En Maldito seas Waterfall, Roque Waterfall tiene muchos defectos pero una gran virtud: carece de problemas económicos gracias a las rentas que obtiene alquilando un edificio que ha heredado en el Barrio Los Andes de Capital Federal. De modo que el tiempo le sobra y en busca de inspiración literaria frecuenta tugurios after-hours en los bajos fondos de Buenos Aires, pero también fiestas glamorosas en Palermo donde se codea con el jet-set vernáculo. Roque conocerá a Carla del Pont, obsesionada con el ejercicio físico y la nutrición saludable. Con ella vivirá un intenso romance mientras el cineasta austríaco Hans Gunther Flögenhoefer comienza el rodaje de una película de cinema-verité destinada a documentar la disoluta e improductiva existencia de Roque Waterfall.

  • IMDb Rating: 7,1

Película 

 

«Más que desempleado soy alguien que no trabaja», dice Roque Waterfall (Martín Piroyansky) cuando la médica que lo atiende por un ataque respiratorio le pregunta a qué se dedica. Su tono es seguro, vaciado de dolor y de culpa: él disfruta siendo quién es, haciendo lo (poco, casi nada) que hace desde que sus padres murieron y puede darse el gusto de vivir de rentas, preocupándose únicamente por Atlanta, club cuya camiseta no se saca ni para dormir.

El protagonista de Maldito Seas Waterfall, nuevo largometraje de Alejandro Chomski (Hoy y Mañana, Dormir al Ssl) tiene una buena dosis de patetismo de la que el film se hace cargo poniéndola en primer plano. Personaje sacado del ideario de Mariano Cohn y Gastón Duprat (aunque está basada en la novela de Jorge Parrondo), Waterfall vive en bata, mira VHS de partidos viejos del club de Villa Crespo, maneja un Ford Falcón destartalado y su agenda parece imperada por los deseos y la voluntad del momento.

Esas características, sumada a la presencia de un amigo que lo idolatra por su capacidad para vivir sin trabajar (Walter Jacob), lo vuelven sumamente cautivamente para un realizador alemán (Rafael Spregelburd) llegado a la Argentina con el objetivo de filmar un documental sobre los que “no tienen nada”, pero que terminará haciéndolo sobre alguien que “no hace nada”.

Maldito seas Waterfall seguirá tanto el proceso creativo del film dentro del film como el derrotero del protagonista y su incipiente relación amorosa, moviéndose entre el absurdo (la escena del velorio de perros) y una pátina de negrura. A medida que la narración avanza, la faceta de cine dentro del cine empezará a ganar más terreno, nutriéndose de referencias y guiños que terminan sacándole parte del veneno inoculado durante su primera parte.  (Néstor Burtone – OtrosCines.com)