez mas en la tensión del momento. Todo esto en un espacio reducido, cargado de símbolos y aciertos en su ejecución, que desemboca en un delirio por la supervivencia protagonizado por algunos actores muy notables. Con todas sus bondades, Green Room no es un largometraje para todos los públicos. Su violencia puede revolver el estómago de los mas sensibles, un festival de imágenes gore y espíritu de cine clase B que remite a John Carpenter, Walter Hill y el primer Peter Jackson.

Hay películas que arman tanto ruido que en algunos casos incluso parece que verlas es poco menos que una obligación para poder opinar sobre ellas. El problema es que eso puede quitarnos tiempo para ver otros títulos que no pueden competir con esas armas y que luego en varias ocasiones son más interesantes que muchos de esos grandes bombazos donde hay hueco para todo, desde grandes obras hasta completas pérdidas de tiempo.

Blue Ruin, segundo largometraje de Jeremy Saulnier, fue una de esas muchas víctimas de tanto ruido mediático y me apena haber contribuido a ello al no haber escrito sobre ella en su momento para recomendaros una estimulante cinta sobre una singular venganza. Sin embargo, no voy a dejar que eso suceda de nuevo con Green Room, su angustioso y salvaje nuevo trabajo que llega este viernes a los cines españoles.

El propio Saulnier escribe los guiones de sus películas y en ellos se percibe que su principal interés no es tanto lo que cuenta como la forma de hacerlo. Esto no quiere decir que opte por una historia rutinaria, ya que hay multitud de detalles que van desde lo curioso hasta lo directamente excéntrico para evitar la sensación de rutina en lo referente a relatos sencillos y sin grandes complicaciones.

En el caso de Blue Ruin era una venganza que se nos antojaba imposible de llevar a cabo y aquí es un grupo de música punk que hace un descubrimiento inesperado que les lleva a estar encerrados en una habitación rodeada por neo-nazis que no dudarán en acabar con ellos si intentan salir de allí por lo que han descubierto. Sobre el papel, otro caso más de estar en el lugar equivocado en el peor momento posible, pero Saulnier demuestra que de ahí puede salir algo muy a tener en cuenta.

El primero y esencial es la necesidad de establecer un vínculo emocional entre el espectador y sus protagonistas, y aquí no incluyo únicamente a los, por así llamarlos, héroes de Green Room, sino que incluso también llega a hacerlo con varios integrantes del otro bando, aunque en esos casos brilla con luz propia el interpretado por Macon Blair, el gran protagonista de Blue Ruin, ya que funciona al mismo tiempo como reflejo de ambos bandos.

Entrar más en ese punto sería desvelar quizá demasiado de la película, pero digamos que el simbolismo de esos cordones rojos -no será lo único con una fuerza simbólica reseñable a lo largo de Green Room- viene de fábula para diferenciar lo que es de lo que aspira a ser por mucho que su personalidad no termine de encajar. Él es una de las claves, pero donde realmente impera esa conexión espectador-personajes es con los integrantes de la banda musical.

Ahí probablemente sea el interpretado por Anton Yelchin el que mejor funciona al tener también una evolución más trabajada en general y más directa de cara al público. No obstante, todos ellos -y también una Imogen Potts muy inspirada sin la necesidad de echar mano de ese desparpajo mostrado en cintas como Need for Speed o She´s Funny That Way- realmente te transmiten esa sensación de angustia dominante que tan bien sabe explotar Saulnier desde la puesta en escena.

A decir verdad, creo que ‘Green Room’ bajaría tantos enteros sin esto que seguramente se convertiría en una película muy parecida a muchas otras adscritas en su mayoría al cine de terror. La cuestión es que claustrofobia invertida es un recurso ya muy explotado, lo cual deja claro que Saulnier ha apostado aquí por una historia más tradicional que en Blue Ruin, pero lo ha hecho sin traicionarse a sí mismo y elevando su intensidad.

¿Cómo consigue eso? Primero implicándonos con los personajes y luego realizando una progresión argumental dentro de una lógica bien establecida: Unos quieres salir y saben que fuera no van a recibirlos bien y otros quieren quitarse de en medio cuanto antes una situación que podría complicarse mucho, pero tampoco van a hacerlo de cualquier manera -excelente en su sabio retorcimiento Patrick Stewart-. En otros casos se habrían tomado muchas decisiones estúpidas por ambas partes, pero no aquí.

Con esto no esperéis que haya una total ausencia de situaciones cuestionables, pero todas ellas obedecen a una lógica interna que las hace comprensibles -es muy fácil opinar desde fuera obviando la sensación de peligro inmediato-, sobre todo a medida que a nuestros héroes se les van acabando las opciones. Todo ello aliñado con diálogos sencillos, ya que el agobio que se transmite al espectador se consigue desde la claridad absoluta, no traicionando al espectador ni siquiera con los giros de guion que van apareciendo de vez en cuando.

Esto es algo que Saulnier sabe manejar muy bien desde la puesta en escena, demostrando un buen manejo de los espacios, cambiando de punto de vista en los momentos adecuados y realizando un gran uso de la música de Brooke y Will Blair. Todo ello sabiendo crear un estimulante in crescendo que vincula la acción con la transformación emocional de los protagonistas de Green Room.

Otro detalle esencial es el tratamiento de la violencia, ya que Saulnier no se corta en nada a la hora de mostrar las muertes, pero lo hace consiguiendo un apreciable equilibrio que impide que Green Room caiga en ningún momento en el mal gusto. Lo que también logra es que esa empatía que teníamos con los personajes refuerce el impacto emocional de estos momentos incómodos y que incluso llegan a dejarte con mal cuerpo.

Los únicos sacrificios de ello son algunos secundarios y decisiones puntuales que no pude evitar ver más como un mecanismo para hacer avanzar la historia que como algo con entidad en sí mismos. No llega a ser algo realmente grave, pero esos pequeños detalles -y otros esparcidos a lo largo del relato- sí que impiden que llegue a alcanzar esa grandeza que en varias ocasiones palpa con la yema con los dedos. En Blue Ruin ya le pasó algo parecido.

En definitiva, Green Room es una notable película que reafirma el talento de Jeremy Saulnier, quien ya fue tanteado para rodar la secuela de ‘Sicario’ y que seguramente tarde bien poco en gozar de un presupuesto mucho más generoso que los 5 millones de dólares que ha tenido aquí. Tampoco importa mucho esa limitación si sabes cómo exprimir una historia sencilla y hacer que nos impliquemos con lo que les sucede a sus protagonistas. Muy recomendable. (Mikel Zorrilla – Espinof.com)