En Space Dogs, Laika, un perro abandonado, se convierte en el primer ser vivo en ser enviado al espacio. La leyenda cuenta que regresó a la Tierra como un fantasma y que se dedica a recorrer las calles de Moscú al lado de su descendientes.

  • IMDb Rating: 6.3
  • RottenTomatoes: 82%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Space Dogs combina dos registros muy distintos de una manera no solo inteligente sino que sirve para reforzar su contenido y hasta crear uno nuevo. Por un lado podría ser estrictamente un documental sobre perros de la calle en los barrios periféricos de Moscú. Es que es eso, centralmente, lo que la película cuenta de una manera muy íntima y cercana, una que intenta poner al espectador en el punto de vista del perro (por momentos son varios los canes retratados) en cuestión. Pero la película tiene otra capa, documental también pero jugada a modo de ficción, en la cual se cuenta (y muestran escenas) del programa espacial soviético relacionado con otra generación de perros rusos, empezando por la célebre Laika.

Una voz en off conecta, de manera lúdica (la película tiene un costado humorístico también, esperen a ver las tortugas que parecen salidas de una película de Werner Herzog), a esos perros callejeros con el fantasma de la perra Laika, que murió al volver de su recorrido por la órbita terrestre. El juego les permite a los directores no solo mostrar sorprendentes imágenes inéditas de ese programa (el brutal entrenamiento de los perros antes de emprender viajes espaciales, el extraño regreso de los que sí volvieron a la Tierra) sino conectar también ambas partes a partir de una línea temática acerca del maltrato a los animales.

Vaya como advertencia que algunos perros callejeros de Moscú pueden parecer bonitos y simpáticos, generarnos gran empatía en su nocturna y triste soledad, pero también pueden ser naturalmente muy violentos. Una escena al principio del film es particularmente difícil de ver –se recomienda taparse los ojos a los amantes de los gatos o a los que no soportan ese tipo de violencia de la propia naturaleza– y es una prueba también de ese gusto tan austríaco (si bien parece rusa, la película es de Austria) por mostrar que una pátina de crueldad nos recorre a todos los habitantes de este planeta.

Pero luego de esa shockeante escena ubicada cerca del inicio de Space Dogs, la película le escapa por lo general a la truculencia más directa (si bien el «entrenamiento» de los perros del programa espacial es un poco fuerte) y se vuelve más observacional, poética y melancólica para finalmente convertirse en una suerte de extraña meditación sobre la soledad. Acá en la Tierra, o allá, en el Espacio, donde como podría decir el slogan de esta muy buena película, «nadie te escuchará ladrar». (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)

 

Para todos los que crecieron con una imagen divertida, amable y edulcorada de la perrita Laika, una verdadera heroína soviética, Space Dogs será todo un jarro de agua fría. La película, dirigida por Elsa Kremser y Levin Peter ha sido recientemente estrenada en la sección Cineastas del presente en la 72 edición del Festival de Locarno. En este nuevo proyecto, en vez de repetir la tranquilizadora letanía paterna de “ha desaparecido”, capaz de convertir a toda mascota en una especie de Amelia Earhart canina, los cineastas cuentan exactamente lo que le ocurrió al primer animal que llegó a orbitar alrededor de la Tierra. Todo comienza con el reconfortante susurro de la voz de Aleksey Serebryakov, como si estuviera contándonos un cálido cuento de hadas. Es entonces cuando escuchamos los sangrientos detalles de la historia, que pueden llevar a cualquier niño a un estado de histeria delirante solo comparable al de la muerte de Mufasa. Yo, sinceramente, no es que lo llevase mejor.

Otra razón es que la película no trata solo del desgarrador desenlace de la aventura forzada de Laika, una historia que llevó al escritor Haruki Murakami a imaginar “las dos negras y brillantes pupilas de la perra atisbando por el pequeño ojo de buey. ¿Qué debía de mirar en aquella soledad infinita del cosmos?”. Space Dogs también habla de lo que causó su agonía, un desalentador destino que compartía con muchos otros animales. Los directores destapan el mundo de los “perros espaciales” soviéticos, recogidos de las calles de Moscú y encerrados en jaulas diminutas y cápsulas aún más pequeñas, petrificados y, en palabras del escritor japonés, absolutamente solos.

Dispar y cautivadora, igual que un cuento de hadas, Space Dogs te hace divagar sobre hipotéticos detalles (seamos realistas, no eran “hipotéticos”) incluso más difíciles de digerir que los que aparecen en pantalla, especialmente sabiendo que hay mucho más detrás de las imágenes de archivo que muestra la película, que ya por sí solas me hicieron sudar de ansiedad en unos pocos minutos. De hecho, los cineastas insisten en seguir los pasos de los chuchos en vez de sus captores, mostrándonos las mismas calles que en el pasado fueron hogar de “el primer animal en ser enviado al espacio” y sus sucesores. Todos estos perros no tenían dueño y, por lo tanto, pertenecían a todos. Los científicos los atrapaban uno a uno, creando una de las imágenes más absurdas que jamás haya concebido la mente humana.

Deseosos por conocer más de cerca la vida de estos perros antes de “la gloria”, Kremser y Peter se acuclillan para descubrir un mundo totalmente distinto. Un mundo ruidoso, hostil, inundado de música a todo volumen y gente en karaokes desafinando por completo. Desde la perspectiva de un perro, los humanos tan solo somos unas piernas demasiado ansiosas por pegarles otra patada más. Este sencillo truco facilita al público sentir la misma confusión que los animales al verse en situaciones tan ridículas como la de un chimpancé obligado a llevar un incómodo casco dorado, un guiño a la respuesta estadounidense a Laika. Aunque a primera vista la idea de literalmente seguir a perros por las calles pueda parecer un poco aburrida, la película pronto se convierte en un terrorífico thriller. Si alguna vez te has preguntado qué ocurre cuando un perro atrapa a un gato, aquí está la respuesta. Ni que decir tiene que gran parte del público abandonará la sala antes de que acabe la película. Por la forma en la que refleja el pasado y presente de los perros, Space Dogs se quedó grabada en mi memoria mucho tiempo después de los créditos finales, a pesar de haberme dejado exhausta hasta un punto irreconocible. Casi como el gato que aparece en la cinta. (Marta Balaga – CinEuropa.org)