En plena Guerra Fría, el profesor Hamilton, un sabio ingenuo que creía en las bondades de la energía nuclear, al darse cuenta de su error, huye a Calabuch, un pueblo mediterráneo, y se lleva consigo todos sus secretos. En ese lugar la gente se limita a vivir y conserva el sentido del humor y de la amistad.

  • IMDb Rating: 7,4
  • RottenTomatoes: 82%

Película (Calidad 1080p)

 

Fallecido en 2010, Luis García Berlanga fue uno de los grandes directores españoles de todos los tiempos, perteneciente a una época, en la que empezó a hacer cine, que personalmente considero como la mejor de toda la historia española, cinematográficamente hablando. Calabuch (1956) fue filmada años después de su primer gran éxito, Bienvenido Míster Marshall (1953), y es inmediatamente anterior a los tres títulos de su director que personalmente más me gustan: Los Jueves, Milagro (1957), Plácido (1961) y El Verdugo (1963), las dos últimas con guión de Rafael Azcona, dos de las más grandes obras maestras de la historia del cine, y no sólo del español.

Para rendir nuestro particular homenaje en Blogdecine, he elegido una de las películas más exitosas de su realizador, y que un servidor en concreto es de las que más olvidadas tenía. Estamos hablando de una de las cintas en las que el peculiar humor negro de su autor, y sobre todo su mirada crítica, son más suaves que en el resto de su filmografía. Su influencia hay que buscarla en las cintas del neorrealismo italiano, tan en boga aquellos años, en alguna que otra cinta de Tati, y sobre todo en una de las grandes películas de John Ford, The Quiet Man, de la cual hablaremos en su momento.

Calabuch narra la historia de un pueblecito valenciano, el que da nombre al título del film. Hasta allí llega Jorge Serra Hamilton, famoso profesor que decide pasar inadvertido en el pueblo, huyendo de los experimentos en los que sus conocimientos son usados en beneficio militar. Tomado como un vagabundo compartirá celda con un hombre apodado El langosta, con el que iniciará una nueva y sentida amistad, la misma que le unirá al resto del pueblo, que irán aceptando a Jorge como uno más, sobre todo después de hacerles quedar de primeros en un concurso de fuegos artificiales.

No estamos ante una de las obras maestras de su autor. El propio realizador afirmó años después que si tuviera que volver a hacer alguna de sus películas, Calabuch la reharía de nuevo completamente, parándose más en las gentes del pueblo. Sin embargo, el paso del tiempo ha tratado bien una película que tal vez sea de las más sentimentalistas de su autor, lo cual no está reñido con la calidad. Una comedia costumbrista que habla sobre una utopía, la de llevarse bien con todo el mundo haciendo lo que uno siempre quiere, o mejor aún, lo que más le gusta. Todo ello reflejado en un pueblo habitado por una galería de personajes de lo más variopinta.

Así pues Jorge —en realidad George— conocerá al Langosta, un traficante de buen corazón que pasa sus días en una cárcel muy peculiar, de la que puede salir cuando le venga en gana, pues las ocupaciones del pueblo requieren de su presencia; Matías, un guardia civil que es la autoridad del pueblo, el típico malhumorado pero un buenazo en el fondo; el farero, que en sus jornadas laborales juega al ajedrez por radio con el cura, más preocupado éste por las luces de su iglesia; la profesora del pueblo, enamorada en secreto del «langosta», y cómo no, correspondida por aquél, una especie de amor imposible que irónicamente sólo puede tener lugar en Calabuch; el pintor, especie de alter ego del propio Berlanga, ya que fue pintor en su juventud.

Como en sus demás películas, el director toca temas como la política, la religión y la educación, pero esta vez la crítica es muy suave, casi amable y condescendiente. La intención de Berlanga es lanzar un mensaje de optimismo, reflejado en las gentes del pueblo que aceptan de buen grado a un extranjero del que no saben absolutamente nada. Incluso cuando el profesor es descubierto, todos hacen caso omiso intentando que se quede entre ellos, escondiéndolo si es necesario. En Calabuch no hay malos pensamientos, todo el mundo se lleva bien, es una especie de paraíso terrenal, y Berlanga realiza una especie de cuento con sus gentes. Una de esas historias bienintencionadas que gustan a todo el mundo, y que el director concluye con un golpe de cruda realidad.

Calabuch supuso la última película del actor inglés Edmund Gwenn, en cuyo currículum encontramos películas como Foreign Correspondet, de Alfred Hitchcock, Miracle on 34th Street, de George Seaton, o Them, de Gordon Douglas. En cuanto a la lista de secundarios podemos ver las caras de ilustres como Manuel Alexandre o Pepe Isbert, rostros únicos de nuestro cine. (Alberto Abuín – Espinof.com)