En I May Destroy You, Arabella Essiuedu es una joven escritora fácilmente distraída, descomprometida y despreocupada que, tras escribir un exitoso texto que atrajo mucha atención en internet, se encuentra proclamada como la ‘voz de su generación’. Ahora cuenta con un agente, un contrato literario y una inmensa presión. Después de ser agredida sexualmente en un club nocturno, su vida cambia irreversiblemente y Arabella se ve obligada a reevaluar todo: su carrera, sus amigos, y hasta su familia. Mientras Arabella lucha por aceptar lo que sucedió, también comienza un viaje de autodescubrimiento.

  • IMDb Rating: 8,1
  • RottenTomatoes: 97%

Temporada Completa / Subtítulos 

 

A lo largo de doce episodios de media hora cada uno, I May Destroy You recorre las experiencias de Arabella (Michaela Coel), una joven y promisoria escritora que prepara su segundo libro –tras el sorpresivo éxito online del primero– y que, una noche bebiendo en un bar, se topa con un tipo siniestro que le pone algo a su bebida y posteriormente la viola, algo que ella recuerda solo en confusos y pesadillescos flashes. A diferencia de lo que comenté en la reseña que escribí tras ver solo dos episodios, la serie no hace eje en la investigación del caso. De hecho, se podría decir que ni siquiera hace eje directamente en la violación, sino que la integra en un análisis más general de las relaciones sexuales, de las diferencias de género, de cuestiones profesionales, personales y raciales. Es, más que ninguna otra cosa, el retrato de una mujer (¿de una generación?, ¿de una sociedad?) en crisis.

El gran secreto de la serie es su propia creadora. Coel es una actriz y guionista tan personal, tan feroz, inusual y abrasiva, que es difícil encasillarla en un solo lugar, de esos que facilitan los debates públicos. No es una simple víctima ni solicita nuestro cariño o comprensión. Es una mujer intensa, dañada, por momentos querible y en otros irritante, de esas personas que dejan una fuerte impresión en cualquiera que las conozca. Y ese personaje hace que I May Destroy You sea mucho más que «una serie sobre las consecuencias de una violación». Si a eso se les suma las situaciones que viven su amigo Kwame y su amiga Terry –también ligadas a relaciones sexuales complicadas, extrañas o directamente delictivas– se puede decir que la serie es una exploración un tanto más amplia sobre las infinitas y complicadas variables que existen en ese terreno.

Trataré de no «spoilear» demasiado pero para analizar la complejidad del personaje y de los temas que toca la serie es inevitable contar algunas cosas que suceden promediando I May Destroy You. Lo que empieza con la violación a Arabella y la búsqueda policial y personal por encontrar al culpable pronto deriva en seguir a la protagonista en sus intentos de retomar su vida. Algo que le será muy difícil. Si bien la serie deja en claro que la chica ya era bastante desestructurada e impulsiva, de allí en adelante sus intentos por seguir escribiendo, por relacionarse con otras personas fuera de su pequeño círculo de amigos (y aún dentro) y por lidiar con las consecuencias del caso van a ser aún más caóticos, haciéndole vivir momentos complicados en todas las áreas.

Arabella vivirá otra situación que también es calificable como delito sexual con un colega que la está ayudando a estructurar su novela, con la que le está costando avanzar. Un flashback a unas vacaciones a Italia mostrará a su amiga Terry participando de otra situación bastante compleja. Habrá otros dos episodios más que irán al pasado y en ellos el eje también estará puesto en situaciones en las que el consenso sexual está puesto en juego. Kwame, por su parte, vivirá también algo parecido en una casual historia nocturna con otro hombre que se vuelve densa. Y sucederán más cosas, casi todas relacionadas con ese eje temático.

Pero también I May Destroy You deja entrever la complicada relación de Arabella (y, uno supone, también la propia Coel) con la industria literaria, con la publicidad –su sponsoreo de una marca de comida orgánica es un momento genial– y con la fama, así como hay momentos en donde se ponen en juego cuestiones raciales o sociales/migratorias. Quizás el dardo más furioso de la serie esté relacionado con la adicción a las redes sociales de la protagonista y como eso –que en algún momento le abrió las puertas para convertirse en una suerte de celebridad– puede generarle más problemas que los que imagina.

Cada uno de los casos, temas o situaciones que la serie recorre –algo que no se siente premeditado o calculado sino absolutamente natural al modo de vida de los protagonistas– está narrado desde un lugar inteligente e inusual. Y con momentos de mucho e inesperado humor. Ni Arabella ni sus amigos miran críticamente desde afuera el mundo en el que estas cosas suceden sino que son parte integral de ellos, viven en esos escenarios donde reina la confusión y un gesto noble puede ir acompañado de otro egoísta y cruel. Y no solo de parte de Bella. El caso de las redes sociales es el más representativo de todos ellos, ya que es una crítica hecha por personas que son adictas a ellas. Y que, más tarde que temprano, se dan cuenta de sus complicadas derivaciones.

Lo más rico de I May Destroy You pasa, entonces, por poder ingresar a esos escenarios confusos y llenos de situaciones ambiguas pero aún así saber reconocer cuáles son los límites que existen. O que deberían existir. Hay muchos daños generados en el intercambio entre los distintos personajes de la serie –aún entre los amigos–, pero algunos entran en el amplio marco de ciertos contratos sociales y otros, no. Y no siempre es tan clara y evidente la diferencia. Quizás sí lo sea en el caso central, pero es un tanto más complicado en los otros que se ven después.

Tengo la impresión que, más que cualquier otra cosa, I May Destroy You puede ser vista como una serie acerca de la vida contemporánea. O, al menos, lo que la vida contemporánea era antes de la pandemia. Lo que logra Coel es ese milagro de crear una historia precisa, local y personal, y volverla no necesariamente universal pero sí real, identificable y emocionalmente creíble. Coel no es un «personaje» que pueda fácilmente escribir un guionista desde afuera. Es claro que ese manojo de contradicciones, nervios, intensidad y confusión representan a una persona única e inimitable. Y es por eso que la serie se vuelve una íntima memoir de una artista lidiando con su conflictiva relación con un mundo y un trauma que, por más que crea que puede dominarlo, se le vuelve inmanejable.

En su final abierto, de posibilidades y decisiones variables, la serie gira sobre sí misma y sobre la idea del «relato de una sobreviviente» como algo que se puede unificar, generalizar o resolver de una manera clara. Existen tantas formas de escribir esa historia como experiencias de vida, como personas que las padecen. La de Michaela Coel –la de Arabella, la de Kwame, la de Terry– es tan solo una de ellas. No es la de ninguna otra persona pero puede ser la de cualquiera. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)