Día: 7 de marzo de 2025

  • Marinheiro das Montanhas (Karim Aïnouz – 2021)

    Marinheiro das Montanhas (Karim Aïnouz – 2021)

    Marinheiro das Montanhas comienza en enero de 2019. El cineasta Karim Aïnouz decide tomar un barco, cruzar el Mediterráneo y embarcarse en su primer viaje a Argelia. Acompañado del recuerdo de su madre, Iracema, y de su cámara, Aïnouz nos relata con detalle el viaje a la tierra natal de su padre; desde la travesía por mar hasta su llegada a las montañas del Atlas en Cabilia -una región montañosa del norte de Argelia- y su regreso. La película entrelaza presente, pasado y futuro.

    • IMDb Rating: 7,2
    • RottenTomatoes: 88%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    En Marinheiro das Montanhas, el realizador brasileño de padre argelino retorna a la tierra en la que nació su porgenitor, Majid, para recuperar su historia, conocer el lugar y saber más acerca de sus orígenes. Es un momento quizás clásico en la vida de cualquier persona que llega a cierta edad: la necesidad de saber más del pasado, de la historia familiar. Y más aún en casos como los de Aïnouz en los que los viajes, los desencuentros, las desapariciones y los misterios han ido oscureciendo buena parte de su propia historia.

    La película puede ser vista –y en cierto sentido está estructurada– como un diario de viaje. No hay (o no parece haber) equipo de filmación. Es el director, cámara en mano, capturando sus experiencias que empiezan cuando arriba a Argel, lidia con las miradas raras y hasta sospechas en aduanas y aeropuertos para ir, de a poco, sintiéndose cada vez más «como en casa» en tanto va adentrándose en las particularidades y costumbres locales, conociendo gente y dando espacio a sus testimonios a cámara. Todos ellos, claro, intrigados además por su situación e historia familiar.

    En paralelo al viaje que Karim emprende al pequeño pueblo de la región de Cabilia que es oriundo su padre y en el que todavía viven algunos familiares distantes que desconocen su existencia, Marinheiro das Montanhas contará la historia de su Majid, de su madre Iracema (fallecida en 2015 y al que el realizador se dirige desde la narración, a modo de carta), de cómo se conocieron mientras estudiaban en los Estados Unidos, de los viajes de él, los desencuentros, el paso a Brasil y otras circunstancias específicas que es mejor dejar que el espectador descubra por sí mismo. Lo cierto es que se trata de una serie de peripecias raras (que remedan, en algún sentido, los desencuentros geográficos y los intercambios epistolares de A vida invisível de Eurídice Gusmão, su anterior y premiado film) que marcaron a fuego la vida del realizador de Madame Satã.

    Con una voz en off que recuerda y analiza, que pregunta y se hace preguntas, que investiga en la realidad social argelina actual –hay protestas en ese momento en el país, capturadas por el realizador en el documental Nardjes A..— así como la del pasado –la guerra con Francia es un hecho importante, hasta clave, en la historia familiar–, la película va ganando en calidez y emoción cuando Karim llega al pueblo en el que muchos llevan su apellido y en el que es recibido como uno más de la familia, por más que solo algunos pocos (los más ancianos) recuerden a su padre, que marchó de allí hace bastante más de medio siglo.

    Las limitaciones «técnicas» del tipo de rodaje no molestan ni incomodan. Al contrario, capturan a la perfección lo que es, en definitiva, una experiencia. Y lo que separa a Marinheiro das Montanhas de los incontables documentales biográficos que investigan o recuperan la relación de cineastas con sus historias familiares, es que la de Aïnouz es tan personal como universal, se entrecruza con temas importantes de la historia del siglo XX (y de sus consecuencias en el XXI) y no se trata solo de onanismo cinematográfico o de terapia pública. Un poco como sucede con los documentales autobiográficos de Andrés Di Tella –que también hacen ese cruce entre lo personal y lo histórico/político–, este film brasileño demuestra a la vez que «el cine del yo» y «el cine del otro» (o «el cine del mundo») no tienen porqué ser asuntos separados. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)

  • King of New York (Abel Ferrara – 1990)

    King of New York (Abel Ferrara – 1990)

    King of New York es un violento film de gángsters que relata los intentos de un traficante de drogas por recuperar su  territorio  perdido mientras cumplía prisión. En Nueva York el crimen se hace a la manera de Frank o no se hace. Recién salido de la prisión, Frank White se reúne con su antigua banda para retomar su posición como «señor de la droga» de la ciudad. Se enfrentarán en sangrientas batallas al resto de capos de la ciudad y lucharán por estar en la cima. Incapaces de volver a poner a Frank entre rejas, la policía también les declara la guerra..

    • IMDb Rating: 6,9
    • RottenTomatoes: 77%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    King of New York, película de 1990 del director de culto Abel Ferrara. En el momento de su estreno gozó de cierta polémica por su excesiva violencia, polémica que casi siempre acompaña a Abel Ferrara, autor de obras interesantísimas como el The Driller Killer, Body Snatchers, y la recientemente versionada Bad Lieutenant

    La trama es bastante simple y vista con la distancia que ofrece el paso del tiempo, a veces resulta un poco ingenua, nos cuenta la historia de un capo del narco, Frank White, interpretado brillantemente por el espléndido Christopher Walken, que tras salir de la cárcel decide reconstruir sus imperio, reunir su banda, recuperar su territorio y volver a ser el rey del hampa.

    Pero lo que sigue llamando la atención y que a mi juicio diferencia King of New York del resto de películas sobre el capo mafioso de turno, es que a White le interesa todo eso, es decir, ser el rey del mambo, pero además quiere hacer algo bueno, quiere trascender, le preocupa su legado, desea que el dinero, el poder y los contactos que genera su actividad sirvan para “hacer el bien” , se preocupa de las obras benéficas, de hospitales para los barrios marginales, es cierto que es un gánster y que no niega que ha matado y ha hecho cosas terribles, pero no ha hecho nada a nadie que no se lo merezca, Frank no cree en el derecho ni la ley, él cree en la Justicia, escrita con mayúsculas y en su delirio de grandeza él se considera la Justicia.

    Su particular sentido de la moral o de la amoralidad, es un tema recurrente y casi siempre presente en la cinematografía de Ferrara junto con la recurrente iconografía religiosa, en particular la católica, la culpa, la redención y la venganza son elementos casi siempre presentes a lo largo de su cinematografía. Como he dicho con anterioridad, la trama y el guión no son lo mejor de la película.

    Como en todas las películas de gánster existen bandas rivales. En esta película la policía se presenta como otra banda más, dispuesta a todo, pero su lucha contra Frank White es sin esperanza, con desgana, sabiendo que en el fondo no vale la pena, el mundo se fue al garete hace tiempo y a nadie parece importarle, la salvación ya es cosa olvidada, es una quimera.

    Nueva York, una de las ciudades más cinematográficas del mundo, es retratada por Ferrara como un agujero lleno de corrupción y violencia, oscuro, tétrico, carente de todo escrúpulo en el que conviven, narcos, abogados, políticos, prostitutas, bandas y mugre a raudales.

    Frank White se desenvuelve con soltura y desparpajo por estos dos ambientes, en apariencia tan distantes pero que Ferrara intenta poner como dos caras de una misma realidad. Su representación está más cerca del Nueva York de Scorsese y Spike Lee y a un par de galaxias del idílico Nueva York de Woody Allen.

    Pero el retrato de las bandas y a veces de los personajes está lleno de tópicos, abundan las escenas de sexo y de violencia que a veces parecen que están metidas con calzador.

    Los personajes son exagerados, un poco caricaturescos y falto de profundidad. Resulta llamativo el reparto, ya que por la pantalla desfila un buen número de actores bastante conocidos. Dentro de este grupo, destaca Laurence Fishburne, que interpreta al locuaz Jimmy Jump, mano derecha o “pistola derecha” de Frank White. David Caruso, que visto con el paso del tiempo nos ofrece más de alguna pista que explica la pose e histrionismo de su Horatio Caine en C.S.I, en esta ocasión encarna al joven policía irlandés (¿Hay algo más tópico en una peli de gánster que un poli irlandés? SÍ, mafiosos italianos jugando a las cartas), dispuesto a saltarse todas las normas para quitarse de en medio a Frank White. Wesley Snipes, que interpreta con un limitadísimo registro al compañero de Caruso, Thomas Flanigan. El siempre correcto Giancarlo Esposito, habitual en el cine de Spike Lee, como miembro de cierta importancia de la banda de White. Steve Buscemi, que más que un papel hace un cameo y que visto con la ventaja o el ventajismo que nos ofrece la trayectoria de Buscemi, está muy muy desaprovechado. Destacable es siempre el trabajo de un actor secundario de lujo, Victor Argo, que interpreta al cansado e inconmovible jefe de policía, personaje que a mi juicio está desperdiciado pero que “aguanta el plano como pocos”.

    King of New York es una película donde el trabajo de Christopher Walken destaca sobre el resto. Su Frank White me parece uno de los mejores gánster de la historia del cine, a la altura de los más grandes, a pesar de que a muchos les resulta insoportable y sobreactuado, con esas pausas que parecen infinitas y una mirada que irradia enajenación y locura. Pero me atrevo a decir, que pocos actores darían ese aire de patetismo, oscuridad y desazón que irradia White y que sabe que el final de su vida siempre está a la vuelta de la esquina, alguien que acepta su final y que lo acepta sin lamentaciones y sin falsos dramatismos. (Miguel Concha – Zinefilos.com)