En A Short Film About Love, Tomek es un joven de 19 años que vive obsesionado con Magda, una mujer treintañera a la que espía cada tarde con unos binoculares. Ella es una mujer liberal y sin prejuicios que invita a su casa a muchos hombres. Tomek, celoso, decide trabajar como repartidor de leche para interrumpir sus citas amorosas.4

Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de San Sebastian 1988

  • IMDb Rating: 8,2
  • RottenTomatoes: 95%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Otro de los capítulos del celebre Decálogo del polaco Krzysztof Kieslowski, correspondiente a su etapa puramente polaca, antes de que fuese asimilado por la industria francesa y adoptado casi como un cineasta francés. Esta película es en realidad la versión extendida de uno de los capítulos de esa serie en torno a los diez mandamientos que Kieslowski rodó para televisión, y que posteriormente extendería, con alguna variación más o menos importante (en este caso incluso difiere el final) para su difusión cinematográfica. Muy buen ejemplo del cine moral que practicaba Kieslowski, A Short Film About Love cuenta la historia de Tomek, un joven que trabaja en una oficina de Correos, y que observa todas las noches con su telescopio a Magda, una mujer madura que vive enfrente. Reuniendo todo su valor, Tomek decide declararse. Al principio ella le rechaza, pero al final acepta su invitación. Esta primera cita cambiará sus sentimientos y sus vidas. (Gonzalo de Pedro Amatria – OtrosCinesEuropa.com)

Para exponer el sentido universal de los antiguos Mandamientos de la fe cristiana, el polaco Krzysztof Kieslowski no recurre a las reconstrucciones históricas: su Decálogo —diez films que ilustran libremente una reflexión ética sobre los preconceptos que los seguidores de Jesús tomaron de las tablas de Moisés para, coincidir en el sentido cristiano del amor— habla sobre los hombres y las mujeres de hoy, en Polonia. Se tomó una sola libertad: presentarlos dentro de y frente a un mismo decorado realista, que convierte a 10 films en obras de cámara, ceñidas al presente y en un espacio convencional a la vez pesado y anónimo; un complejo arquitectónico de monobloques no lejanos a la metrópolis y habitados por gente del común.

Médicos, carteros, prostitutas, viajeros solitarios. Decálogo 6 o A Short Film About Love —gestada para la TV y los cines— es la primera que conocemos del Decálogo. Junto con la número 5 A Short Film About Killing, son las más difundidas. Estos trabajos llevaron a Kieslowski a la consideración mundial, le hicieron ganar el premio Europa y hoy se compara su obra con los films introspectivos de Bergman y con el misticismo de Tarkovski. No es poco decir.

A Short Film About Love nos enfrenta de entrada con el acto condenable: un joven de 19 años pasa la mayor parte de sus noches retozando en la contemplación de una vecina del edificio de enfrente, a través de un catalejo. Sabe de ella que lleva una vida solitaria, que es muy bella, que no tiene escrúpulos en desnudarse o en encontrarse sucesivamente con varios hombres sin cerrar las ventanas. “Esas mujeres lloran porque están solas y se sienten abandonadas después del paso furtivo del hombre”, le dice al chico la vieja dueña de la casa donde vive; mujer en quien se representa una moral más rígida (también la hipocresía cuando debe negar al muchacho y cuando ella también aprovecha el catalejo) y que es menos comprensiva que los protagonistas y que el
mismo Kieslowski. Ese personaje admite, incluso, una lectura política sobre el autoritarismo. “Antes me masturbaba, ahora no”, le dice el joven Tomek a la mujer espiada, cuando fatalmente se encuentran. Si ella no entiende del todo que ocurre, se le deja al espectador entender que el chico está loco de amor. El acto condenatorio se diluye por obra del máximo sentimiento humano.

Kieslowski no trivializa la situación, se compromete con ella y “nos compromete”. En una conferencia sobre la modernidad, el filósofo Jürgen Haberlas señala: “La conciencia estética representa continuamente un drama dialéctico entre el secreto y el escándalo público, le fascina el horror que acompaña al acto de profanar y, no obstante, siempre huye de los resultados triviales de la profanación”. Es lo que intenta Kieslowski desde la intención provocadora. Su protagonista, Tomek, tienen menos suerte: bañado en la sangre de la culpa va a parar al hospital. Desde aquí juega el truco del punto de vista: tras espiar por un lente a la mujer, nos convertimos en el objeto espiado, es decir, en el mundo de ella. El enunciado da una vuelta de perspectiva y, en la segunda mitad del film, nos instalamos dentro de la casa de la mujer, que comienza a espiar hacia la ventana del chico (percibirá el espectador alguna incomodidad). La dirección de la mirada y la falta del objeto
del otro lado vuelven curiosa y comprensiva a la chica, la transforman con inquietud, la obligan a dirigirse al departamento de enfrente y, en un último enrosque del punto de vista, la mujer toma el telescopio y espía su propia ventana: allá está ella misma, solitaria, prostituida, sin tiempo para mirarse desde adentro, para descubrirse y modificarse.

Los resultados son maravillosamente inteligentes. Recursos propios del cine sirven a Kieslowski para encontrar un sentido: la historia de dos enamorados-sin-saberlo que no entienden nada de sí por preocuparse en otear al otro. Esto parece una moraleja, pero Kieslowski supera las moralejas. El director sólo procura la reflexión del espectador, a quien atrapa con encanto, con audacia, con suavidad y con el sano deseo de conmoverlo. (Claudio España – Por Favor, No Cortar)