Caro Diario está dividido en tres episodios, que refleja la vida y opiniones de Nanni Moretti. «En mi Vespa» es una aproximación a la vida cotidiana de Roma durante el mes de agosto; en «Islas» visita a Gerardo, un amigo que lleva once años viviendo en Lipari; juntos recorren otras íslas como Salina, Stromboli, Panarea y Alicudi. En «Médicos» el director rueda su propia quimioterapia y su recorrido por hospitales y especialistas incapaces de diagnosticarle la causa de unos insoportables picores.
Mejor Director en el Festival de Cannes 1993
Premio FIPRESCI en los Premios del Cine Europeo 1993
Mejor Película en los David di Donatello 1993
- IMDb Rating: 7,3
- RottenTomatoes: 85%
Película / Subtítulo (Calidad 1080p)
“El cine es como un diario personal, un portátil o un monólogo de alguien que intenta justificarse ante una cámara.” Jean-Luc Godard
Nanni Moretti llega a la cuarentena y, ante la hoja en blanco, prolonga el recurso italiano de mirarse a sí mismo, ‘un po’ alla Fellini’, y decide volcar en fotogramas, debidamente dramatizadas, las inquietudes que le sobrevienen en esta edad de desconciertos, tribulaciones y caprichos. Y, además, se lleva el premio como mejor director en el festival de Cannes.
Narrado en primerísima persona, despojado de los alter egos que protagonizaban alguno de los filmes precedentes de Moretti, Caro Diario es una comedia-ensayo de aires allenianos –la difuminación entre persona y personaje, la admiración hacia la megalópolis, la observación crítica e irónica de la sociedad, el tercio humorístico concerniente los problemas de salud, el erudito ascético que descubre con devoción los vulgares culebrones televisivos- en la cual, a través de tres capítulos, Moretti dialoga con la Italia del momento, con sus quehaceres artísticos, con el cine y consigo mismo y sus circunstancias.
En especial durante su odisea por las Eolias, donde el cineasta parece caracterizar y aislar cada tipo de sensibilidad nacional, Caro Diario trata de responder al conformismo diluido en autocompasión que acecha a su generación, nacida en unos tiempos convulsos de idealismo y lucha política y ahora acomodada en el confort burgués y la frivolidad berlusconiana que comenzaba a apoderarse la vida política y cultural del país trasalpino. Sin embargo, en un gesto de honestidad, Moretti no se regala una glorificación onanista y sabe guardar la distancia también hacia sí mismo, aplicándose un idéntico tratamiento sarcástico que se vislumbra en el hecho de que sus interpelaciones hacia el resto de los habitantes del escenario acostumbren a quedar sin contestación, que se les siga la corriente con indisimulada indiferencia o, como en el cameo de Jennifer Beals, que sean directamente descalificados como idiotez.
En cualquier caso, este tipo de cine marcadamente personal siempre arroja preguntas a propósito de que si realmente es pertinente aquello que el autor nos cuenta, si es un simple y artero truco de artificio para romper un incómodo vacío creativo o, en definitiva, si a uno le importa acaso esta serie de reflexiones y vivencias particulares, apenas ensambladas como relato. Quizás no alcance una gran intensidad en su discurso y su exposición particular, pero Caro Diario se confirma como una obra más libre que antojadiza, y más independiente y rebelde de lo que aparenta. Esa citada distancia respecto al contenido autobiográfico del guion aleja a la película de la autocomplacencia para afirmarse en la sinceridad, respaldada por otro lado en su calidad cinematográfica por el hipnotismo que producen los paseos veraniegos en Vespa por las calles de una Roma atípica pero cautivadora o la imponencia y las resonancias expresivas del paisaje que ofrecen las islas sicilianas. (ElCríticoAbúlico.com)
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