State Funeral es un documental creado a través de material encontrado que muestra el funeral de Joseph Stalin y los días precedentes.

  • IMDb Rating: 7,2
  • RottenTomatoes: 88%

Película (Calidad 1080p. La copia tiene subs en varios idiomas, entre ellos el español)

 

Tras la muerte del dictador Iosif Stalin el cinco de marzo de 1953, el régimen soviético organizó un monumental funeral de estado que duró cuatro días y que sirvió como gigantesco espectáculo propagandístico en el que se registraron tomas y fotografías de millones de rusos despidiéndolo. Sergei Loznitsa, en lo que podría considerarse el cierre de un tríptico sobre la Unión Soviética que empezó con The Event (2015) y siguió con The Trial (2018), trabaja de nuevo con ‹found footage› para desvelar y reinterpretar las imágenes de la Historia. En su labor de investigación y creación, Loznitsa edita, monta y arregla abundante cantidad de material de archivo sacado del Russian State Documentary Film and Photo Archive in Krasnogorsk y a partir de ahí y de imágenes tomadas de una película propagandística llamada Velkoye proshanye —que se traduciría como «El gran adiós» o «La gran despedida»—, trae el testimonio visual de un pasado al presente en un ejercicio impresionantemente austero a la vez que mordaz e irónico. Al reproducir casi sin cesar el patetismo del duelo escenificado, así como convirtiendo el masivo funeral en una interminable fila de gente mirando a un ataúd que se enfoca muy poco, se pone en cuestión la dominación de la masa y la figura de la autoridad como generadora de un delirio indescriptible.

El culto a la personalidad de Stalin se llevó a cabo mediante su conversión en icono. Las fotografías, los cuadros, las banderas, los discursos, la propaganda y demás elementos que hicieron del líder soviético una figura llena de carisma y liderazgo, hicieron mella en el pueblo a medida que la Gran Purga iba dando sus frutos. La sustitución de multitud de cargos del ejército, la deportación de profesores, maestros, poetas y periodistas a la vez que la ejecución de miles de personalidades dentro del Partido Comunista —contándose el mayor número de éstos en Ucrania— supusieron una auténtica limpia a cuatro bandas: la depuración del Partido Comunista, la del Ejército Rojo, la del Komintern y la de la Sociedad. Este proceso de adoctrinamiento a gran escala dio sus frutos y para aquellos que crecieron con la propaganda oficial y no sabían nada de la magnitud del terror de Stalin, su muerte fue una catástrofe, una de las mayores calamidades de la Historia de la Humanidad. Por todo el país, la gente lloraba a moco tendido.

En State Funeral, Sergei Loznitsa expone el momento histórico de la muerte de Stalin como un melodrama en bucle que, lejos de explicar o guiar de forma facilona hasta el punto crítico, se limita a mostrar. Loznitsa, aunque manipula el material, no invita a la reconstrucción didáctica de este sino al posicionamiento consciente pero distante del que “ve”. Del que tiene que hacer un gran esfuerzo para dilucidar, pensar y así sacar conclusiones sobre lo que está viendo. Loznitsa se interesa por cómo las imágenes ajenas muestran una verdad implícita en su interior, una verdad que él pretende sacar a relucir utilizando el montaje como principal herramienta. Su principal interés subyace en el poder que poseen las imágenes para “hablar” sin necesidad de sustituirse o extraerse de un fondo distinto al que fuera originalmente previsto para ellas y así cambiar totalmente el punto de vista mediante la forma y la distancia que otorga el tiempo. Cerca de lo que Vincent Monnikendam, Susana de Sousa Dias o Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi hicieron con las imágenes de la colonización o la guerra, la reconstrucción del material de archivo de Loznitsa en State Funeral se basa en la no intervención para con el fondo mientras altera a conciencia la forma para dotarlo de la visión contraria a la que se dio en un principio. Todos esos rostros llorosos en estado de shock, esos sollozos de las multitudes empujando en filas interminables y las hileras de flores que se extienden hasta el absurdo suponen otra muestra de la militancia de un Loznitsa certero y brillante que recoge una idea del pasado, una farsa si se quiere, para traerla al presente y compararla con lo que ahora sucede, en este caso, en Rusia. No es casualidad la labor de re-interpretación de Loznitsa en un mundo en el que la figura de Stalin resurge tras la llegada de Putin al poder, quien vuelve a ensalzar la victoria en la Segunda Guerra Mundial bajo el mando del dictador… Una victoria que fue vista casi como un milagro y llevó a Stalin a reconciliarse con la Iglesia y tener prácticamente el poder de un semidios —esa escena en la que los patriarcas se inclinan ante el cadáver de Stalin…—.

La propia estructura de State Funeral, dramática y compuesta a partir de escenas progresivas a modo de réquiem —la música fúnebre de Mozart, Chopin, Schubert, Tchaikovski y Schumann suena en un bucle tan perspicaz como burlón— nos lleva a la mitología más pagana, a la que acudían tanto Stalin como Hitler para corroborar sus papeles de líderes indiscutibles y supremos. Desde el anuncio de la muerte del líder comunista, pasando por los avisos en prensa y radio, el comienzo del funeral, la llegada de millones de rusos al sitio, el discurso de los peces gordos del Partido en la Plaza Roja hasta el entierro y la nana final, somos interpelados por las miradas de las personas que observan la tumba de Stalin mientras no se ofrece un contraplano. Entre la duda y la grandiosidad del evento, recorremos un sinfín de rostros para terminar en una especie de alivio. Los repetitivos movimientos de la gente que hacen de un desfile lacrimoso un auténtico paseo extenuante nos hacen preguntarnos a cada minuto que avanza el film si esos sentimientos eran verdaderos. El cuidadoso montaje de Loznitsa sirve para poner en duda una reacción tan masiva ante la muerte de una persona a la vez que reitera la devoción del pueblo soviético a la figura incuestionable de Stalin.

«El corazón del colaborador y seguidor del genio de la obra de Lenin, el sabio líder y maestro del Partido Comunista y del pueblo soviético, ha dejado de latir». Esta frase que tanto se repite a lo largo de la película es el punto final a la vida física de Stalin pero no a su legado. Poco después de este gran entierro, de este velatorio digno de un emperador o de un rey, se llevó a cabo un proceso de desestalinización que supondría el fin del llamado “culto a la personalidad”. Loznitsa cierra un episodio tan atrapante como fatigante con su habitual aportación de datos. Si en The Trial todo el juicio que veíamos durante dos horas era una farsa y en The Event se confirmaba el cambio democrático de Rusia bajo el mismo poder que había dominado la URSS, aquí sucede algo parecido. Los llantos no se fingen, pero es imposible no quedar perplejos ante la incongruencia de lo acaecido y la sentencia final de State Funeral. Una auténtica lección de manipulación de una manipulación, de elipsis compleja pero no menos genial que se sitúa entre lo mejor del cine documental actual. (Borja Castillejo Calvo – CineMaldito.com)