Día: 17 de marzo de 2025

  • Pitfall (André De Toth – 1948)

    Pitfall (André De Toth – 1948)

    En Pitfall el agente de seguros John Forbes vive en Los Ángeles con su esposa y su hijo. Mientras tanto, un ex policía convertido en detective privado se dedica a investigar los métodos de un estafador al que hace poco la compañía de Forbes pagó una indemnización. El detective descubre que le hizo diversos regalos a Mona, una atractiva modelo.

    • IMDb Rating: 7,1
    • RottenTomatoes: 70%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    John Forbes es un agente de seguros que está hastiado de su vida acomodada pero monótona con su mujer y su hijo pequeño. En el trabajo se encuentra con un detective al que emplea para ciertos trabajos, MacDonald, al que ha mandado investigar el caso de un tal Bill Smiley, que está en la cárcel por haber desfalcado una gran cantidad de dinero. MacDonald ha averiguado que gran parte de esa suma se la gastó en regalos para su novia, la modelo Mona Stevens, así que John va a visitarla. Pese a que inicialmente ambos chocan, John y Mona sienten una atracción mutua que peligra con derivar en adulterio, pero MacDonald, que está obsesionado con ella, no dejará de vigilarles de cerca.

    Pitfall (1948) es un ejemplo muy interesante de film noir que centra toda la trama en la que es una de las grandes temáticas del género: lo que subyace tras esa América teóricamente perfecta y del bienestar. Pero lo hace de una forma que la diferencia de otros muchos exponentes del género: evitando utilizar un crimen como elemento de conflicto. Pitfall se trata pues de una película en que solo hay un par de actos criminales que además se encuentran al final de la cinta (y uno de ellos fuera de campo), y que se basa por tanto en la tensión existente en el trío protagonista: la forma como MacDonald chantajea a John y Mona amenazando con revelar a la esposa del primero ese pequeño adulterio que tuvo.

    La película se centra en los intentos del protagonista por resolver ese error que cometió sin poner en peligro su vida familiar, intentar que ese «desliz» no desbarate ese hogar que al principio de la cinta infravaloraba tan alegremente. Se mantiene del universo noir ese espíritu fatalista, esa sensación de que John nunca podrá estar libre de aquel error del pasado por mucho que los dos implicados (él y Mona) quieran dejarlo atrás. Aquí ese elemento disruptor lo encarna la figura corrupta de MacDonald (un excelente Raymond Burr), dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguir a esa mujer, y que representa a la amenaza que sobrevuela a su hogar.

    Muy significativamente, el hogar de John es ese espacio que éste intenta mantener alejado del resto de personajes relacionados con su adulterio, como si quisiera mantenerlo limpio de ese mundo corrupto de afuera. Por ello cuando MacDonald le espera en el garaje de su casa para apalizarle lo que más le duele al protagonista no es el ataque en sí, sino que haya llegado hasta su hogar. Cuando más tarde le devuelva al detective la paliza, lo que le remarca es que no quiere bajo ningún concepto que se acerque a su morada. Posteriormente, cuando MacDonald vuelve junto a un Smiley borracho recién salido de la cárcel, la cinta llegará a su momento de máxima tensión cuando uno de esos personajes intenta entrar por fin en la residencia del protagonista, en definitiva, vulnerar la santidad del hogar familiar.

    Sin ser una gran joya oculta del género, Pitfall es una más que eficiente obra que tiene un interés extra por ese enfoque tan inusual. Un film noir en que su protagonista no solo tiene poco de heroico sino que es incluso realmente antipático (en la escena inicial su tono tan seco y lleno de amargura lo convierten en alguien muy poco agradable, y más cuando se permite incluso alguna broma mordaz con su hijo pequeño como pedirle que no se gaste el dinero que le ha prestado en mujeres – algo irónico habida cuenta lo que va a hacer él más adelante). Una cinta en que no solo no hay una femme fatale, sino que la mujer que teóricamente debería ocupar ese rol es de los pocos personajes positivos y desinteresados (muy bien interpretada por Lizabeth Scott alejándose de sus roles prototípicos). Una obra que además acaba con un final extrañamente abierto y poco halagüeño para sus protagonistas.

    Y, no menos interesante aún, una película del Hollywood clásico que no sigue el código Hays demasiado estrictamente al no castigar abiertamente el adulterio de su protagonista. Según parece, aunque inicialmente la oficina Hays puso problemas al respecto, el director André de Toth parece ser que lo solucionó haciéndole saber a dos de los censores que sabía de sus aventuras extramaritales y que conocía a sus amantes; tras eso no le pusieron ninguna pega más al guion. Merece por tanto rescatarse Pitfall como una obra pequeña pero que es fiel a sí misma y en su crítica a ese idealizado American Way of Life. (ElGabineteDelDoctorMabuse.com)

  • Adolescence (Philip Barantini – 2025)

    Adolescence (Philip Barantini – 2025)

    En Adolescence el mundo de una familia se pone patas arriba cuando Jamie Miller, de 13 años, es arrestado y acusado de asesinar a una compañera de clase. Los cargos contra su hijo les obliga a enfrentarse a la peor pesadilla de cualquier padre.

    • IMDb Rating: 8,4
    • RottenTomatoes: 75%

    Temporada 1 (Calidad 1080p. Los capítulos vienen con subs en varios idiomas, entre ellos el español)

     

    El concepto que organiza Adolescence puede sonar un poco a truco, uno de esos característicos gimmicks que sirven para vender una película o serie. Pero con el correr de los minutos uno se da cuenta que, más que hacerse notar por sí mismos, sirven para darle una urgencia, una verdad y un nivel de detalle a esta miniserie inglesa que sin eso quizás no tendría. ¿En que consiste el truco? Cada episodio está filmado en un plano secuencia, en una sola toma y en tiempo real, con las cámaras yendo de un personaje a otro y moviéndose en el espacio un tanto acrobáticamente. ¿Se nota el jueguito? Sí, se nota, especialmente en los episodios que se mueve de manera más enérgica y ampulosamente. Pero nunca molesta o llama la atención sobre sí mismo porque el espectador estará tan comprometido con lo que pasa que, después de un rato, se acostumbrará al constante movimiento de personas y acciones.

    Lo central de esta fascinante miniserie británica es el caso que se narra. No tanto por el hecho policial en sí –hay decenas de series con algún tipo de crimen a resolver– sino por la manera en la que esa muerte dispara una suerte de breve estudio sobre lo que le da su título: la adolescencia. Creada por Jack Thorne y Stephen Graham, quien también la protagoniza, Adolescence empieza con un rutinario pero potente caso policial. Más de media docena de autos de la policía de una pequeña ciudad británica –se filmó en South Elmsall, pero no se la nombra como tal– llegan a una casa, bajan con toda la fuerza, entran violentamente y a los gritos para detener a alguien. La sorpresa es que no van a detener a un narco, sino a un chico de 13 años que duerme y, al ver entrar a la policía brutalmente a su cuarto, se hace pis encima.

    La detención de Jamie (Owen Cooper) es agresiva y los padres no entienden nada de lo que pasa. Lo acusan de un crimen, él asegura no haber hecho nada, lo meten a un patrullero esposado y se lo llevan a la comisaría. Atrás irá su papá Eddie (Graham, que protagoniza también la actual A Thousand Blows), su madre Manda (Christine Tremarco) y su hermana mayor (Amélie Pease). El detective encargado, Luke Bascombe (Ashley Walters), le va explicando los pasos al chico y buena parte del episodio se irá en el ingreso, los trámites, la tensión, los nervios y miedos que se viven en el momento, tanto de parte de Jamie como de su familia. Entre policías, abogados y trabajadores sociales que circulan llegaremos a un primer interrogatorio. Y allí entenderemos más claramente qué pasó o pudo haber pasado.

    SPOILERS DEL PRIMER EPISODIO

    A Jamie lo acusan de haber matado la noche anterior a una compañera de la escuela. El chico lo niega, el padre lo considera absurdo, pero la policía empieza a sacar pruebas cada vez más contundentes y reveladoras. Para el cierre del primer episodio, el enigma estará abierto. Si bien Jamie asegura no tener nada que ver, hay pruebas que en apariencia lo condenan. Pero nos quedará claro en el segundo episodio –que transcurre unos días después en la escuela a la que va Jamie– que Adolescence está más interesada en analizar los motivos que pueden terminar derivando en un hecho así que los datos puntuales del crimen.

    FIN DE ZONA DE SPOILERS

    La serie organizará los episodios posteriores en la escuela, en una sesión de Jamie con una psicóloga (interpretada por Erin Doherty) y luego en su casa. Y el objetivo será claro e intrigante: ¿hay un mundo que los padres de chicos como Jamie no ven? ¿Hay zonas peligrosas en las que se mueven que ellos desconocen? ¿Tienen una personalidad más violenta que les ocultan? De a poco comenzará a ganar en importancia algo que la policía y los padres manejan mal y conocen poco: las redes sociales, los comentarios que allí se hacen, los grupitos, las discusiones y las tensiones entre los alumnos. La adolescencia es un universo cargado de pequeñas y no tan pequeñas violencias. Y los que las ejercen y las sufren no están del todo preparados para lidiar con ellas.

    Cada episodio de Adolescence se extenderá por la misma hora que dura verlo y en ningún momento tiene como objetivo completar todo el panorama. Hay personajes que entran y salen, otros que parecen relevantes y luego desaparecen, y lo contrario también. Gracias a ese esquema narrativo y al plano secuencia que la organiza, la serie funciona como un panóptico: un muestrario de distintos personajes y situaciones en los que prima la agresión y la violencia en el mundo adolescente. No se trata de encontrar tampoco traumas o culpables que expliquen lo que pasa: la crueldad y la tensión los atraviesa a todos por igual, desde el chico problemático al estudioso. Un emoji en Instagram puede desatar una desgracia. Un comentario agresivo, otra.

    Adolescence pone el ojo también en un tema cada vez más relevante: una suerte de regreso de la misoginia que recorre el mundo, marcado por una vuelta de ciertas actitudes agresivas y violentas de parte de muchos chicos que aparecieron, en parte, como consecuencia de algunas conquistas del feminismo. Conceptos como incels, personajes nefastos como Andrew Tate y el surgimiento de la extrema derecha entre los adolescentes varones son temas que rodean al hecho en sí y que intentan contextualizarlo, analizar el clima que se vive en esa escuela y que trasciende esos límites. Si bien la miniserie no se mete en política directamente, uno puede ver a muchos chicos (varones) de esa escuela e imaginarlos como futuros militantes de ese tipo de agrupaciones reaccionarias hoy lamentablemente tan en boga.

    Más allá de ese análisis, la serie funciona como desolador y angustiante drama familiar. Si bien el espectador no sabe si Jamie cometió o no el crimen –y los padres tampoco–, la sensación que Adolescence va dejando es que se trata de un problema muy difícil de resolver. No son peligros obvios ni involucran necesariamente a chicos que tienen determinada personalidad o una dura historia familiar, sino que pueden envolver a cualquier adolescente que esté más tiempo de lo necesario frente a un celular o una computadora, posteando y revisando cuentas de los otros, sintiéndose agredido y agrediendo, siendo parte de una cultura que se comunica por la vía de la humillación y la violencia simbólica. «Saqué por un rato los ojos de la pelota y pasó esto», dirá un personaje clave. Y la metáfora es clara: te distraés y perdés. Se trata de una batalla muy difícil de ganar.

    Fuera de lo temático, Adolescence impacta por sus impecables actuaciones (Graham, Tremarco, Doherty y el novato Cooper se lucen especialmente) y por la manera en la que el plano secuencia y el tiempo real sirven para adentrarse en momentos y detalles, en sensaciones y tensiones. Desconozco si hay trucos para ocultar los cortes, pero los haya o no es muy impresionante la coordinación entre el movimiento de la cámara y la intensidad que maneja casi todo el tiempo el elenco. Graham fue el protagonista de Boiling Point, una muy buena película inglesa que transcurría en un restaurante y estaba filmada de la misma manera, y reunió a buena parte de ese equipo, incluido el director Philip Barantini, para repetir y complejizar la experiencia. Y logró lo que buscaba. Adolescence es una de las series más impactantes y angustiantes de los últimos tiempos. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)