En México, a principios del siglo XX, el humilde cura Nazarín comparte su pobreza con los necesitados que habitan alrededor del mesón de Chanfa. Después de proteger a una prostituta que provoca el incendio del mesón, Nazarín se ve obligado a abandonar el lugar. A lo largo de su camino, sus acciones, determinadas por su concepto de la caridad cristiana, provocarán una serie de conflictos.

Premio Internacional en el Festival de Cannes 1959

  • IMDb Rating: 7,8
  • RottenTomatoes: 90%

Película (Calidad 1080p)

 

México, principios del siglo XX. Tras dar cobijo a una prostituta perseguida por la ley, el padre Nazario (Francisco Rabal) se verá obligado a marcharse a peregrinar al campo. Luis Buñuel firma una de sus mejores obras con esta adaptación de la novela homónima de Benito Pérez Galdós. Historia que narra las idas y venidas de un humilde sacerdote en su intento por plasmar, en cada uno de sus actos, los ideales de la fe católica.

El Nazarín de Buñuel, que supone una de las más conseguidas composiciones de ese gran actor que era Paco Rabal, es una suerte de figura quijotesca de claras reminiscencias cristológicas (tiene seguidores, “sana” a enfermos, pone la otra mejilla…); un idealista de profundas e inquebrantables convicciones religiosas y morales, que pretende ejemplificar la esperanza en un mundo de miseria, ignorancia y superstición. Al igual que el Caballero de la Triste Figura cervantino, saldrá a los campos de Dios con el objetivo de “desfacer entuertos” y servir a sus semejantes. Sin embargo, y aquí se encuentra la paradoja sobre la que se articula el relato, la mayoría de sus acciones no tendrán las consecuencias esperadas.

Buñuel, que en alguna ocasión declaró ser “ateo, gracias a Dios”, moldea con sumo respeto a su personaje, sin hacerlo caer nunca en el fácil ridículo. No obstante, se muestra contundente a la hora de enfatizar su idea de que resulta imposible, por absurdo, intentar aplicar a la vida contemporánea de forma literal las enseñanzas de Jesús. La sobria y árida puesta en escena, se utiliza como reflejo de la concepción austera que de la existencia tiene el protagonista: nada posee y menos necesita, entregando y haciendo todo por el bien de los demás. Su rebeldía espiritual permite emparentarlo con personajes como el Johannes de Ordet o el Stalker de Stalker.

A lo largo del metraje encontramos algunos momentos en los que se puede advertir el sugestivo surrealismo característico de su autor; como la extraña visión del retrato de un Cristo que ríe a carcajadas, un sueño en el que aparece un beso cuasi vampírico o el personaje del enano enamorado. En conclusión: Nazarín es un extraordinario drama religioso, un gozoso estímulo para mente y alma, un ejemplo más de la categoría autoral del director de habla hispana más importante de todos los tiempos. (EsculpiendoElTiempo.com)