En Millennium Actress Chiyoko Fujiwara fue, hace 30 años, la estrella más importante del cine japonés, pero, de repente, desapareció. Uno de sus mayores admiradores, el realizador de documentales Genya Tachibana, viaja hasta el apartado refugio de montaña en el que vive para entrevistarla. Una vez allí, entrega a su ídolo de juventud una vieja llave que encontró entre los restos de su antiguo estudio. Como si la llave hubiera abierto las puertas de su memoria, Chiyoko comienza a recordar la historia de su vida. De esta forma, viaja desde el remoto pasado hasta el distante futuro a través de mil años, traspasando la frontera que separa la realidad de las películas que han formado gran parte de su vida…

Mejor Película de Animación en el Festival de Sitges 2001

  • IMDb Rating: 7,9
  • RottenTomatoes: 93%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Millennium Actress comienza en el espacio exterior. Vemos la Tierra en el horizonte, y cómo se abren las compuertas de una estación situada en la Luna. En su interior, una mujer se despide de un compañero, que le avisa sobre el peligro del viaje que va a emprender; ella responde sonriente: “Se lo prometí”. Sube al transporte y toma los mandos. Todo está listo para el lanzamiento… Pero todo es parte de una ficción, de una película que otra persona está viendo en una pequeña pantalla. Genya Tachibana sigue atentamente cada detalle y repite los diálogos de memoria. Cuando comienza la cuenta atrás del despegue, Genya siente un temblor en su propia realidad, como si él también estuviera en esa estación espacial; es un ligero terremoto. Durante unos instantes, las dos realidades se funden. No hay duda, estamos en el universo de Satoshi Kon.

Cuenta el cineasta, en un documental incluido en los extras del DVD, que Millennium Actress surgió tras el éxito de Perfect Blue, cuando el productor Taruo Maki le pidió hacer otra película similar. La idea no era repetir el esquema del thriller, sino crear algo que tuviera el mismo espíritu y la misma ambigüedad. Maki quería otra fusión de realidad y fantasía, que diera como resultado una historia que no tuviera una sola lectura, que dependiera de cada uno y a la que se pudiera volver siempre para encontrar detalles nuevos. En otras palabras, encargaba a Kon un espectáculo audiovisual sorprendente, pero que mantuviera su fuerza intacta tras el primer visionado, tras el paso del tiempo. En resumen, un clásico del cine. Apenas han transcurrido ocho años desde su estreno, y con su muerte aún reciente es fácil caer en el sentimentalismo, pero quien os escribe la ha vuelto a ver y lo tiene muy claro: se logró el objetivo.

Satoshi Kon y el guionista Sadayuki Murai (con el que había trabajado en Perfect Blue) comenzaron a buscar ideas para la nueva película. Tenían claro que querían abarcar un gran espacio de tiempo y plasmar períodos relevantes de la historia de Japón, así que se les ocurrió (al parecer fue idea de Murai) que la protagonista fuera actriz, y aprovechar también para incluir homenajes al cine de su país (hay escenas de Throne of Blood o Godzilla). De esta forma, a través de su vida y su trabajo, sus películas, podían abarcar diferentes realidades, no tenían límites y podían llevar a la protagonista a donde quisieran. Había que buscar la motivación principal de esta mujer, lo que la arrastra a su extraordinario viaje, y crear un misterio que mantuviera en vilo al público, pendiente de la resolución. En la primavera de 1998 ya tenían listo un primer borrador del guión, pero la película no estaría acabada hasta 2001.

Tras el prólogo ambientado en el espacio y el lugar de trabajo de Genya Tachibana, vemos cómo él y un cámara más joven se dirigen a la casa de Chiyoko Fujiwara para grabar una entrevista. Chiyoko es una anciana que vive prácticamente aislada del mundo, pero en su juventud llegó a ser la mayor estrella de cine de Japón, hasta que decidió retirarse de manera repentina, sin explicación, tres décadas atrás. Genya fue (y es) uno de sus mayores admiradores y aún sigue intrigado por los enigmas que rodearon su vida. Aprovechando la visita, el hombre le entrega un objeto que había estado guardando desde que ella abandonara el cine: una llave dorada. Chiyoko la toma entre sus manos, sorprendida, y comienza a recordar… Pero su historia está íntimamente ligada a las de sus películas, hasta el punto de que no es capaz de separarlas, situándose en un marco temporal que abarca mil años, mezclando los acontecimientos reales con las aventuras de sus personajes.

Tras volver a ver esta maravillosa película, he encontrado más clara la influencia del cineasta japonés en el último trabajo de Christopher Nolan, la aclamada Inception. Por el recurso de poder entrar en sueños ajenos se la ha comparado mucho con Paprika, pero me parece que en realidad tiene más similitudes con Millennium Actress, pues en ésta se aprovechan los recuerdos (los verdaderos y los falsos) para situar a los personajes en diferentes momentos históricos y géneros cinematográficos, con la amenaza de una pérdida irreparable que requiere una acción inmediata, sin pausa, en tensión constante. Algo similar propone Nolan cuando plantea una serie de misiones imposibles encadenadas, que llevan a Dom Cobb y su equipo por diferentes escenarios, los cuales se derrumban de la misma forma que los estudios de cine donde trabajaba Chiyoko, y su propia casa, tan débil como su salud.

… y una promesa
¡Nunca cambiaré! ¡Le amaré siempre! (Chiyoko)

Al igual que ocurría con Perfect Blue, ver Millennium Actress es como subir a una montaña rusa. A pesar de la densidad de la historia, y de todos los detalles de los escenarios (cuidados de manera obsesiva, como puede comprobarse en diferentes visionados), Kon imprime un ritmo vertiginoso a la narración, trasladándonos la misma emoción y la misma energía de la protagonista, aunque no tengamos claro a dónde nos lleva. Desde que Chiyoko libera su memoria, la película empieza a acelerar y, exceptuando breves descansos, es una carrera continua, incansable y desesperada en busca de un objetivo que parece inalcanzable. La banda sonora compuesta por Susumu Hirasawa se acopla perfectamente a la película, contribuye a introducirnos en el relato y las sensaciones de los personajes, que están llenos de vida y movimiento, de elasticidad y velocidad, gracias al excelente trabajo, entre otros, del dibujante Takeshi Honda, conocido como “Maestro” (fue responsable del diseño de los personajes junto a Kon).

A pesar del fantástico trabajo de los animadores, y del complejo (y fascinante) rompecabezas audiovisual ideado por Kon, personalmente creo que lo que engrandece a Millennium Actress, su mayor acierto, reside en el terrible drama que sufre la protagonista, su determinación, su búsqueda, su sueño, aunque sepa que cada vez está más lejos de conseguirlo. Hizo una promesa y sólo vive para verla cumplida. Es imposible no sentirse atrapado por el torbellino de emociones que gira en torno a Chikoyo, como le ocurre a Senya, que llega a abandonar su rol de simple espectador para entrar en la ficción y representar siempre al protector de su admirada estrella (por cierto, inspirada en las verdaderas actrices Hideko Takamine y Setsuko Hara). Una lástima que nosotros no podamos romper esa barrera, y tengamos que conformarnos simplemente con disfrutar la película en nuestro cómodo sofá. Y bueno, comentarla aquí. (Juan Luis Caviaro – Espinof.com)