The Guilty trata sobre Asger Holm, un oficial de policía, quien ha sido suspendido temporalmente de sus funciones y relegado a operador del servicio de emergencias. Durante su rutinario turno de noche, recibe la extraña llamada de una mujer aterrada. A pesar de su reacción de sorpresa, Asger se da cuenta de que la mujer al otro lado del teléfono ha sido secuestrada, y es entonces cuando comenzará la búsqueda. Recluido en su mesa en la central de emergencias, Asger tendrá que localizar y ayudar a la mujer en peligro con la ayuda de sus compañeros en todo el país. Conforme pasan los minutos, Asgar tendrá que enfrentarse no sólo a la precipitación de los acontecimientos relacionados con el caso, sino también a sus propios demonios personales.

Premio del Público – Drama (World Cinema – Festival de Sundance 2018)

Mejor Guion (Festival de Valladolid – Seminci 2018)

  • IMDB Rating: 7,7
  • Rottentomatoes: 99%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

En los años sesenta, Alfred Hitchcock se planteó hacer una película en la que el personaje no pudiera separarse del teléfono, muy en la línea de películas previas en las que se autoimponía restricciones de espacio o personajes, como «La soga», «La ventana indiscreta» (con la que The Guilty tiene muchísimos elementos en común) o ‘Pero… ¿quién mató a Harry?’. El guionista que le propuso la idea fue el imbatible titán de la serie B Larry Cohen, cuando aún se andaba curtiendo en televisión. La idea no prosperó al no encontrar Hitchcock una forma de justificar que el protagonista permaneciera inmóvil junto al aparato.

Cohen sí que encontró la forma de llevar a buen puerto la idea mucho después, en 2002, con la memorable «Última llamada», que dirigió Joel Schumacher, y donde introdujo la idea de un francotirador que obligaba a Colin Farrell a permanecer en una cabina de teléfonos en la calle mientras el caos se desata a su alrededor. Ningún francotirador amenaza en The Guilty, sin embargo, a Asger Holm (Jakob Cedergren), un telefonista que atiende el servicio de emergencias de la policía danesa.

Holm se mantiene a la escucha cuando recibe una llamada de lo que parece ser una mujer que está siendo secuestrada. Lo hace por una mezcla de obligación profesional y un demostrarse a sí mismo que no es el mal policía que todos le acusan de ser tras un conflicto por el que será juzgado al día siguiente. Quizás esta sea la última oportunidad de demostrarle al mundo que es un buen policía pero… ¿cómo hacerlo sin poner en peligro a la mujer? ¿Podrá coordinar a distintos servicios de emergencias, rastrear la llamada, contactar con los hijos de la secuestrada?

El paralelismo con la citada «La ventana indiscreta» está claro: toda la información que nos llega de la intriga es a través de un testigo encerrado tras cuatro paredes, y sus limitaciones nos mediatizan todo. Si en el clásico de Hitchcock esas limitaciones eran que una pierna rota impedían moverse a James Stewart y que tenía que observar a sus vecinos a ráfagas y desde otro edificio, aquí tenemos interferencias e información que llega completamente fragmentada. De hecho, The Guilty también recuerda a otra película coescrita por Cohen, la fantástica «Cellular», en la que Kim Basinger y Chris Evans se comunican a través de un móvil defectuoso.

Aquí, sin embargo, la claustrofobia de la situación se acentúa: no solo el único medio de comunicación con el exterior del protagonista es un teléfono en la centralita de policía (ese es el motivo para no cambiar de escenario), sino que el único sentido que tiene valor aquí es el oído. Y de ahí parte el espectacular magnetismo de la película, que juega con el diseño de sonido de forma extraordinaria. The Guilty solo muestra a gente hablando (de la que solo vemos a una mitad de los interlocutores, además), pero hace muy buen uso de los silencios, de las pausas, de los momentos en los que esa comunicación no está siendo fluida.

En ese sentido la labor de edición es una auténtica lección maestra, con primeros planos prolongados en los que solo se perciben débiles sonidos de una pelea o una discusión en la lejanía, con un gesto serio y concentrado de Holm que el espectador comparte. Planos que contrastan con un montaje más ajetreado y dinámico cuando la acción se dispara y Holm, sin moverse de su asiento, tiene que coordinar a decenas de agentes y voces a la vez.

El resultado no solo es lo suficientemente competente como thriller al uso, sino que se permite introducir algunas cargas de profundidad en torno al estresante trabajo del servicio público en emergencias. El guión también describe al protagonista con una serie de pinceladas negras que hacen dudar, desde el primer momento, de su total integridad. Eso es también lo que propicia un par de giros que quizás no terminen de resultar necesarios, ya que la auténtica fuerza de la película está en su tensión perfectamente sostenida, no en la sofisticación de la trama.

Aún así, The Guilty encuentra en su ambigüedad y en el imprevisible resultado de sus llamadas, así como en la poco conformista descripción de su héroe, sus mejores bazas. Todo ello la aleja de un thriller al uso, como podría ser aquella «La última llamada» con Halle Berry, de argumento similar e infausto recuerdo, y de la que The Guilty es casi su opuesto perfecto: un ejercicio de tensión con autoimpuestas y bienvenidas limitaciones, y refrescantemente ambiguo. (John Tones – espinof.com)