Night Tide transcurre en el pequeño pueblo de una isla del océano Pacífico, el joven Johnny queda prendado de una mujer de cabello negro. Ella trabaja en una feria como una «sirena». Después de algunos extraños sucesos, Johnny empieza a creer que la chica pudiera ser una sirena real, que asesina en las noches de luna llena.

  • IMDb Rating: 6,4
  • RottenTomatoes: 86%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Johnny acaba de ingresar a la marina; en uno de sus permisos, pasea por un muelle. Todo sucede como un día cualquiera hasta que, en un bar, conoce a Mora. Ella lo rechaza, pero él persiste hasta que acepta verlo otro día. Lentamente, surge una relación entre ambos. No obstante, hay misterios alrededor de Mora: una mujer la persigue, tiene una extraña fijación por el mar, sus dos novios anteriores fueron asesinados y tanto ella como su protector afirman que es una sirena. ¿En verdad lo es, y hasta dónde llega el amor que Johnny siente por ella? Estas son las dos preguntas que mantienen la tensión en la película de Curtis Harrington.

Night Tide mantiene en una indeterminación la respuesta a la primera pregunta, y en esto radica buena parte de la genialidad de la cinta. Bien podría ser que Mora sea una sirena y, entonces, estamos ante una obra sobre la lucha del ser humano contra algo que rebasa sus dominios.

Llega a la mente el mito de las sirenas, cuyo canto los hombres no pueden resistir, como Johnny, pese a todas las advertencias, no puede alejarse de Mora. En este caso, ¿dónde están nuestras debilidades? La pasión, el deseo, el amor… he aquí un grupo de móviles en el ser humano que, una vez atraídos por algo, pueden arrastrarnos a la perdición, si no se es cuidadoso y no se vigila hacia dónde nos dirigimos. La escena donde el marinero arriesga todo por salvarla, desconcertado, fuera de sí, es el fiel retrato del ser humano que no puede resistirse a algo que lo arrastra, con el riesgo de perder la vida.

Pero también es posible que Mora no sea una sirena y solo lo crea por culpa del hombre que la cuidó durante su infancia. Las historias que le contó habrían dejado una huella tan profunda en ella que llegó a imaginar personas, imágenes y sonidos que la persiguen. Desde esta perspectiva, todo nace de su mente; la perdición no viene de algo externo, sino de uno mismo. Algo parecido sucedería con Johnny: los miedos nacen de las ideas que, poco a poco, va aceptando, debido a la insistencia de las personas. Incluso, hasta llegar a ver cosas que en realidad no existen, como la mujer que persigue a su amada, cuya existencia nadie más acredita. Ya decía Thoreau que lo que uno cree de sí mismo es lo que lo determina; la opinión pública puede ser un cruel tirano, pero no tanto como podemos serlo nosotros con nosotros mismos. El terror y la inseguridad no vienen de fuera; nacen de nosotros y eso vuelve más complicado luchar contra ellos.

Sea o no sea una sirena, que en el fondo es lo menos importante, Harrington realiza con Night Tide una película sobre nosotros, nuestras debilidades y conflictos ante algo que, en cierto modo, escapa de nuestras manos.

¿Cómo enfrentar el miedo y la inseguridad? No hay respuesta definitiva, pero algo se asoma en Night Tide: no es posible hacerlo solo. Pese al final, Mora se salva gracias a Johnny. Lo amaba, confiaba en él y él la acompañó en todo. Este acompañamiento fue lo que la ayudó a rebelarse contra aquello que la agobiaba. Acompañamiento aquí significa una relación de confianza, carente de juicios y prejuicios, fundada en el cuidado mutuo. Contra esto, el protector de Mora llega a afirmar que su amor fue lo que terminó con ella, pero es todo lo contrario, eso fue lo que la liberó.

El acompañamiento, este cierto tipo de amor, es la apuesta de Night Tide para luchar contra lo que nos agobia, nuestros miedos e inseguridades. Quizá sea complicado encontrar algo así, pero Harrington es un director que confía en su existencia. De ahí que a Johnny se le presente la posibilidad de encontrarlo, a su vez, en la chica que maneja el carrusel. (Adalberto Pagola – Mapleforth.com)