En Manchester by the Sea, Lee Chandler es un solitario encargado de mantenimiento de edificios de Boston que se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal tras enterarse de que su hermano Joe ha fallecido. Allí se encuentra con su sobrino de 16 años, del que tendrá que hacerse cargo. De pronto, Lee se verá obligado a enfrentarse a un pasado trágico que le llevó a separarse de su esposa y de la comunidad en la que nació y creció.

Mejor Actor en Drama en los Globos de Oro 2016.
Mejor Actor y Premio Especial del Jurado en el Festival de Gijón 2016
Mejor Actor, Mejor Actriz Secundaria y Mejor Guión en el Círculo de Críticos de Nueva York 2016
  • IMDb Rating: 8,2
  • RottenTomatoes: 93%

Película / Subtítulo

Kenneth Lonergan vuelve con otra historia de crisis familiar, que muestra las consecuencias que acarrean hechos tan inesperados como dolorosos. Si en You Can Count On Me era la muerte de los padres y su efecto sobre los dos hermanos que sufren la pérdida; y en Margaret, las reacciones que puede producir un accidente, en Manchester by the Sea se desarrolla una historia que, mediante sucesivos flashbacks articulados de manera alternada, va entrelazando dos tragedias.

Casey Affleck vuelve a poner todo su talento actoral para crear a Lee, un personaje hosco, taciturno y solitario con una vida nada envidiable en Boston, lidiando con clientes y buscando peleas en los bares, provocadas por su carácter irascible. Las primeras escenas lo presentan con trazos firmes, contundentes: Lee tiene todo bajo control hasta que se dispara su furia.. Su vida se ve alterada con la noticia de la súbita muerte de su hermano, quien ha sufrido un infarto mortal. Cada movimiento que ejecuta Lee genera un flashback por el cual vamos conociendo aspectos de su historia: la amorosa y fluida relación que tenía con su hermano (Kyle Chandler), con una mujer alcohólica y un hijo, y también su delicada condición cardíaca. El hermano lo ha nombrado –sin advertirle- tutor de su hijo adolescente, y esta situación altera la vida de Lee, quien no desea esa paternidad ni tampoco regresar a Manchester, donde lo rodean dolorosos recuerdos. Lonergan va entregando la información de manera dosificada, en sucesivos flashbacks que informan de la tragedia que ha vivido Lee, que lo ha marcado para siempre y que no conviene revelar ahora.

Lonergan saca el mejor partido de las locaciones del film, un pueblo en la costa de Nueva Inglaterra en invierno, lo que hace más duro y seco el drama. Un lugar pintoresco que parece tan bucólico y placentero, con un mar imponente y que, sin embargo, constituye una trampa para el protagonista. Mientras tío y sobrino se ajustan a la nueva situación, crece entre ellos una fuerte relación que excede los trámites burocráticos o funerarios, surgiendo una camaradería que a Lee le genera sentimientos encontrados. Porque también reencuentra en Manchester a su ex mujer (la enorme Michelle Williams) y brota entre ellos el dolor del pasado, heridas que permanecen abiertas. El film crece cada vez que Williams está en pantalla, y la escena entre ambos es una de las mejores que he visto este año, plena de angustia compartida, de duelo, sacrificio y también, de amor: escalofriante.

En Manchester by the Sea, Lonergan maneja el melodrama siempre en el filo del exceso emocional, cuidando de no traspasar el límite. Experto guionista, su película es un ejercicio de psicología en la creación de un personaje del cual tenemos poca información verbal, pero sí actoral, con una personalidad en contraste con la de su sobrino (Lucas Hedges), con quien forman un dúo muy particular y conmovedor y con quienes se permite la comedia.