En Que Horas Ela Volta?, Val es una mucama que se toma su trabajo muy en serio. Sirve a un adinerado matrimonio de São Paulo día y noche, y cuida a su hijo adolescente, al que ha criado desde su infancia y con el que tiene una relación muy especial. El orden de este hogar parece inquebrantable, hasta que un día llega desde su ciudad de origen la inteligente y ambiciosa hija de Val, Jessica, a la que había dejado al cuidado de unos familiares en el norte de Brasil trece años atrás. La presencia de la joven pone en peligro el balance de poder en la casa. Esta nueva situación pondrá en tela de juicio las lealtades de Val y le obligará a valorar lo que está dispuesta a perder.

Premio del Público en la Sección Panorama del Festival de Berlín 2015

  • IMDb rating: 8.0
  • RottenTomatoes: 96%

Película / Subtítulo (Calidad 720p)

 

Que Horas Ela Volta? es una película brasileña dirigida por la directora Anna Muylaert que, además de la cuestión de la brecha social entre ricos y pobres en ese país, instala la pregunta: ¿Qué es ser una madre?

La película comienza con un prólogo que nos muestra la piscina de una casa de clase acomodada situada en la ciudad de San Pablo. Nos presenta a su protagonista, Val (Regina Casé), una mucama con cama adentro que cuida con cariño a Fabinho (Michel Joelsas), el pequeño hijo de su patrona. Ella está hablando por teléfono con su hija que se encuentra en el noroeste de Brasil y que es cuidada, a su vez, por Sandra. Fabinho le pregunta a Val a qué hora regresará su madre, y uno imagina la misma pregunta de su hija hacia Sandra. De esta forma se instala el conflicto en cuestión: la situación de algunas mujeres que por motivos laborales o necesidades económicas deben dejar a sus hijos al cuidado de otra mujer.

Tras el título, que funciona como elipsis temporal, Fabinho ya es un adolescente y seguirá manteniendo con Val la misma relación de cariño y complicidad que tenía cuando era niño. Para Val, Fabinho será un sustituto de su hija como para Fabinho ella lo será de su madre. La veremos en sus quehaceres, veremos su forma de relacionarse con los otros empleados de la casa y con sus patrones, con quienes se mostrará siempre respetuosa y servicial a pesar del destrato que recibirá, especialmente de su patrona, la señora Bárbara (Karine Teles, antes de Bacurau).

En esa casa de bien reina el orden. Pero esta ley es impartida por la madre, quien ocupa la cabecera de la mesa familiar. Bárbara es quien dicta las órdenes al padre, al hijo y a su empleada; es quien pasa horas fuera de la casa ocupada en su trabajo y es una madre severa en cuanto al consumo de drogas, al rendimiento escolar de su hijo, pero con gran dificultad a la hora de vincularse afectivamente a él. Su marido, Carlos (Lourenço Mutarelli), es un médico que se encuentra retirado a causa de una enfermedad. Es un hombre abatido, sin fuerza, desvitalizado. Está presente en el hogar porque aporta lo que ha heredado económicamente de su familia, pero no opera como representante de la Ley, como corte entre la madre y el niño ya que, lejos de limitar a su esposa, aceptará pasivamente el orden caprichoso que ésta disponga.

Fabinho presenta dificultades en lo que respecta a su vida sexual y afectiva así como en lo que respecta a su educación. Ante cualquier problema o angustia, y debido a la ausencia e incomprensión de su madre, recurrirá siempre al refugio del abrazo y de los mimos de Val. Es un adolescente que aún se comporta como niño y establece con ella un vínculo de características edípicas, siendo sustituto de la madre.

El orden imperante en la casa se verá trastocado con la llegada de Jessica (Camila Márdila), quien vendrá a la ciudad tras trece años de no ver a su madre y con la idea de ingresar a la carrera de arquitectura. Entonces, a ese orden familiar que se definía en las primeras escenas, se suma el orden social fuertemente sostenido por Bárbara, quien impone una disposición espacial para ambas clases. Hay espacios y alimentos que estarán vedados para Val y su hija. Y Val, plenamente identificada y alienada en el lugar de la sirvienta, concebirá como ajenos y vedados para ella los bienes que disfrutan sus patrones. La servidumbre es para ella un rol de clase cuyas reglas se conocen desde el nacimiento y que son inamovibles.

Que Horas Ela Volta? adopta el punto de vista de Val y es interesante que, principalmente durante la primera parte, veamos a la familia desde el recorte de la puerta de la cocina (el lugar de Val) y escuchamos desde ahí las conversaciones, sin que se nos muestre todo. El recorte permitirá al espectador componer el cuadro familiar: un padre que no come y que se muestra depresivo y una madre con tono severo y cara enojada. Más adelante, el umbral de esta puerta encuadrará la mirada libidinal de Carlos sobre la hija de Val.

Con la llegada de Jessica ingresaremos por primera vez al comedor familiar, donde se nos aclarará el retrato de la familia: personas que comparten un mismo espacio físico pero que no se comunican, que han perdido el lazo afectivo, cada uno atento a su celular. Su juventud, la confianza en sí misma y su exteriorioridad a ese orden le permitirán a Jessica posicionarse no como la hija de la empleada, de actitud sumisa y servil, sino como una mujer de pleno derecho que se desplaza con libertad por la casa, transgrediendo los límites de esos compartimentos espacio-sociales estancos. Mencionará haber tenido un maestro de historia que le enseñó a pensar y que eligió estudiar arquitectura porque cree que es una herramienta de transformación social. Será así que Jessica accederá a alojarse, pero no en el cuarto de su madre, sino en el de huéspedes.

En este estilo fuertemente social, Que Horas Ela Volta? entra en dialogo con la producción argentina Los Dueños, de los directores Ezequiel Radusky y Agustín Toscano, en la que los caseros anhelan una “vida de ricos” e intentan romper con la pertenencia de clase ocupando la estancia y disfrutando de sus lujos mientras los dueños no están. La diferencia es que la película de Muylaert no propone solamente el “deseo” de vivir como ricos sino que, además, postula la posibilidad del franqueamiento concreto de los límites de pertenencia social a través de la educación, considerada como una poderosa herramienta de movilidad social.

La presencia de Jessica infundirá de vida a esa casa vacía. Carlos encontrará en ella un interlocutor con quien conversar sobre su abandonada afición a la pintura. Volverá a ser un hombre maduro y apasionado, estableciéndose un vínculo entre paternal y libidinoso. Incluso, en un acto desesperado y viendo en ella una última chance de salir de esa casa mortuoria, llegará a pedirle casamiento.

Jessica será quien se oponga abiertamente al orden clasista dispuesto por Bárbara. En una escena de Que Horas Ela Volta?, Fabinho y su amigo la empujan a la piscina, pero ella permanecerá ahí y el ralenti de las imágenes patentará su disfrute. Bárbara no tolerará sus constantes intromisiones y, sintiendo que pierde el control sobre los súbditos de su pequeño reino, pedirá a Val que busque un lugar donde pueda vivir su hija.

Fabinho desaprobará el examen de ingreso a la facultad pero Jessica tendrá éxito. Tras esto, Bárbara decide enviarlo a Australia para que estudie inglés. Esta distancia física profundiza la afectiva. Si antes lo crió Val, que ahora lo “cuiden” los profesores de inglés. Bárbara se desresponsabiliza de su hijo como si fuera un estorbo.

Jessica repite la historia de su madre, repite la novela edípica, repite de manera inconsciente el trauma de separación de su madre y, en un intento por tramitarlo, ha dejado también a un pequeño hijo con el fin de venir a la gran ciudad tras una mejor vida.

Val será el personaje que sufrirá la mayor transformación. Que Jessica haya pasado el examen la habilitará a permitirse gozar de bienes antes considerados “solo para ricos”. Val tomará la decisión de renunciar al trabajo servil para ganarse la vida de manera independiente, aunque esto le implique ganar menos dinero. Pero así sostendrá, en contraposición al discurso capitalista, el valor del afecto: podrá estar junto a su hija, apoyándola, y también junto a su nieto.

Volvemos a la pregunta del comienzo: «¿Qué es ser una madre?» Una madre no se reduce al aspecto biológico del embarazo y el parto; como dice Lacan en “Dos notas sobre un niño” (1969), la función materna se sostiene en la referencia a “un deseo que no sea anónimo”, es decir, que se juega en tanto sus cuidados están signados por un interés particularizado. Esta particularidad de un deseo no anónimo será lo que se pondrá en juego en Val con respecto a Fabinho y lo que finalmente recuperará en su vínculo con Jessica. (Carla Leonardi – HacerseLaCrítica.com)