Billy Beane, director general de los Atléticos de Oakland, se hizo famoso al conseguir grandes éxitos por medio del método Moneyball, programa que consiste en empler métodos estadísticos por computadora para coordinar a los jugadores.

Mejor Guión Adaptado en los Critics Choice Awards 2011
Mejor Actor y Mejor Guión 2011 para el Círculo de Críticos de Nueva York
Mejor Guión Adaptado 2011 para la Asociación de Críticos de Chicago

  • IMDb Rating: 7,6
  • RottenTomatoes: 94%

Película / Subtítulos (Calidad 720)

 

¿Una película sobre béisbol y matemáticas? Lo sorprendente es que, en sus dos primeros tercios, antes de convertirse al credo convencional del cine deportivo, Moneyball sea apasionante. No importa demasiado que las reglas del béisbol parezcan un mensaje encriptado o una broma pesada, porque la película funciona perfectamente sin exigir que el espectador entienda ni esas reglas ni las fórmulas estadísticas que harán que un equipo de segunda categoría que ha estado a punto de ganar la liga nacional saque jugo de una pandilla de jugadores desahuciados sin pasarse de presupuesto. Es cierto: Moneyball explica la típica historia de autosuperación tan cara a la celebración del sueño americano, pero lo hace más preocupada por describir el proceso –en el que la figura del idealista que se enfrenta con todos los que no creen en su delirante método centra todas las miradas– que por obtener resultados. Se nota la mano de Sorkin en el guión: no estamos tan lejos de The Social Network, aunque el perfil del director deportivo que encarna Pitt sea más heroico que el de Zuckenberg.

Su heroicidad radica en escuchar a la ciencia en tiempos de crisis. Moneyball es positivista: hay que fiarse de las ecuaciones. Los mejores momentos del filme son aquellos en que notas cómo la visión del mundo de Billy Beane (Pitt) absorbe los implacables argumentos científicos de su ayudante (un improbable Jonah Hill) y el modo en que ese nuevo método contra natura modela su eficacia chocando con el muro de la tradición (los duelos con el entrenador, encarnado por Seymour Hoffman son, en ese sentido, ejemplares.) Moneyball baja de nivel cuando teme perder a su público: habría sido más interesante mantener la tensión en el vestuario y que el terreno de juego sólo fuera una abstracción, un número primo, y no un lugar en el que se está pendiente del marcador. (Sergi Sánches – Diario La Razón)

Si había algo que debía captar la atención de los cinéfilos más atentos es el hecho de encontrar los nombres de Steven Zaillian y Aaron Sorkin asociados al proyecto, ya que ambos han dado pruebas consistentes a lo largo de su carrera de su calidad como guionistas. Y eso es algo que vuelven a demostrar en Moneyball, donde la cansina premisa del underdog funciona a modo de excusa de lo que nos cuentan, y no como motor de la historia. Sí, hay un equipo en horas bajas que consigue mejorar y hacer algo histórico en el mundo del deporte (y todo ello basado en hechos reales), algo que Zaillian y Sorkin adornan con datos históricos de interés. Sin embargo, ellos están más interesados en el personaje de Brad Pitt, al cual presentan como un hombre herido por una decisión de su pasado, lo cual ha dado pie a tener un nuevo sueño en la vida, algo que justifique su presencia en la Tierra. (Mikel Zorrilla – Espinof.com)