En El Amor Menos Pensado, Marcos y Ana llevan casados más de 25 años, pero ambos entran en una crisis existencial que los lleva a separarse. Al principio la vida de solteros les parece fascinante y excitante, pero pronto se torna también monótona para ella y pesadillesca para él.

  • IMDB Rating: 6,9
  • Rottentomatoes: 90%

Película (Calidad 720p)

 

Hace mucho que el cine argentino no producía –o al menos yo no he visto– películas como El Amor Menos Pensado. En función de comparar, se me ocurre que títulos como El mismo amor, la misma lluvia–o cierta línea de comedia dramática tradicional de Juan José Campanella– podrían asemejarse, aunque no sería exactamente eso lo que se propone aquí. Mientras la veía pensaba que podía ser una de esas películas italianas que de tanto en tanto se estrenan aquí y que buscan encontrar aquella mágica fórmula de “hacer reír y llorar” y cuyo objetivo es un público de, digamos, 40 años para arriba. Aquí no hay paisajes de Calabria ni de la Toscana pero bien Mercedes Morán puede ser nuestra versión de Margherita Buy y Ricardo Darín, digamos, una suerte de Sergio Castellitto aporteñado. Y si la emoción viene por el lado italiano, el humor tiene más reminiscencias del cine clásico de Hollywood: esa manera bastante porteña de combinar pathos con ironía que Campanella transformó en una especialidad. Casi, una fórmula.

Uno podía temer que, siendo el debut en la dirección de Juan Vera, veterano gerente artístico y ocasional guionista de filmes de la productora Patagonik, la película podría no ser mucho más que la posibilidad de “darse un gustito” por parte de alguien que siempre estuvo en otro rubro dentro de la industria. Pero eso jamás se nota. A juzgar por sus resultados, Vera demuestra con su película estar a la altura y hasta mejorar buena parte de la producción reciente de su propia compañía. Es, sí, una película pensada inteligentemente para un segmento del público que todavía va a ver cine en el cine, con dos actores de renombre y un elenco de caras conocidas, pero en ningún momento se siente la sensación de estar viendo un producto armado para el consumo de manera impersonal sino una comedia dramática honesta y convincente. Si los productos comerciales masivos en la Argentina tienen este nivel de integridad y factura (digamos, que en ningún momento dan un poquito de vergüenza ajena), bienvenidos sean.

El Amor Menos Pensado es, en términos clásicos, una comedia de rematrimonio que se plantea la situación clásica de “el nido vacío”. Marcos (Darín) y Ana (Morán) son un matrimonio con 25 años de casados y un buen pasar económico que arranca la película despidiendo a su único hijo que se va a estudiar a España. A los pocos días, una cierta angustia empieza “a corroer sus almas”: “¿Y ahora qué? ¿Cuál es el proyecto que nos sostiene como pareja?” No se llevan mal ni nada parecido. Más allá de disputas menores e irritaciones pasajeras propias de la convivencia no parecen candidatos a una separación. Pero ese vacío se presenta de una manera inesperada y, como no saben qué hacer con eso, deciden tomar caminos separados.

El resto de El Amor Menos Pensado estará dedicado a sus respectivas desventuras, propias de personas que promedian los 50 y se ven metidas en un mundo de citas, fiestas, personajes y formatos (Tinder, Instagram, etc) que no manejan con demasiada habilidad. Cada uno intenta su propia búsqueda: algunas bastante absurdas (los episodios con Andrea Politti y Juan Minujín son particularmente efectivos, especialmente el primero), otras clásicas de pendeviejo, los esperables reencuentros via Facebook con viejos conocidos, los romances ligados a sus ocupaciones (él es profesor de Literatura y ella trabaja en una empresa que hace encuestas de marketing) mientras pasa el tiempo y lo único que los une es su hijo a la distancia y algunas cuestiones ligadas, digamos, a la propiedad horizontal. Ah, y un par de amigos (encarnados por Claudia Fontán y el conductor televisivo Luis Rubio, toda una revelación actoral al menos para mí) que encarnan casi versiones parecidas pero en cierto punto invertidas de los problemas que ellos tienen.

A lo largo de unos un tanto excesivos 135 minutos (un recorte fino de algunas escenas podría haber incrementado su efectividad), El Amor Menos Pensado funciona en su propuesta y es muy probable que se convierta en uno de los grandes éxitos de la temporada. No hay grandes secretos en ella, pero sí hay algo que se da muy pocas veces en cierto sector del cine argentino: casi todos los elementos funcionan a la perfección y muy raramente se subestima al espectador. En este modelo de producción (llamémosla mainstream) hay dos cosas que tienen que andar: las actuaciones y el guion. En el primer rubro no hay fallas. Darín hace un papel armado a su medida, con la justa mezcla de humor y carga dramática que maneja con la elegancia de un Federer de su profesión. Y la que sorprende es Morán, a la que habitualmente se la ve en roles más dramáticos (y a la que verán haciendo cosas muy distintas en los próximos meses en películas como Familia Sumergida, El Ángel y Sueño Florianópolis) y que aquí nos recuerda que posee un timing cómico impecable, casi infalible. Y lo mismo pasa con el resto del elenco, en el que no hay una nota falsa.

El otro elemento –el que a mí me sorprendió más gratamente– es el guion de El Amor Menos Pensado, coescrito por el propio Vera y Daniel Cúparo, que habían colaborado en películas como Igualita a Mí y 2+2, y en el caso del último con larga experiencia televisiva, con series como Solamente Vos o Loco x Vos. Se nota, en los diálogos, un gusto por una ironía, digamos, de salón, salpicado por momentos de humor más directo y hasta físico. Hay momentos (uno, en especial, en el que Morán tiene que manejar una situación dramática y arreglarse el zapato a la vez) en el que ese combo resulta impecable. En otros, acaso de corte más televisivo o de chiste-chiste, sigue siendo de todos modos funcional y efectivo.

Si algo no funciona del todo, para mí, tiene que ver con una suerte de lógica extraña de buena parte del mainstream argentino, especialmente los filmes de Patagonik. Y es esa sensación de que no parecen existir en una Argentina real sino en un universo ficcional en el que la gente casi no se relaciona con el mundo, con el trabajo, con la economía, con la calle. Un recorte de clase media alta aspiracional que no está a la altura de la lógica de la propia situación ni del humor que resuena. Es como si, por algún motivo seguramente calculado comercialmente (esto sucede en todas las películas con Adrián Suar o las de Ariel Winograd, por citar dos ejemplos), la trama pareciera suceder en algún lugar inexistente de la ciudad, a mitad de camino entre Vicente López y Puerto Madero. Si bien hay sitios reales que aparecen (la Biblioteca Nacional, más que nada), los problemas de los protagonistas jamás parecen conectar con el mundo de afuera. De hecho hay una broma sobre el dólar que, si bien tiene que ver con la volatilidad de la economía argentina, parece hoy representar esa disociación de los protagonistas con el mundo exterior. Es cierto que no todas las películas tienen porqué hablar del país ni de lo que sucede en él, pero es llamativa esa insistencia por contar la fábula en una suerte de cápsula.

Más allá de eso (que puede ser un detalle que poco importe a los espectadores cuando se sientan involucrados en la trama), El Amor Menos Pensado es lo más parecido a un sólido producto comercial adulto que dio el cine argentino en mucho tiempo, exceptuando filmes de género o dramas de índole más realista. Una comedia dramática armada y ejecutada de una manera que es, a la vez, personal y profesional, íntima e industrial. Y una que habla de un tema universal (esa angustia de los 50 convertida en el llamado viejazo) dándole a la vez un toque lo suficientemente local para que se cuelen discusiones sobre empanadas salteñas o tucumanas, o alguna humorada sobre las series españolas que se ven en Netflix. Una muy grata sorpresa. (Diego Lerer – micropsiacine.com)