Día: 15 de marzo de 2025

  • Closet Monster (Stephen Patrick Dunn – 2015)

    Closet Monster (Stephen Patrick Dunn – 2015)

    En Closet Monster un adolescente con mucha creatividad sueña con salir de su pueblo natal y huir así de los recuerdos que le atemorizan de su turbulenta infancia.

    Mejor Película Canadiense en el Festival de Toronto 2015

    • IMDb Rating: 7,0
    • RottenTomatoes: 73%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Si atendemos a que está científicamente probado que la infancia es esa etapa clave para toda persona, donde se conforman los soportes intelectuales y afectivos de los que dependerá su éxito o fracaso como adulto, está claro que la de Oscar Madly, el joven protagonista de Closet Monster, tiene todos los números para destinarle a un futuro más bien incierto. Nacer en un lugar tan aburrido y poco “cool” como San Juan de Terranova, capital de provincias canadiense, era lo peor que le puede suceder a un chico que, desde temprana edad, parecía tener definida su orientación (homo) sexual, algo que provocaba las burlas de las compañeras de colegio, que le llamaban marica por la forma de mirarse las uñas. Si a esta circunstancia le añadimos que fue testigo silencioso del violentísimo ataque homofóbico a un chico gay en un cementerio, por parte de un grupo de adolescentes, el trauma está más que asegurado. Tampoco su entorno familiar de Oscar fue el más propicio para disfrutar de una niñez feliz y armónica, ya que sus progenitores acabaron separándose de muy malas maneras utilizando al muchacho como arma arrojadiza. De este modo, la madre abandonó el hogar para huir de una asfixiante convivencia con un marido demasiado inmaduro y excéntrico que fue quien se quedó con la custodia del niño, no sin antes regalarle un hámster llamado Buffy que, desde entonces, se convertiría en su mejor confidente. Pero el Oscar adolescente parece tener las ideas bien claras y un ambicioso objetivo: escapar de ese entorno represivo para estudiar en una universidad de Nueva York y sacar beneficio de su gran creatividad como maquillador de efectos especiales, junto a su musa y mejor amiga Gemma.

    El canadiense Stephen Patrick Dunn, prestigioso cortometrajista con títulos tan premiados en su haber como Swallowed (2010) o Life Doesn´t Frighten Me (2012) debuta en el largometraje con un relato de iniciación a la vida con confesos tintes autobiográficos, que enmarca la acción de la historia en la localidad que le vio crecer y atribuye al personaje de Oscar algunas experiencias personales. Lejos de ser una más de las cientos de producciones de temática LGTB que, cada vez con más frecuencia, nos obsequia el cine indie, Closet Monster sorprende por una complejidad y cuidado por los detalles que trasciende más allá de su género y que la hizo merecedora del premio a la mejor película canadiense de la edición de 2015 del Festival de Toronto. Connor Jessup es toda una revelación en su personificación de Oscar, ese joven soñador y con ansias de volar fuera del nido pero, a la vez, atormentado por unos fantasmas del pasado que no le dejan expresarse como en realidad es. Ya su simbólico título nos remite a un monstruo que habita en el interior del armario y que no es otra cosa que ese miedo irracional que el protagonista ha desarrollado a vivir su sexualidad en libertad, consecuencia tanto del brutal crimen que presenció años atrás como del temor a decepcionar a sus padres, con los que mantiene una relación de amor/odio. Toda esa frustración la proyecta a través de las conversaciones que mantiene con su mascota (doblada en su versión original por una sorprendente Isabella Rossellini), transformada en una amiga no tan imaginaria que, al mismo tiempo que funciona como contrapunto irónico, actúa como voz de la conciencia de Oscar. Como elemento desestabilizador de su plan trazado encontramos a Wilder, el atractivo y carismático compañero de trabajo del protagonista en la ferretería donde se saca un dinero mientras espera la llegada de la carta de admisión que le lleve a emprender el sueño americano, que representa la antítesis de lo que es Oscar y todo lo que este querría ser. Wilder despertará los deseos más reprimidos del muchacho, haciéndole vivir (a su modo agridulce, más bien tormentoso) su primer amor y plantearse derribar esas puertas del armario que le impiden avanzar en la vida.

    Durante el visionado de Closet Monster es imposible no encontrar referencias, tanto estéticas (el uso de la cámara lenta y la importancia de la música que convierten a algunos pasajes en pequeños videoclips) como temáticas con la obra de otro canadiense tan laureado como Xavier Dolan, el nuevo niño mimado por la crítica internacional. Concretamente, el filme de Dunn tiene muchos puntos en común con Les Amours Imaginaires, con un triángulo amoroso en el que uno de los vértices (el que representa la amiga enamorada en secreto) está destinado a irse de vacío. De hecho, la personificación de Wilder, ese ambiguo adonis capaz de atraer todas las miradas a su paso, tiene los rasgos de Aliocha Schneider, hermano de Niels Schneider, actor que desempeñara idéntico rol en el título de Dolan. El Stephen Dunn guionista, de manera inteligente, se las ingenia para añadir elementos originales y rompedores a su libreto que hacen de su ópera prima algo especial y diferente. La atractiva psicología del personaje de Oscar (encarnado por Connor Jessup), cuya desbordante imaginación le hace ser propenso a sufrir terroríficas pesadillas o visiones –también se atisba la influencia del maestro David Cronenberg en sus momentos más alucinógenos, sobre todo en la escena del fracasado acto sexual en el baño–, bordea la psicopatía y lo emparenta, directamente, con otro adolescente inadaptado como el encarnado por Jake Gyllenhaal en Donnie Darko (Richard Kelly, 2001). Estamos pues, ante el retrato de un perdedor que no se resigna a serlo, un chico con serias carencias afectivas que, por desgracia, no sabe cómo amar y reacciona causando dolor a las personas que le rodean. La excelente fotografía de Baby Shore, colorista y de estética casi ochentera; su atmósfera entre onírica y homoerótica; y una maravillosa banda sonora que recopila música electrónica de grupos alternativos como Laytron, Austra, Allie X o Light Asylum, sirven de perfecto envoltorio audiovisual a una cinta dotada de un magnetismo único, extraña y genial, salpicada de un sentido del humor negrísimo que, en ocasiones, puede llegar a resultar algo desconcertante. Lo que no cabe duda es que Closet Monster, en su imposible equilibrio entre drama familiar (en su vertiente disfuncional), thriller psicológico y romance iniciático, tiene la capacidad de, para bien o para mal, no dejar indiferente a nadie, algo que la encumbra, con todas las de la ley, como una de las perlas por descubrir del año y un futuro título de culto. (José Martín León – ElAntepenúltimoMohicano.com)

  • United 93 (Paul Greengrass – 2006)

    United 93 (Paul Greengrass – 2006)

    United 93 sucede el 11 de septiembre de 2001 cuando cuatro aviones fueron secuestrados. Tres alcanzaron su objetivo, pero el cuarto no. Relato de la tragedia por medio de una meticulosa recreación de los acontecimientos que rodearon al vuelo 93 de United Airlines con la esperanza de tener una visión más amplia de los hechos. La película, realizada con el apoyo de las familias de los pasajeros que viajaban a bordo del avión, relata en tiempo real la dramática historia de lo que ocurrió en el aire y en tierra, mientras los pasajeros, la tripulación, los controladores aéreos y los centros militares intentaban entender y solucionar una crisis inimaginable.

    Mejor Director y Mejor Montaje en los Premios BAFTA 2006
    Mejor Película 2006 para el Círculo de Críticos de Nueva York
    Mejor Director 2006 para la Asociación de Críticos de Los Angeles
    Top 10 – Mejores Películas del Año para la American Film Institute (AFI)

    • IMDb Rating: 7,6
    • RottenTomatoes: 83%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Extraordinaria reconstrucción de los hechos ocurridos en EEUU durante la mañana del 11 de septiembre de 2001, desde el punto de vista de los controladores aéreos, mandos militares y, especialmente, de los pasajeros y tripulación del vuelo 93 de United Airlines, el único de los cuatro aviones secuestrados por terroristas suicidas de la organización Al Qaeda que no alcanzó su objetivo, debido a que los pasajeros del avión, una vez fueron conscientes de lo que sucedía, se enfrentaron a los terroristas para tratar de recuperar el control del avión. Quizá debido a un reducido presupuesto para los estándares de este tipo de cine, así como por un rodaje que transcurrió principalmente en Inglaterra, Paul Greengrass pudo mantenerse ajeno a cualquier tipo de maniqueísmo y narrar los hechos a modo de docudrama desde un punto de vista objetivo. Rodeado de un grupo de actores desconocidos, amateurs y que en muchos casos se interpretaban a sí mismos, su reconstrucción es un relato absolutamente crudo y descarnado del desconcierto vivido aquélla jornada y de la lucha por la supervivencia de los pasajeros de aquél vuelo, lo cual, unido a su estilo de filmación directo y un montaje superlativo, hizo de este film uno de los imprescindibles de su década pero, sobre todo, un triunfo absoluto de Greengrass por su labor como realizador.

    Para filmar este film con un estilo de extraordinario realismo y estética documental, muy lejano del de las grandes superproducciones de Hollywood, Greengrass tuvo el acierto de recurrir al operador habitual del cine de Ken Loach, el también británico Barry Ackroyd [BSC]. Acostumbrado a trabajar con medios escasos, cámara al hombro y lentes zoom desde sus orígenes en el mundo del documental, Ackroyd era un operador perfecto para este trabajo, aunque hay que tener en cuenta que Greengrass ya extrajo un trabajo similar del también británico Oliver Wood –director de fotografía acostumbrado a imágenes más elaboradas, como mostraba  Die Hard 2 – en la segunda y tercera entrega de las aventuras de Jason Bourne. Posteriormente, Ackroyd obtuvo su primera nominación al Oscar –entre otras menciones- por su labor en Super 16mm en el film de Kathryn Bigelow The Hurt Locker  (2008), habiendo acompañado también a Greengrass en la fallida  Green Zone (2010) y en la más exitosa Captain Phillips, que repite sin demasiados escrúpulos el mismo esquema del presente film.

    United 93 utiliza varias localizaciones, todas ellas reales: las salas de los controladores aéreos, las de los militares, algunas salas de los aeropuertos durante sus escenas de apertura y, sobre todo, el interior de un Boeing 757 como lo fue el United 93. Las escenas de controladores y militares son muy similares en su concepción, porque en ellas lo que hace Ackroyd es lo más dificil que se le puede pedir a un director de fotografía: prácticamente se limita a no hacer nada. Las circunstancias y el estilo de la película prácticamente le obligan a confiar de manera exclusiva en las verdaderas luces integradas en los múltiples paneles de mando y control, pantallas, consolas, etc, que lucen sobreexpuestas, dejando que los personajes se muevan por las mismas sin que exista la menor apariencia de la introducción de “luz cinematográfica” en dichos lugares.

    Ello entronca directamente con el estilo de filmación de Greengrass: siempre con dos o tres cámaras, generalmente al hombro y equipadas con lentes zoom, al director coreografía, a modo de teatro, largas tomas de 20, 30 y 40 minutos de acción real durante el rodaje, que sus operadores de cámara cubren a modo de documental siguiendo sus órdenes, sin que existan unas marcas pre-definidas ni para los actores ni para los operadores. Ello provoca esa sensación de inmediatez, unido a que los actores desconocidos o que se interpretan a sí mismos repiten lo que ocurrió durante aquélla mañana del 11-S, que hace de United 93 una de las experiencias cinematográficas más verídicas que se recuerdan.

    En el interior del avión, Ackroyd también emplea las verdaderas luces del mismo, pero sobre todo destaca cómo consigue crear la sensación de vuelo y movimiento a través del uso de grandes fuentes de iluminación (por lo menos 10-12KW) que son las que se mueven desde fuera del aparato, simulando los haces de la luz solar mientras éste vuela. A menudo, los personajes sobre los que éstas luces inciden directamente aparecen fuertemente sobreexpuestos, con tremendos destellos de las lentes que prácticamente les ocultan, etc., pero estas “exposiciones” incorrectas lo único que hacen es colaborar a que el aspecto del conjunto parezca nada controlado, muy crudo y, de esta forma, tan real como la vida misma.

    United 93 no es un film cuyas imágenes luzcan especialmente bellas, ni mucho menos lo pretenden, sin que a los cineastas les incomode en absoluto que en bastantes situaciones –especialmente en las salas de control y de los militares- los personajes aparezcan fuertemente subexpuestos, en silueta, con roces de foco o, directamente, en lugares en los que la luz no podría ser más plana o anodina. Tampoco importa que en muchas ocasiones las composiciones de imagen resulten descompensadas, o muy poco elaboradas. La intención de Greengrass, sin lugar a dudas, no es otra que la de reconstruir ante la cámara lo que sucedió aquélla mañana para que él y su equipo puedan captarlo como si de un documental se tratase. Y el resultado, en este aspecto, es insuperable. (HarmonicaCinema.com)