En I’m Thinking of Ending Things un atajo imprevisto provoca que una mujer, en plena búsqueda de un modo de romper con su novio, tenga que reconsiderar toda su vida.

  • IMDb Rating: 7,4
  • RottenTomatoes: 83%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Venerado por la cinefilia más cool y odiado por otros que lo consideran un invento, un artista presuntuoso y pretencioso, Charlie Kaufman pasó de ser guionista de moda hace un par de décadas a director de culto con una escasa filmografía que encuentra en I’m Thinking of Ending Things apenas su tercer opus luego de Synecdoche, New York  y Anomalisa.

No es precisamente fácil ni mucho menos amable la propuesta de Kaufman en esta versión que él mismo concibió a partir de la novela homónima de Iain Reid publicada en 2016. Con solo indicar que en el comienzo hay una escena de ¡20 minutos! dentro de un auto en el que Jake (Jesse Plemons) conduce a su novia (Jessie Buckley) hacia la casa de sus padres (David Thewlis y Toni Colette) en medio de una tormenta de nieve ya podemos aventurar que buena parte del público mayoritario de Netflix que eleva inevitablemente al Top 10 subproductos eróticos, comedietas adolescentes y elementales thrillers españoles huirá despavorido en medio de ataques de indignación.

Siempre al borde del regodeo en el patetismo (sobre todo en otra larga secuencia como la del encuentro entre los cuatro personajes donde nuestra atribulada heroína conocerá a sus suegros), I’m Thinking of Ending Things es rescatada a cada rato por la sensibilidad y empatía de ¿Lucy? ¿Louisa? (nada es definitivo en el film), una joven angustiada y en plena crisis existencialista que encarna con una apabullante variedad de recursos la irlandesa Buckley (la intérprete de Beast y Wild Rose ya es firme candidata a una nominación al Oscar como Mejor Actriz).

Como en cualquiera de sus proyectos, Kaufman se permite todo tipo de arbitrariedades, excesos, absurdos, artificios y provocaciones, pero hay que decir que en este caso la combinación entre comedia negra y melodrama con algunos elementos propios del cine fantástico y del musical funciona mejor de lo pensado y esperado. Una vez que uno se entrega y se sumerge en ese universo absurdo y embriagador (concebido con una fascinante dimensión visual) es muy difícil salir indemne e indiferente. Estamos en presencia de un autor único, tan caprichoso como deslumbrante. No abundan en el audiovisual contemporáneo y mucho menos en un catálogo con tantos productos previsibles y tranquilizadores como el de Netflix. (Néstor Burtone – OtrosCines.com)

 

Con sus trabajos para Spike Jonze (Being John Malkovich?, Adaptation), Michel Gondry (Human Nature, Eternal Sunshine of the Spotless Mind) y George Clooney (Confessions of a Dangerous Mind), Charlie Kaufman se convirtió en uno de los guionistas más reverenciados entre fines de la década del 90 y comienzos del nuevo milenio. Tras ganar el premio Oscar por Eternal Sunshine…, dejó de escribir para otros cineastas y se concentró en su propia carrera como director. Así llegaron Synecdoche, New York (2008), ese curioso film de animación que fue Anomalisa (2015) y ahora esta tercera película producida y estrenada por Netflix para la que Kaufman se inspiró en la novela homónima del canadiense Iain Reid.

Quien por tratarse de la transposición de un material ajeno especule con «un Kaufman» más contenido o austero, deberá seguir esperando. I’m Thinking of Ending Things continúa (y en muchos casos profundiza y amplifica) la veta experimental, la audacia narrativa y visual, el tono melancólico y el cuestionamiento existencialista de un cine siempre imprevisible e inclasificable. La protagonista, antiheroína y dueña de la voz en off que narra el film (y de a ratos nos atormenta con sus desgarradores pensamientos) es Lucy (¿o Louisa?, interpreta), una escritora (¿o pintora?, ¿o estudiante de física cuántica?) que está de novia desde hace apenas un par de meses con Jake (Jesse Plemons). Lo de las preguntas entre paréntesis no tiene que ver con imprecisiones en esta crítica sino con que todo en la película es tan contradictorio como inasible y, así, los personajes pueden cambiar de nombre, de oficio y hasta de look. Kaufman juega a reescribir (y romper con) la gramática del cine y, por lo tanto, en un plano alguien puede estar lleno de energía y en el siguiente, convertirse en un anciano en plena degradación física y mental.

En esta tragicomedia que en distintos momentos «dialoga» con el cine de los hermanos Coen, con el de Woody Allen o con el de David Lynch hay lugar también para el melodrama, el musical, el humor negro y el artificio teatral. Lucy (¿o Louisa?) es quien piensa en el final del título, mientras su pareja la lleva en auto hasta una lejana y aislada granja bajo una apocalíptica tormenta de nieve para que ella conozca a sus suegros (dos patéticos seres interpretados a puro delirio por Toni Collette y David Thewlis). Kaufman no se ahorra citas cinéfilas (homenajes y parodias al cine de Robert Zemeckis o a Woman Under Influence, de John Cassavetes con Gena Rowlands) y literarias (Oscar Wilde, David Foster Wallace), pero lo que en principio podría sonar a una caótica y caprichosa acumulación de elementos durante 134 minutos termina dando por resultado la creación de un universo surreal donde todo es posible (como esa heladería en medio de la nada atendida en pleno invierno por una mujeres que parecen artificiales).

Es de celebrar que una película de estas dimensiones, ambiciones y exigencias llegue a una plataforma como la de Netflix (cuya oferta es más bien limitada en términos de cine de autor) y, al mismo tiempo, es de lamentar que un film de la subyugante belleza visual de I’m Thinking of Ending Things (la fotografía es del polaco Lukasz Zal, el mismo de Ida y Cold War, ambas de Pawel Pawlikowski) no pueda ser disfrutado en pantalla grande. Un viaje íntimo y externo por momentos claustrofóbico y siempre pesadillesco que la irlandesa Jessie Buckley (anoten este nombre, es una de las protagonistas de Chernobyl) convierte en una clase maestra de actuación, un impiadoso retrato sobre las ansiedades, angustias, deseos, expectativas frustradas e idealizaciones de estos tiempos. Todo eso y mucho más es lo que ofrece este desconcertante, perturbador y maravilloso trabajo de ese artista tan ambicioso como talentoso llamado Charlie Kaufman. (Diego Batlle – Diario La Nación)