En Je T’aime, Je T’aime y tras recuperarse de un intento de suicidio, un hombre es seleccionado para participar en un experimento que consiste en viajar en el tiempo, algo que hasta ese momento solo había sido probado en ratones. No obstante, una falla provoca que el hombre viva acontecimientos de su pasado en un orden aleatorio.

Mejor Actor en el  Festival de San Sebastián 1968

  • IMDb Rating: 7,2
  • RottenTomatoes: 81%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

Aunque a Alain Resnais se le situe de forma común en la Nouvelle Vague, lo cierto es que nunca fue partícipe del nucleo duro Cahierista. A diferencia de los Truffaut, Godard y tal, Resnais siempre dio una importancia capital al guionista en el proceso de creación fílmico y por ello se rodea de novelistas para potenciar dicha importancia. Escritores que, como Robbe-Grillet o Duras, acabarían también conformando un grupo alternativo cinematográfico llamado ‹Rive Gauche› junto a Chris Marker, Agnès Varda o el propio Resnais.

Y sí, si hablamos de movimiento alternativo es porque de alguna manera Resnais, aun sin postularse como artista de los márgenes, sí confiere a sus obras una visión diferente del concepto nouevellevaguesco más puro. Resnais busca los límites en la relación escritura-fotograma, juega con las narrativas y los tiempos y por ello sus obras adquieren siempre tonos que bordean la irrealidad, lo lindante con el género desde la perspectiva autoral.

Je t’aime, Je t’aime es quizá la prueba más extrema de ello, un desafío donde el lenguaje cinematográfico es llevado al límite a través del montaje y donde el guión no es mera excusa para el atrevimiento formal sino que resulta el gatillo que dispara dicho atrevimiento. Un desafío que juega con las convenciones del fantástico, concretamente de los viajes en el tiempo, y que sirve para ir un paso más allá, al obviar cuestiones como las paradojas de romper el continuo espacio-temporal y usarlo para hablar de la memoria, de los recuerdos y de cómo estos se vinculan a las emociones.

El film de Resnais juega constantemente a ofrecer micro-bucles, variaciones sobre una misma historia que, como un puzzle desordenado, van adquiriendo sentido dentro de la psique del protagonista. El recuerdo pues se presenta como un caos de sensaciones y experiencias moduladas a nuestro antojo y que solo a través del viaje a esos momentos precisos se consigue poner en claro, ordenarlo, revivirlo.

No en vano, la “máquina del tiempo” donde es introducido nuestro protagonista se aleja del típico concepto de vehículo mecánico y adopta una forma híbrida entre cerebro y corazón. Un concepto orgánico entre sentimiento y razón que muestra la vinculación y la imposible separación entre ambos mundos. Un diseño que, de alguna manera es precedente y anuncia los artilugios científicos palpitantes que Cronenberg presentaba como moldeadores de la nueva carne.

Je t’aime, Je t’aime fue así un film incomprendido, maldito si se quiere, que, con el paso de los años ha ganado relieve no tan solo por el halo entre romántico y desesperanzado de su argumento o por su incursión genérica desde lo autoral. Lo que ha quedado de esta obra de Resnais, hasta elevarla a film de culto es su atrevimiento en lo formal, su despiece estructural que simula los mecanismos cerebrales del recuerdo. Fácil rastrear todo ello en propuestas como Memento o 21 gramos, por citar algún ejemplo, pero sobre todo, más allá de la mera influencia queda finalmente el poso de la investigación, de la profundidad de un cineasta capaz de plantar un discurso arriesgado y ser coherente con el mismo en imágenes. (Álex P. Lascort – CineMaldito.com)