En Vertigo, Scottie Fergusson es un detective de la policía de San Francisco que padece de vértigo. Cuando un compañero cae al vacío desde una cornisa, Scottie decide retirarse. Gavin Elster , un viejo amigo del colegio, lo contrata para que vigile a su esposa, una bella mujer que está obsesionada con su pasado.
- IMDb rating: 8.4
- RottenTomatoes: 98%
Película / Subtítulo (Calidad 1080p)
Vertigo es una de esa películas que no deja de sorprender y de llamar la atención, no importa cuántas veces se la vea. Pienso que ello tiene que ver con el impresionante trabajo que hace Alfred Hitchcock con relación a la puesta en escena y al montaje. Cada cuadro está cuidadosamente estudiado y diseñado, pleno en detalles capaces de atraer la atención del espectador, que no puede menos que encantarse mentalmente. El espectador sabe que varios de los objetos van a ser fundamentales en la historia, no solamente porque el director se encarga de resaltarlos por medio de sus formas y colores, y por los enfoques de la cámara, sino también porque provoca lo intuitivo, entregando claves y preguntas sutiles que se desprenden de la historia. En esa forma el espectador se convierte en un detective más, lleno de preguntas y de respuestas. Y ello ocurre en el ambiente de la bella ciudad de San Francisco y sus alrededores, y esta ciudad normalmente no defrauda a los amantes del cine.
Vertigo es la historia de John ‘Scottie’ Ferguson, un hombre ya maduro, bien parecido, inteligente, de humor fino, que oscila entre varios mundos. El personaje, protagonizado por James Stewart, se nos antoja que es un hábil investigador policial, un observador fino y paciente, capaz de descifrar cualquier historia de suspenso a la cual deba enfrentarse. Pero, a la vez, es un ser extraño, tímido en su acercamiento a las mujeres, por las cuales siente una fuerte atracción mezclada con temores prácticamente insuperables. Vive una extraña historia de amor, obsesionado por Madeleine, una misteriosa mujer que lo atrapa con sus misterios insondables y que lo deja abandonado y literalmente enloquecido.
Sin embargo, se trata más bien de una aproximación bastante provocativa a la visión que Hitchcock tiene sobre la mujer y sobre las complejas relaciones hombre-mujer. Aparecen varios mundos paralelos femeninos delineados en Vertigo. Uno de ellos es el de la mujer maternal, a punto de quedarse soltera, tierna, dispuesta a tratar al hombre como a un niño en crecimiento, por el cual se está dispuesto a hacer muchas cosas, sin esperar nada a cambio. Este rol lo desempeña bastante bien otra rubia, Barbara Bel Geddes, como Midge Wood, amiga fiel de Scottie. Ella es inteligente, de buena conversación y presencia atractiva, pero nada exuberante. Está enamorada de él, pero sin que este apenas se percate, lo cual no impide que le mime, le cuide, le escuche y le soporte en los momentos depresivos y extraños que acostumbra a vivir este protagonista, acosado por sus complejos personales. Midge es la mujer que le acoge y le entiende, que no le deja caer en los momentos de vértigo, como ocurre literalmente en una escena muy significativa cuando recibe en sus manos a este hombre corpulento y bien puesto, presa de súbitos desmayos, ocasión que aprovecha Midge para ofrecer un momento de tierna cercanía corporal a su indiferente amor platónico. Se plantea acá un estilo de desamor, el del hombre que no reconoce y no avanza y el de la mujer que no se atreve y se resigna a la soledad.
Kim Novak es la rubia espectacular, brillante en sus dos papeles, el de Madeleine y el Judy, que nos introduce a su vez a varios mundos femeninos, en apariencia productos de la ficción y de la actuación, pero bastante reales para el protagonista y probablemente para las interioridades mismas de Hitchcock. Madeleine es, en ciertos momentos, una esposa obsesionada por fantasmas, que se identifica con una misteriosa dama del pasado, como si de una reencarnación se tratara. Una mujer de impulsos suicidas, que viste con una elegancia absoluta, de piel suave, de miradas a la vez maliciosas y suplicantes, inalcanzable, indescifrable. Este es el mundo de la mujer imposible, fatal, que atrae enamoramientos absolutos y absurdos, que terminan en la locura. Así ocurre en la película, cayendo Scottie en un vértigo de emociones que le hacen sentir una mezcla de impotencia y de deseo. Es el desamor de la locura, de lo imposible.
Madeleine, no obstante, es también la amante cercana, una especie de virgen del deseo hecha realidad, a la que Scottie, a espaldas de su esposo y de su amiga Midge, puede tener en su hogar, para él solo, así sea furtivamente, a quien puede desnudar y vestir, porque ella ha pasado por momentos difíciles y juega el papel de mujer débil, que acepta ser acogida, mimada y admirada. Con este tipo de mujer, Scottie experimenta vértigos de pasión y de ternura, siente una felicidad amorosa, pero que sabe duradera solamente en cuanto Madeleine deje sus obsesiones y sus fantasías. Entonces ocurre lo inevitable, cuando los dos amantes despiertan de sus sueños y se deben enfrentar a sus propias realidades y miedos. Es el desamor causado por la realidad, por lo inevitable, es la máxima frustración y puede conducir a una cierta locura, incluso la depresión y hasta la muerte, cuando todo finalmente se destruye.
Aparece sorpresivamente Judy, mujer poco profunda y sencilla, dependienta de tienda, con suficiente ingenio para sobrevivir en la gran ciudad, pero siempre mezclado con algo de temor. Novak es entonces una rubia venida del campo, en busca de mejor vida, quizás curiosa y ansiosa de aventuras con algún galán, sin mayores escrúpulos, muy hermosa, una mezcla de inocencia y malicia. Es la mujer que se deja conquistar, aceptando pequeños y grandes detalles, que van conformando una red de amor en la cual cae el conquistador… hasta que surge la verdad escondida que apaga el amor naciente y lo transforma en una mezcla de desprecio y decepción, y el conquistador, abandonada la esperanza, se aleja indiferente, sordo a las posibilidades que aparecen cuando el amor es sinónimo de confianza ilusionada.
Es curioso que un maestro del cine de misterio aproveche una historia detectivesca para mostrar sus búsquedas, sus impotencias, sus frustraciones y sus delirios ante el alma femenina. Al hacerlo, se ha revelado también como un maestro explorador de los insondables misterios femeninos. (Enrique Posada – ElEspectadorImaginario.com)
9 Comments
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[…] seducción y desesperación que transformarán a la película en una suerte de versión esquiva de Vertigo, ya que él intentará que esta mujer se haga pasar por su esposa (lo es, pero él no lo sabe y […]
[…] de los protagonistas, del mismo modo que se puede apreciar en los trabajos de Bernard Herrmann para «Vertigo» (Alfred Hitchcock, 1958) o «Psicosis» (Psycho, Alfred Hitchock, […]
[…] así lo que verdaderamente le importa al director, algo que no se repetiría hasta su celebrada Vertigo (1958). Con ese espectacular y largo beso concluimos. (Alberto Abuín – […]
[…] Alfred Hitchcock una exitosa relación, que aportó una sonoridad altamente elogiada en filmes como Vertigo, North by Northwest, Psycho, además de Marnie, entre […]
[…] Y si el Amenábar guionista se muestra algo menos efectivo y pierde fuelle con respecto a Tesis, resulta imposible afirmar lo mismo con respecto a lo que el cineasta pone en juego en términos de realización estricta. Tras la cámara, el director nacido en Chile vuelve a demostrar aquí un manejo asombroso de multitud de mecanismos con los que asombrar al espectador, por más que algunos de ellos no sean más que el descarado homenaje a claros referentes como, por ejemplo, el Vertigo de Alfred Hitchcock. […]
[…] constitutivos del cine: la imagen y el sonido. Kimi mezcla clásicos como La Ventana Indiscreta, Vertigo y The Conversation pero de una manera lúdica, referenciando a esas películas casi a modo de […]
[…] es extraño reconocer en Vertigo de Hitchcock alguno de los elementos de Él, como la obsesión por las alturas, y muy especialmente por los […]
[…] con tricerátops y tyrannosaurus que caminaban entre los actores. Décadas más tarde llegaron Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958) y las pesadillas que atormentaban al detective Scottie, con su cabeza flotando sobre un fondo […]
[…] La segunda película de Horvát juega también a partir de la profesión que ambos tienen, poniendo en primer plano cuestiones ligadas al funcionamiento del aparato neuronal y a la capacidad (o no) de comprender la realidad en la que nos movemos si algo allí falla. Marta parece muy profesional y efectiva en su trabajo, pero cuando se enreda en situaciones personales/románticas (János no es el único «candidato»), la mujer parece perder todas esas seguridades y funcionar de una manera esquiva, misteriosa, casi incomprensible. A tal punto que por momentos será ya el espectador el que no sabrá qué cosas de las que se ve son ciertas y qué están solo en su imaginación. De hecho, hay algo de versión, con los sexos cambiados, de Vertigo, de Alfred Hitchcock. […]