En Palm Springs, cuando el desenfadado Nyles y su reticente dama de honor Sarah tienen la oportunidad de encontrarse en una boda, las cosas se complican al verse incapaces de escapar del lugar y el uno del otro.

  • IMDb Rating: 7,7
  • RottenTomatoes: 92%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

El guionista de Palm Springs jamás pudo haber imaginado que la película que escribió iba a estrenarse en medio de una pandemia que obligaría a millones y millones de personas en todo el mundo a estar en una situación de repetición y monotonía casi constantes. Son cosas que no suceden en el mundo real, como que un terremoto abra un portal en medio de California que haga volver el tiempo atrás y comenzar el mismo día de nuevo. Es que hoy, ciertos conceptos antes pensados como absurdos y de ciencia ficción resultan un tanto más creíbles. O, al menos, los vemos más cercanos a nuestra experiencia cotidiana de estos meses.

La opera prima de Max Barkakow puede sintetizarse en una sentencia. ¿Qué pasaría si fueran dos los que atravesaran el loop temporal de Groundhog Day? Si en lugar de hacerlo solo él, Bill Murray y Andie McDowell pasaran juntos ese eterno mismo día de aquella película de Harold Ramis. En Palm Springs nos topamos primero con Nyles (el comediante Andy Samberg), que está con su novia Misty, en la boda de una amiga de ella. Misty está muy entusiasmada pero a Nyles se lo ve molesto con ella, con tener que asistir a la boda, con la vida. De hecho va a la ceremonia en shorts y camisa hawaiana, da un discurso inusualmente filosófico a los novios y termina escapándose del lugar con Sarah (Cristin Milioti) a vivir una aventura nocturna. En medio del asunto, un tipo misterioso ataca a Nyles a flechazos y él se mete en una extraña cueva para escaparse. Pese a sus recomendaciones, ella lo sigue y ya imaginan lo que sucede…

Al otro día Nyles se levanta en la misma situación que el día anterior –con su novia con look modelo instagrammer— pero Sarah también. El hombre ya está metido en esto hace mucho, demasiado tiempo, pero para ella es la primera vez y no entiende qué es lo que está sucediendo. El resto del primer acto lo pueden imaginar: Nyles tendrá que explicarle a la espantada chica la lógica del mundo en el que viven (que no es muy distinta a la de Groundhog Day) y Sarah tratando de encontrar una salida de ahí sea como sea. No existe esa salida, le dice Nyles. Esto lo que hay: hoy, mañana, siempre. De ahí en adelante, bueno, ya verán lo que sucede.

Con esa mínima modificación a un argumento conocido, Barbakow logró una película bastante diferente al clásico «Día de la Marmota». Si bien es cierto que tiene muchas cosas en común en cuanto a la mecánica y también respecto a las ideas que sostienen a ambas, la pregunta a la que se abre es bastante distinta: ¿Qué pasaría si tengo que repetir todos los días el mismo día de mi vida con la misma persona? De algún modo, la verdadera aunque forzada boda a la que asisten Nyles y Sarah es la de ellos. Y aún sin conocerse antes, de a poco tienen que encontrar una manera, si es posible, de convivir el uno con el otro y ayudarse a atravesar esa situación. Sí, se la muestra como de ciencia ficción, pero cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.

Palm Springs tiene a su favor, además de un guión que encuentra formas relativamente originales de darle una vuelta más al truco del loop temporal, una química entre los protagonistas que es más que palpable. Esa especie de irónica apatía que caracteriza a Samberg funciona a la perfección con la energía por momentos casi maníaca de Milioti, una actriz que debería ser mucho más famosa de lo que es (sí, estuvo en How I Met your Mother, The Wolf of Wall Street y un par de series y películas más, pero su filmografía no está a la altura de su talento). Uno se da cuenta que son muy diferentes entre sí, pero hay una forma de relacionarse con el mundo y entre ellos que los hace tan identificables como queribles.

Si el guión de Andy Siara (uno de los guionistas de Lodge 49, una interesante serie que está en Amazon Prime) tiene algún problema es que no llega a desarrollar demasiado bien al personaje de Samberg. No sabemos nada de su pasado ni cómo llegó a tener esa novia que tiene ni cómo era antes de entrar al loop, por lo que es la inercia de sus propias experiencias dentro de la «máquina del tiempo» las que parecen definirlo. Si había algo que daba fuerza al personaje de Murray en Groundhog Day era la personalidad que acarreaba antes de entrar en ese día interminable y el arco emocional de su Phil se definía a partir de eso. Aquí, lo dice el propio personaje, lo único que importa es vivir el presente ya que mañana será… el mismo día.

Ante el desgaste ya evidente de Nyles, la que desarrolla ese viaje dramático es Sarah. Es evidente su disgusto y su malestar con el mundo que la rodea y con ella misma al comenzar el film (la clásica escena de pedido de alcohol extra en la boda la delata) y de a poco sabremos cuáles son los motivos que la han llevado a esa situación. Es ella la que tiene que «conducir» el viaje de ambos personajes y de la película en general. Curiosa pero afortunadamente, la falta de pasado de Nyles –quien se define casi siempre por su relación con Sarah y por su comprensión de que el día en cuestión puede hasta resultar disfrutable si uno lo hace acompañado — termina generando que ella sea un personaje más rico e interesante que él.

Lo que logra la idea argumental de hacer la experiencia del loop de a dos es, por un lado, generar una complicidad con respecto a la experiencia, algo que sirve a la hora de reencontrarse con personajes que los conocen por primera vez. Y eso es lo que genera buena parte del humor de la película. Pero, más que nada, lo que hace es cambiar el eje filosófico de este tipo de relatos. Ya no es un film sobre un hombre que necesita encontrarle sentido a su vida o reconciliarse con el mundo que lo rodea, sino uno sobre aprender a vivir con otra persona intentando encontrarle distintas posibilidades a un mismo día y soportar las dificultades que se presentan. Nyles y Sarah pueden elegir vivir ese «eternidad en un día» juntos o por separado. Y la película trata, más que nada, sobre esa elección.

Palm Springs no es una película sobre el matrimonio estrictamente, pero sí una sobre el compromiso, sobre cuánto mejor puede ser nuestro paso por el mundo y cuántas posibilidades más aparecen (y más problemas también) cuando se lo pasa con otra persona. Una película sobre el amor como aprendizaje, como tarea, como elección de vida. Como algo que se puede dar, pero sobre lo que también hay que trabajar si uno quiere que los días no sean siempre iguales a sí mismos. Una película ideal para estos días extraños, angustiantes, de ciencia ficción. O, para decirlo más claramente: la mejor película romántica posible para esta época de mierda. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)