En Martha Marcy May Marlene, la joven Martha, atormentada por ciertos hechos y dominada por una creciente ansiedad, abandona una secta y se va a vivir con su hermana Lucy y con Ted, el marido de ésta. Intenta adaptarse al estilo de vida de la clase media-alta, pero acosada por constantes pesadillas, no le resulta nada fácil. Mientras asume su soledad, la paranoia y los recuerdos comienzan a resquebrajar su existencia.

Mejor Director Festival de Sundance 2011

  • IMDb Rating: 6,9
  • RottenTomatoes: 90%

Película / Subtítulo 

Cualquiera con un poco de interés por el cine hace ya tiempo que ha visto (no diremos cómo) una de las cintas que más dio que hablar en la pasada edición de Cannes y que, por fin, se estrena aquí. Nos referimos a la película de Sean Durkin Martha Marcy May Marlene.

Martha Marcy May Marlene es a la vez un cuento de terror, un drama psicológico y la más sofocante aproximación a Hitchcock a través de Haneke del cine reciente. Dicho así suena tremendo y, en efecto, es tremendo. Tremebundo incluso. Una mujer aterriza en la casa ordenadamente burguesa, ordenadamente moderna y ordenadamente ordenada de un familiar huyendo de no se sabe qué extraño lugar. Poco a poco, a través de las rendijas de la memoria que deja ver un relato fracturado, adivinamos un pasado de auténtico terror. La joven, interpretada por una deslumbrante Elizabeth Olsen, ha estado viviendo años en una especie de comuna, digamos, hippy. Eso o algo mucho peor.

El acierto del debutante Durkin consiste en dibujar con precisión todo lo turbador que puede haber en eso que consideramos una vida normal. Si a Hitchcock le atraía la posibilidad de incluir a un tipo gris en un acontecimiento extraordinario; si a Haneke le puede siempre la necesidad de incrustar el horror en el más intrascendente de nuestros actos; a Durkin le seduce la idea de juntar las dos, digamos, líneas de pensamiento oscuro. Y así, de sus manos surge en una especie de brutal fábula para el desasosiego.

De repente, la bucólica vida de unos tipos empeñados en construir una sociedad tan hippy como nueva, al margen de reglas y sin la más mínima preocupación por el IPC, no es más que el reflejo pálido de una pesadilla; la pesadilla de cada día de cualquiera de nosotros. La película, narrada a destellos sincopados, acierta a describir dos formas de entender la existencia completamente diferentes y, sin embargo, algo diría que profundamente idénticas.

Y de este modo, Martha Marcy May Marlene se eleva poco a poco como la perfecta metáfora de una vida (cualquiera de las posibles) condenada al horror; a un horror, por cotidiano y banal, sencillamente insoportable. Y ahí estamos todos, nos pongamos como nos pongamos.

Conmueve por turbia; incomoda por perfectamente posible. Pruebe a acariciar la panza de un pez muerto. Tan viscoso tan frío tan real.

A su lado, en un fantástico programa doble, se podría añadir Take Shelter, la más brillante de las propuestas que en este momento ocupa la cartelera. Mucho más allá que el trabajo de Durkin, la cinta consigue una radiografía precisa y violenta de ese estado de ánimo que los periódicos dan en llamar crisis, mezclando géneros (el thriller, el drama y el terror sobrenatural), estratos y miedos para modelar con nitidez la pasta de nuestras peores pesadillas. Pesadillas de hoy, se entiende.