Wolfwalkers transcurre en una época en la que reinan la superstición y la magia, los lobos están considerados como una fuerza demoníaca que debe ser eliminada. Robyn es una joven aprendiz que viaja hasta Irlanda junto a su padre para erradicar al último grupo de lobeznos que conoce, pero la situación cambia cuando Robyn salva a Mebh. Su amistad la lleva a conocer el mundo de los denominados «Wolfwalkers», transformándose en aquello que su padre la ha mandado a destruir.

Mejor Película de Animación 2020 para el Círculo de Críticos de Nueva York
Mejor Largometraje de Animación 2020 para la Asociación de Críticos de Los Angeles:
Mejor Película de Animación 2020 para la Asociación de Críticos de Chicago
  • IMDb Rating: 8,2
  • RottenTomatoes: 99%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

El folclore irlandés es un reservorio cultural amplísimo y la productora de animación Cartoon Saloon lo está aprovechando al máximo. Wolfwalkers es la tercera película –cierre quizás de una trilogía– sobre ese mundo después de The Secret of the Kells y Song of the Sea. Como su título lo indica, la película utiliza un mito que tiene algunos puntos en común –pero se aleja en otros– del de los «hombres lobo» solo que, al estar la película contada desde un lugar de simpatía con esas criaturas, esa agresión se convierte en justificada autodefensa. Los «wolfwalkers» son humanos que se han convertido en lobos con poderes curativos (van y vienen de la forma humana a la animal) y que lideran a una manada de lobos (reales) que, en este caso, intenta defenderse de las literales invasiones inglesas.

Es que en el siglo XVII, los ingleses invaden Irlanda comandados por el General Cromwell y lo que hace la película es transformar al pueblo de Kilkenny en el centro de ese enfrentamiento entre los locales católicos y los invasores. Y, en algún punto, los lobos y sus protectores humanos funcionan como los cuidadores de los recursos naturales de la Tierra y los que intentan frenar a estos militares que quieren aniquilarlos. Este es el mundo con el que se encuentra la pequeña Robyn Goodfellowe –hija del militar inglés Bill Goodfellowe– cuando arranca la historia.

Ella es una niña que, pese a los insistentes pedidos de su protector y temeroso padre, se aventura al bosque cuando su amado pájaro desaparece. Allí se topa con los lobos y con la chica que los conduce, llamada Mebh MacTíre. Pronto termina estableciendo una amistad con ella y entendiendo la problemática que atraviesan ante un ejército invasor que quiere echarlos de su tierra. Y antes que puedan decir Dance with the Wolves, Robyn ya ha cambiado de bando y se ofrece a buscar y rescatar a la madre de la niña que ha desaparecido y que quizás haya sido atrapada por el ejército invasor. Pero antes de eso, bueno, pasarán algunas cosas un tanto más raras…

Wolfwalkers –traducible como «paseadores de lobos»– está hecha con una bellísima animación tradicional en 2D que remeda en sus colores y movimientos a ciertos libros de cuentos. En realidad, su universo tiene dos espacios muy diferenciados. El bosque –con sus colores brillantes y cálidos, sus líneas onduladas y su música vivaz– contrasta con la tomada y fortificada ciudad que se ve con colores más grises, líneas más rectas y duras y muchos recursos formales propios de las artes plásticas de la época. Si bien es muy diferente en sus cuestiones específicas, la película comparte universos y visión con títulos como Princess Mononoke o El Viaje de Chihiro, del japonés Hayao Miyazaki.

Es una película que cuenta una historia de amistad, de girl power y de cuidado del medio ambiente con un tinte que, simplificando, podría definirse como «anti-imperialista», pero que está narrada como un relato de acción y suspenso, más cerca del western y de historias como Game of Thrones que de algunas películas que, tal vez en similar plan educativo, se vuelven solemnes y morosas. Dicho de otro modo: fábulas con temáticas similares hay muchas, pero pocas tienen la originalidad, la creatividad visual y la intensidad narrativa de Wolfwalkers, que seguramente luchará con Soul por el título a la mejor película animada de 2020.

Es cierto que hay algunas escenas que parecen estar incorporadas para el gusto de los espectadores de animación actual (un número musical, por ejemplo) que realmente sobran y una cierta reiteración de escenas en su segunda mitad (Robyn se pasa media película diciéndole «No, por favor, no» a su padre y él contestándole «lo hago por tu bien«, «haz lo que te digo» o similares), pero más allá de esas reiteraciones, Wolfwalkers tiene una potencia narrativa tal que, aún los espectadores que son un poco perezosos con el cine de animación (como quien escribe) terminarán rindiéndose ante la originalidad de la propuesta visual de este extraordinario film. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)