En Scarlet Street, Christopher Cross es un simple cajero infelizmente casado, pero tiene un raro talento para la pintura. En cierta ocasión, conoce a una aventurera de la que se enamora y le hace creer que es un pintor de éxito. La chica y su novio, un individuo sin escrúpulos, aprovechan la ocasión para explotar al pobre hombre, que llegará incluso a cometer un desfalco en su empresa para que ella siga creyendo que es un artista de éxito.

  • IMDB Rating: 7,9
  • Rottentomatoes: 100%

Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

 

Scarlet Street es una genial obra maestra de Fritz Lang, un intenso y pesadillesco ejercicio de cine negro que constituye el mayor logro de su etapa norteamericana y la película más compleja y conseguida de la brillante filmografía del director de origen austríaco. Scarlet Street debe ser considerada como un remake del filme La Chienne, de Jean Renoir, más que una nueva adaptación de la novela de Georges de La Fouchardière.

Es importante señalar que se trata de una especie de prolongación de The Woman in the Window, de 1944, película filmada con anterioridad por el cineasta con la que, además de compartir a sus tres protagonistas principales en roles que no difieren mucho, comparte también una posible lectura onírica, aunque esta nunca se explicite en la cinta que ahora nos ocupa (algo que sí ocurría en la anterior), lo que otorga una mayor ambigüedad y riqueza al relato.

Con una puesta en escena sombría y opresiva, magistralmente captada por la fotografía en blanco y negro de Milton Krasner, Scarlet Street indaga en el progresivo y fatalista proceso de deterioro de identidad que afecta al personaje de Robinson, completamente sumiso ante el arrebatador poderío sexual de la Femmefatale que lo conduce hasta el infierno terrenal.

Es loable el sutil juego de dobles y superposiciones identitarias que Lang orquesta a lo largo de Scarlet Street, así como el sarcasmo y sentido paradójico (crudelísimo en ocasiones) inherente a algunas escenas. El trío protagonista está perfecto en la composición de unos personajes repletos de matices, destacando el enorme calado psicológico que Edward G. Robinson otorga al suyo, en la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera. Scarlet Street es una de las películas que de forma más perversa y patética retrata las miserias de la condición humana. Una obra indispensable en la historia del cine.