Midnight Express cuenta la historia de Billy Hayes, un joven estadounidense, el cual fue detenido en el aeropuerto de Estambul cuando se disponía a subir a un avión con varios paquetes de hachís. Acusado de uno de los delitos considerados más graves en Turquía, Billy es condenado a cuatro años de cárcel. En prisión sufrirá las atrocidades propias de un sistema penitenciario brutal e inhumano.

Mejor Guion Adaptado y Mejor Banda Sonora (Premios Oscars 1978)

Mejor Película Drama, Mejor Actor de Reparto, Mejor Actor Revelación, Mejor Actriz Revelación, Mejor Guion y Mejor Banda Sonora Original (Premios Globo de Oro 1978)

Mejor Director, Mejor Actor Secundario y Mejor Montaje (Premios BAFTA 1978)

Mejor Guion Adaptado Drama (Sindicato de Guionistas WGA 1978)

Mejor Banda Sonora (Asociación de Críticos de Los Ángeles 1978)

  • IMDb Rating: 7,6
  • Rotten Tomatoes: 96%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Una de las escenas más impactantes y memorables del cine estadounidense sucedió en un aeropuerto, en una época en que las aerolíneas de lugares como Medio Oriente o Asia temían el secuestro de sus aviones por grupos terroristas. Eran los tiempos del Presidente Richard Nixon, quien a partir de su política exterior tensionó aún más el escenario de la Guerra Fría, además de la distancia de Estados Unidos con las regiones señaladas. En aquella época Turquía no era un país muy querido producto del tráfico de drogas. Es en este escenario internacional donde se inició la odisea de William «Billy» Hayes, joven estudiante norteamericano que fue sorprendido en el aeropuerto de Turquía tratando de contrabandear hachís en 1970.

Hayes fue condenado a más de cuatro años de prisión. Sin embargo, a pocas semanas de ser liberado le revocaron la sentencia y lo confinaron a cadena perpetua. En dicho momento, Hayes decidió escapar de su cautiverio, lo que significó horribles suplicios que finalmente registró en un libro titulado Midnight Express. El director británico Alan Parker, antes de Pink Floyd: The Wall (1982) y de Birdy (1984), y el guionista Oliver Stone vieron el potencial de esta historia hasta que decidieron adaptarla a la gran pantalla, convirtiéndola en uno de los filmes del subgénero de prisión más célebres de la cinematografía mundial.

La escena que identificó a Midnight Express como un filme de culto sucede al principio, cuando William Hayes (interpretado por el entonces desconocido Brad Davis) es sorprendido en el aeropuerto de Turquía con su preciada mercancía. En ese entonces, el realizador Alan Parker no era muy conocido, pero a pesar de la poca experiencia fue capaz de dirigir una obra que destaca por tensión y opresión. La secuencia del aeropuerto ha sido citada hasta el cansancio en otros filmes y en homenajes. Esto porque el espectador es consciente del delito de Hayes, si bien desea que no lo descubran. La interpretación de Davis es brillante. Se le ve incómodo, está demasiado abrigado (para esconder las barras de hachís), transpira en forma permanente y la cámara fija la atención en los guardias a quienes no se les entiende nada. Lucen amenazantes y aquella confusión transmite la posibilidad de caer preso en un ambiente totalmente ajeno. Afuera del avión Hayes es encañonado. Lo toman prisionero, escribiéndose de esta forma la historia de un hombre abandonado a su suerte.

En cuanto a la opresión, ésta se aprecia desde que Hayes pisa la prisión que será su nuevo hogar por más de cuatro años. A diferencia de otros filmes sobre prisiones, Alan Parker juega con el escenario enigmático de Turquía. En todas partes se percibe confusión. El desorden abunda, así como los subgrupos sociales de una cultura a veces demasiado extraña. Hayes habita un espacio que se parece a un hotel en malas condiciones, a la vez que la desprolijidad de los guardias se confunde con la de los reos. En ocasiones parece un lugar en el cual el tiempo está detenido, en donde no hay horarios y en donde cada uno hace lo que quiere. La supresión está presente en los abusos físicos de hombres como Hamidou (Paul L. Smith), carcelero que gracias a su presencia física amedranta y promueve el pánico.

Midnight Express es un filme que habla de la opresión, del no saber o entender qué sucederá. Hayes experimenta la soledad y la lejanía de su familia. Recibe poca ayuda, pero aún tiene la esperanza de obtener su libertad. Sin embargo -y como también sucede en las historias de Oliver Stone en películas como Pelotón y Wall Street-, le quitan su esperanza. La inocencia pasa a transformarse en odio, dando paso a la locura y al deseo de escapar. Brad Davis estructura un William Hayes capaz de sentir compasión, pero también rabia. A veces es un niño ante una situación límite, quien no sabe dónde está parado. Su proceso de maduración sucede en la cárcel, espacio que promueve la metamorfosis de un ser humano a un salvaje despojado de su moralidad. Davis tuvo roles destacados en cine y en televisión (Querelle de Rainer Werner Fassbinder y El Complot para Asesinar a Hitler de Lawrence Schiller). A pesar de su porte y calidad como intérprete nunca logró posicionarse en la industria cinematográfica estadounidense, como si lo hizo Mel Gibson o Sam Neill que provenían del cine australiano. Davis era un actor de carácter que lamentablemente experimentó el olvido, más aún después de fallecer producto del SIDA en 1991. A pesar de ello, en Midnight Express tuvo a su disposición el rol de su vida. Es imposible olvidar sus flagelos o en aquella escena frente a un jurado turco, momento en el que habla del perdón y de la frustración que siente.

Las películas sobre prisiones suelen ser muy adictivas porque generalmente transcurren en un mismo escenario con historias que profundizan sobre la idea del escape, lo que también es parte de un instinto primario en todos los espectadores. Por tal motivo, nos identificamos fácilmente con este subgénero que en las últimas décadas ha dado como resultado importantes obras. Tenemos el sentido de espectáculo de John Sturges en El Gran Escape (1963), la humanidad y los sueños de Franklin J. Schaffner en Papillon (1973), los silencios y el suspenso de Don Siegel en Fuga de Alcatraz (también conocida como Alcatraz: Fuga Imposible, 1979), y las precisas dosis de drama y suspenso de Frank Darabont en Sueños de Fuga (1994). Estos filmes son muy buenos ejemplos, además de ser obras celebradas por la crítica y también muy queridas por el público. A diferencia de las obras citadas, Midnight Express es una de las pocas películas de prisión que se centra en el relato individual. Personajes como Max (Un notable John Hurt nominado a Mejor Actor Secundario por este rol) y Jimmy (Randy Quaid en su mejor momento antes de perderse en las polémicas personales de los últimos años) son el reflejo de la ansiedad, miedos y rabia contenida de William Hayes, sentimientos que están en permanente gestación y que finalmente “revientan” en pantalla (la inolvidable escena en que Hayes mata a Rifki).

Midnight Express es el tour de force interpretativo de Brad Davis, el talento de un director que lamentablemente decidió hace pocos años renunciar al cine, el sugestivo score del compositor Giorgio Moroder y una obra de culto que ha resistido con clase el paso del tiempo. Ya no se hacen películas de este tipo, en donde el sustento es la historia y la complejidad del ser humano puesto a prueba en medio de los peores vejámenes. ¡Una obra imperdible y esencial! (Julio Bustamante – espectadorerrante.com)