Loving Vincent es un film homenaje a Van Gogh en el que cada fotograma es un cuadro pintado sobre óleo, tal y como el propio Vincent lo hubiera pintado. Sus 80 minutos de duración están compuestos por 56.800 fotogramas que han sido pintados, uno a uno, por una gran cantidad de excelentes pintores a lo largo de varios años, todos inspirándose en el estilo y arte magistral de Van Gogh.

Premio del Público en el Festival de Annecy 2017

  • IMDb Rating: 7,9
  • RottenTomatoes: 80%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

Los enigmas que circularon alrededor de la muerte de Vincent van Gogh son material ideal para una intriga detectivesca. Y eso fue lo que detectaron, y aprovecharon bien, el británico Hugh Welchman y su esposa, la polaca Dorota Kobiela. Loving Vincent es, entonces, un atrapante y atípico thriller que lanza una hipótesis acerca de las causas del aliento trágico que rodeó los últimos días del genial artista, nombre clave de la pintura moderna. Loving Vincent es un film atrapante porque logra mantener la tensión y la intriga a lo largo de casi todo el relato. Y atípico porque el lenguaje elegido es el de la animación, que no le quita peso ni profundidad a la historia.

Por el contrario, la revitaliza con su formidable belleza plástica, fruto del trabajo arduo e inspirado de 125 profesionales que durante dos años llegaron a crear 65.000 cuadros al óleo para fotografiarlos y luego darles vida apelando a la técnica de stop motion, una solución que quizás escandalice a los puristas, pero que le quita solemnidad a un argumento que a veces se resiente justamente por rendirse a esa tentación casi inevitable. También rodaron escenas con actores de carne y hueso que luego fueron recreadas por un grupo de animadores, a la manera de lo que experimentaron en su momento películas como Waking Life (2001), de Richard Linklater, y Vals con Bashir (2008), de Ari Folman. El resultado es hipnótico y emotivo, dos cualidades que Van Gogh seguramente habría apreciado. (Alejandro Lingenti – Diario La Nación)

Tanto para fanáticos de la obra del «padre del arte contemporáneo», como para aquellos que pocos saben sobre Vincent Van Gogh, Loving Vincent es una película imprescindible. El laborioso film, que llevó cinco años de trabajo y un equipo de 125 pintores al óleo para dar vida a 65.000 fotogramas, nos sumerge en la obra de este genio neerlandés que falleció en extrañas circunstancias a los 37 años Francia.

Por un lado, esta ópera prima dirigida por Dorota Kobiela y Hugh Welchman, cumple con la misión de ilustrar los hitos más importantes del tormentoso artista, quien a contramano del designio familiar comenzó a pintar febrilmente a los 28 años, dejando un legado de cerca de 900 cuadros; aunque tristemente en vida alcanzó a vender sólo una de sus obras. Pero Loving Vincent es mucho más que un catálogo sobre uno de creadores más inspirados de todos los tiempos, es también una joya artesanal realizada con la tradicional técnica de animación stop motion, es decir un meticuloso cuadro a cuadro; y es además un relato narrado en clave de policial apasionante.

Al igual que clásicos como Citizen Cane, en Loving Vincent tenemos a un personaje, el hijo del cartero y amigo personal de Van Gogh, que durante años se encargó de despachar su correspondencia, enfrentando el desafío de llevar la última carta que el pintor escribió para su hermano Theo. A partir de allí, su encuentro con diferentes allegados al artista, no hará más que atrapar a este joven devenido en investigador, dentro de un laberinto de testimonios tan inquietantes como contradictorios.

La dupla Kobiela-Welchman logra eludir, a base de un vibrante pulso narrativo, lo que pudo ser un solemne film biográfico, con todas los vicios y pretensiones típicos de los productos saturados de «qualité». En cambio, los realizadores logran combinar la contemplación hipnótica que produce cada fotograma de este notable trabajo, con una intriga tan sostenida como punzante. De esta manera, Loving Vincent sobrepasa el concepto de visita de museo, y le entrega al espectador un viaje intenso, que va más allá de la recreación de las pinturas más legendarias de un artista que no alcanzó a disfrutar su gloria. (Laureano Manson – Mdzol.com)