En The Dead Don’t Die, en la pequeña localidad de Centerville, los muertos vuelven a la vida y un variopinto grupo de personajes tendrá que hacerles frente

  • IMDb Rating: 5,9
  • RottenTomatoes: 54%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

¿Una comedia de zombies de Jim Jarmusch? Por qué no, si el cineasta de Akron, Ohio, ya había incursionado en el western (Dead Man), en una historia de samuráis (Ghost Dog) y en otra de vampiros (Only Lovers Left Alive). En The Dead Don’t Die, Jarmusch se permite jugar (como lo hiciera en varios casos el gran George A. Romero, a quien homenajea de manera directa, y luego Peter Jackson en films como Muertos de miedo) con un género considerado menor, pero que permite ir de lo lúdico a lo político sin pedir permiso porque en el terreno de los muertos vivientes todos los excesos y las alegorías están aceptadas. Por eso, el film tiene desde guiños cómplices para los fans del creador de Mystery Train y Una noche en la Tierra hasta ese humor negro tan Jarmusch, pasando -claro- por esas explosiones de sangre y vísceras propias del gore.

Sin ser una obra maestra (me quedo en la comparación con la anterior Paterson), The Dead Don’t Die es una entretenida película sobre zombies que atacan Centerville, un pequeño pueblo de 738 habitantes con motel, cantina y… centro de detención juvenil. La película arranca con Cliff Robertson (Bill Murray) y Ronnie Peterson (Adam Driver), dos de los tres agentes de policía del lugar (la tercera es la Mindy Morrison de Chloë Sevigny) en un cementerio. Allí se enfrentan a Bob, el Ermita (Tom Waits), un homeless rebelde que funcionará como observador y narrador en off de toda esta fábula tragicómica con ese humor asordinado y absurdo que constituye el sello de Jarmusch. “Esto no puede terminar bien”, le dice Ronnie a Cliff y esa línea de diálogo quedará como la clave de una película que deja un regusto amargo en medio de los gags y del desfile de figuras habituales y no tanto en el cine del director. Y no será tampoco la única referencia a la era Trump que Jarmusch ve con evidente desánimo y perplejidad.

Las anomalías (dejan de funcionar las radios y los teléfonos, desaparecen las mascotas, tarda en oscurecer hasta que asoma la Luna llena) no solo afectan a Centerville sino -según indican los noticieros- a distintos lugares del mundo. Al parecer, la rotación de la Tierra se ha modificado y las consecuencias son imprevisibles. No le pidan al relato una explicación científica demasiado sesuda, pero lo cierto es que los zombies no tardarán en aparecer (Iggy Pop es el primero de ellos). Luego se sumarán al film desde Steve Buscemi hasta Danny Glover, pasando por Selena Gomez, Rosie Perez, RZA y la gran Tilda Swinton, con look de samurái y espada en mano cortando cabezas de muertos vivos a diestra y siniestra.

The Dead Don’t Die, una película de apertura festiva en su forma pero apocalíptica en su mensaje, combina los elementos ya citados con la autoparodia (los actores hacen bromas sobre la forma trabajo de Jarmusch con ellos y hay chistes ligados a la participación de Adam Driver en la saga de Star Wars). Lo autoral, lo cinéfilo, lo excéntrico y, quedó dicho, lo político. La combinación perfecta para un festival como Cannes. (Diego Batlle – OtrosCines.com)