I’m Not There es un retrato del legendario músico Bob Dylan. Seis intérpretes encarnan diferentes momentos de la vida personal y profesional del cantante norteamericano que revolucionó la música popular en los años 60 y 70. Desde entonces, su influencia sobre músicos, escritores, poetas y sobre la cultura en general ha sido permanente.
Mejor Actriz de Reparto en los Globos de Oro 2007
Premio Especial del Jurado y Mejor Actriz en el Festival de Cine de Venecia 2007
Mejor Actriz en el Festival de Toronto 2007
- IMDb Rating: 7,0
- RottenTomatoes: 77%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
De los mitos vivientes, quizá sea Bob Dylan el más indiscutible en el campo de la música. Un hombre que se ha convertido en un gran enigma. Inasible, misterioso, inclasificable… Un intento de abordar su biografía fue el extenso y maravilloso documental de Martin Scorsese, No Direction Home (2005), en el que el talentoso director busca internarse en unos pocos años de la vida privada y creativa del músico para realizar un paralelismo entre esos dos universos: el íntimo y el artístico, durante la etapa que le abrió el paso del folk al rock, utilizando material de archivo, entrevistas, fotografías y testimonios de personajes muy cercanos al músico.
Bob Dylan, un hombre pequeño, esmirriado, casi anónimo, se ha dedicado a actuar, a escribir poemas, a crear canciones y a interpretarlas, así como también se ha consagrado a la construcción de un mito sobre su existencia. Ese hombre, que cambió las estructuras de la música moderna, es el tema del último film de Todd Haynes, I’m Not There (2007), estrenado tardíamente en España. Si bien no se trata de un documental, ni de una biografía tradicional, Haynes retoma el mito de Dylan para construir un relato en varios planos. A partir de seis personajes, todos alter ego del músico, el director compone, a la manera de un puzzle, una semblanza del compositor. Así, cinco actores diferentes nos proponen una mirada fragmentada del artista, que permite armar un sujeto tridimensional, mostrándonos, a la vez, varias caras de su personalidad y de su vida.
Para realizar I’m Not There, Haynes estudió tanto «la historia creativa de Dylan como su historia personal, y con historia creativa quiero decir -afirma Haynes- sus canciones, sus escritos, sus entrevistas, sus películas y todas las obras que le inspiraron». En esa búsqueda, el director descubrió que sus biógrafos habían fallado en su descubrimiento del Dylan real. Por eso, se planteó su propio recorrido, a partir de la ficción. Así que, junto a Oren Moverman, redactaron el guión que les dio vida a esos seis personajes que no -pero sí- son Bob Dylan. Ya Haynes probó esta fórmula de ficcionar la vida de los artistas en Velvet Goldmine (1998), en la que no sólo crea personajes paralelos a David Bowie y Kurt Cobain, sino que recrea la época y la atmósfera del Glam rock.
Uno de los aportes fundamentales de I’m Not There es haber obtenido los derechos por parte de Dylan para la música. Y la visión de Haynes, sobre un Dylan transformador de la música del siglo XX, así como mito que pueda interesarle no sólo a sus fans, sino a distintas generaciones, le permitió ampliar su espectro en la banda sonora -incluyendo temas reconocidos, como «Visions of Johana» o «Like a rolling stone», pero también otros no tan populares, como el que le da título al film-, haciéndolos versionar por nuevos grupos musicales. Una manera de incluir a un público más joven en el deleite del mito.
Los alter ego de Dylan se ennoblecen con aquellos aspectos que han hecho del cantante un mito. El niño vagabundo Woody (Marcus Carl Franklin, por momentos sobreactuado), en una huída constante, con imposibilidad de adaptarse a cualquier grupo social, pero apoyado con la única compañera posible: su guitarra. El músico de folk Jack (Christian Bale), en su etapa más política, cuando componía canciones de protesta y solía tener por compañera a Joan Baez (su doble, Julianne Moore). El converso pastor John (nuevamente, Christian Bale, en una actuación sin contrastes), pronunciando un fanático sermón en un templo donde la música también está presente; el actor famoso y marido infiel Robbie (Heath Ledger compone un hombre torturado, que se debate entre la pasión y la culpa). La estrella de rock con apariencia andrógina Jude (con la interpretación magistral de Cate Blanchett, debidamente reconocida con el premio Globo de Oro, así como en los festivales de Venecia y Toronto de 2007), que se sume en esa especie de dulce perdición, en que la euforia o la desesperación están al acecho. Y por último, el viejo Billy the Kid (Richard Gere), ese personaje que permitió eternizar una más de las facetas de Dylan, la de actor, ahora al final de la huida, en la búsqueda de un sosiego que se resiste a ser conquistado. Los personajes secundarios permanecen en las sombras, en apoyo al protagonista de cada segmento, salvo el rol que cumple el reportero omnipresente en la vida de la estrella, que, a la manera de una voz de la conciencia, está constantemente confrontando los dichos y hechos del músico. Un pretexto para mostrar las incursiones de la prensa en la intimidad inabordable de Dylan.
Estas piezas del puzzle no encajan perfectamente en la forma, aunque haya una cronología que cierra con un Billy en un vagón del tren, con su guitarra por compañera, como nos habían mostrado a Woody, al inicio. Ese modo circular de cerrar la narración es aparente, porque las diversas historias son sólo fragmentos de una vida (o si se quiere, de varias). Lo que amalgama el relato es el sentido que respira cada uno de esos segmentos. Por eso se agradece la obra de Haynes. Compuestos en color (las historias de Woody, Robbie y Billy) y en blanco y negro (las de Jack, John y Jude) -con distintas texturas y filtros, con estéticas del western, de los 70 o como imágenes de archivo, sean de tele o de cine-, esos momentos re-creados (nunca mejor utilizada la palabra), si bien no son testimonios de una vida real, sí poseen la esencia de una vida mítica. Allí radica el atractivo y la riqueza de I’m Not There. Que de antemano se sabe que no contará la historia de Dylan, sino que intentará acercarse por caminos tortuosos y ficcionales para llegar a ese monstruo genial que cada uno se ha construido con la poesía, la música y los desplantes del famoso cantante. En ese intento de acercamiento, lo que hace Haynes es abonar el mito, que durante tanto tiempo el propio Bob Dylan ha creado y mantenido como una más de sus genialidades. (Liliana Sáez – ElEspectadorImaginario.com)
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[…] director de I’m Not There, o sea quien se alejara tan decididamente de las sendas más transitadas por el género del biopic, […]