En The Squid and the Whale, Walt Berkman, de 16 años, es un chico muy sugestionable. Su hermano Frank, de doce, bebe cerveza y habla sin pudor de la vida sexual de su madre. De repente, ambos tienen que enfrentarse al estallido de una crisis familiar: sus padres, Bernard, un profesor de mediana edad, y Joan, una prometedora escritora que va a publicar un libro, han decidido separarse.

Mejor Director y Mejor Guión el Festival de Cine de Sundance 2005
Mejor Guión 2005 para la NRB National Board of Review
Mejor Guión 2005 para el Círculo de críticos de Nueva York
Mejor Guión 2005 para la Asociación de Críticos de Los Angeles
Mejor Actriz y Mejor Guión en el Festival Internacional de Cine de Toronto 2005

  • IMDb Rating: 7,4
  • RottenTomatoes: 92%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

“Mamá y yo contra papá y Walt”, sugiere Frank, el más pequeño de los Berkman, antes de empezar un partido de tenis, en el comienzo mismo de The Squid and the Whale. La frase no tiene todavía la resonancia que adquirirá más tarde, cuando, disgregada la familia casi por completo, se hayan formado ya dos bandos irreconciliables. Lo que sí percibe el espectador que va a traer consecuencias es la forma en que papá Bernard encara ese simple partido familiar, corriendo y raqueteando como si estuviera jugando la final de la Copa Davis. Cuando en la jugada siguiente mamá Joan abandone el court, tras recibir del marido un tremendo pelotazo, ya está más claro que algo no funciona nada bien al interior de esta familia de Park Slope, Brooklyn.

Cuarta película del treintañero Noah Baumbach, The Squid and the Whale es la primera de su cosecha que se estrena en la Argentina. Viene precedida de una nominación al Oscar por Mejor Guión, así como por buena cantidad de premios de las distintas asociaciones de críticos estadounidenses, tanto en ese rubro como en el de Mejor Película. Si por aquí Baumbach (Brooklyn, 1969) no era conocido como director, sí se había visto su trabajo anterior como coguionista: nada menos que The Life Aquatic, de Wes Anderson. Que la asociación entre ambos florece, lo demuestra el hecho de que volverán a reunirse en The Fantastic Mr. Fox (próxima opus del realizador de The Royal Tenenbaum), además de que Anderson es uno de los coproductores de The Squid and The Whale.

The Squid and the Whale se trata de una referencia a cierta escena contemplada alguna vez por el hijo mayor de los Berkman, en el Museo de Ciencias Naturales de Nueva York. Como aquellos animales marinos, trenzados en dura batalla, a partir de cierto momento papá Bernard y mamá Joan parecerán también, a su manera, especies irreconciliables. Narrada desde el punto de vista de Frank (el desgarbado y azorado Jesse Eisenberg, que ya se lucía en Roger Dodger), The Squid and the Whale es tan emparentable con la saga de la excentricidad de Wes Anderson como con el rubro “raras familias de escritores”

Baumbach parece haber percibido con justeza que la vida de una familia no está hecha sólo de grandes cuestiones, sino también (fundamentalmente, quizás) de las mayores nimiedades. De ambas cosas se nutre la película. Está claro que lo que desencadenó la batalla final entre el calamar y la ballena es que la carrera de escritor de papá va en picada, mientras a mamá acaban de publicarle su primera novela. Lo que no quiere decir que todo anduviera a la perfección hasta entonces, como lo demuestra aquel partido de tenis y también la vida sexual de mamá. Que, pronto empezará a descubrirse, era bastante menos impecable de lo que Walt está dispuesto a soportar. Que Walt está un poco demasiado identificado con papá salta a la vista, cuando ante un inocente comentario de una compañerita de high school, le descerraja toda una lección sobre La metamorfosis, digna del profesor Berkman.

Que papá vive en una burbuja de autosuficiencia lo demuestran tanto el comentario de que “Kafka es uno de mis predecesores más importantes” como el hecho de que, recién mudado, le compre a su hijo menor un pupitre para zurdos… siendo diestro. Que Walt tiene tremendo matete en la cabeza, lo deja ver su turbación ante la alumna que papá se trajo a vivir a casa después de separado (Anna Paquin, la hija de Holly Hunter en The Piano). Tan revelador del afrancesamiento familiar resulta el afiche de La Maman et la Putain que Walt tiene colgado en la pared (a la vez, ese título funciona como comentario de lo que el chico siente por su madre) como el Peugeot 504 que maneja papá. No les habrá hecho mucha gracia a los Baumbach The Squid and the Whale, teniendo en cuenta no sólo que el protagonista tiene la misma edad que Noah tenía en 1986 (año de la ficción) sino que Jonathan Baumbach, padre del realizador, es un reconocido novelista y crítico de cine. La mamá, también escritora, fue durante años colaboradora de The Village Voice. Y Noah, ya que estamos, tiene una columna en The New Yorker, publicación de la intelligentsia neoyorquina por antonomasia.

Densa y ligera, comiquísima pero jamás cínica, The Squid and the Whale sabe ser empática con sus personajes, sin dejar de observarlos con ojo clínico. Pero si hubiera que celebrar un triunfo estético por parte de Baumbach, éste sería sin duda el haber logrado para su película el espíritu, el clima y la textura de una home movie. Película familiar desprolijona, vital y rugosa, filmada por uno de sus miembros. Uno llamado Noah. (Horacio Bernades – Pagina12)