American Movie es la historia de Mark Borchardt, un tipo peculiar que desea cumplir un sueño: ser director de cine y filmar un film de terror, «Coven». El problema es que no está en Hollywood, California, sino en Menomonee Falls, Wisconsin, y sus ayudantes no son especialistas de la industria, sino su madre, su tío de 82 años y un curioso reparto de gente del pueblo.

  • IMDB Rating: 7,9
  • Rottentomatoes: 94%

Gran Premio del Jurado al Mejor Documental en el Festival de Sundance 1999

Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

 

Hoy la entrada está dedicada a una película documental a la que le venía siguiendo la pista desde que obtuvo el gran premio del jurado del festival de Sundance en la edición de 1999. Sin embargo, American Movie ni se estrenó en su momento, ni se ha editado en España, ni (de momento) se la espera; pero, gracias a las posibilidades que hoy nos brinda la tecnología, es posible acceder a ella de manera sencilla y rápida.

El cine documental o -en un sentido más amplio- el cine de no-ficción, en muchas ocasiones no es más que una simple etiqueta caprichosa pues por su propia naturaleza es un territorio fronterizo que se define sólo por oposición (lo que no es ficción). Dado que es imposible reflejar la realidad sin recrearla o sin que, de alguna forma, intervenga el artificio, por mínimo que éste sea, debemos convenir en que sus contornos son esencialmente porosos, moldeables y, cuando menos, equívocos. Esta afirmación se demuestra si consideramos que la mano del director nunca es aséptica ni inocente: desde la perturbación que ocasiona la presencia de una cámara, a la elección misma del tema, desde la decisión sobre un encuadre o la duración de una secuencia, hasta el orden de las escenas o la elección de las que entran o no en el montaje final; todas estas opciones desmienten la pretendida visión neutra y objetiva que tradicionalmente se le atribuye, evidenciando que con «la realidad» como lienzo, como marco, lo que se muestra no se corresponde sino con la visión del director, en definitiva, una reinterpretación de la realidad. De tal forma es así, que son abundantes los ejemplos de films de ficción mucho más realistas que otras tantas películas de no-ficción, y a la inversa.

Por tanto, la obra de no ficción disfruta o puede disfrutar (al menos algunas de ellas) del mismo estatus «artístico» que pueda alcanzar una película de ficción. Precisamente por ello, por la visión subjetiva implícita y potencialmente transversal, el documental es hoy el terreno idóneo para experimentaciones, para la hibridación de formas, géneros y temas; es el campo donde, sin género de duda, se están realizando algunas de las obras más interesantes del cine contemporáneo.

American movie comienza encuadrándose aparentemente en la categoría de los documentales-reportajes que relatan o siguen un hecho o acción concreta, en este caso la puesta en marcha de una película totalmente independiente: Northwestern, el primer largometraje de Mark Borchardt. Presenciamos sus reuniones preparatorias, la creación de equipos, reparto de tareas, la búsqueda de localizaciones y, sobre todo, de financiación… Sin embargo, una vez queda claro que ésta no va a llegar, que no va a ser suficiente para poner en pie el rodaje, nos damos cuenta de que el eje central del film se ha desplazado, focalizándose sobre el propio Mark Borchardt, su vida cotidiana, su círculo íntimo y su pasión quijotesca por el cine. Muestra de ello es que, inasequible al desaliento, Mark se sobrepone dirigiendo sus esfuerzos a finalizar Coven, un corto previamente inacabado para, con lo que obtenga con él, poder retomar la futura realización de Northwestern. Este proceso será largo, dos años hasta el estreno de Coven, que la incansable y minuciosa cámara de Smith seguirá hasta el final.

Tras el giro mencionado, entramos de lleno en un documental de aquellos que se centran, durante un periodo de tiempo más o menos largo, en la vida, obra y milagros de un personaje más o menos interesante, curioso o peculiar (p.e. General Idi Amin, B. Schroeder, 1974; Roger and me, R. Moore, 1989; Crumb, T. Zwigoff, 1994; The agronomist, J. Demme, 2002; Zizek!, A.Taylor, 2005). En tanto este «formato» no es muy propicio para la experimentación formal, generalmente la mayor o menor calidad e interés de la película viene dada por la fortuna y acierto en la elección del protagonista y su calidad e interés humano.

Chris Smith escoge como motivo a Mark Borchardt, o mejor, Borchard es la película, un ser anónimo, si bien con un carácter, personalidad, e incluso rasgos, peculiares: habitante de un pueblo de Wisconsin, en pleno Medio Oeste norteamericano, este treintañero tiene tres hijos (a los que ha dejado de pagar la manutención), vive con su madre, tiene ciertos problemas con la bebida y carece de empleo estable (reparte periódicos y luego cuidará de un cementerio), pero desde la adolescencia el cine fue su obsesión, de forma que realizó varios cortos (vemos algunos fragmentos) y pretende materializar un largometraje. Vitalista irredento, su intenso afán por el cine le lleva a movilizar familia (su padre le recrimina su lenguaje, su madre actúa e incluso ejerce de directora de fotografía, y sus hermanos piensan que Mark debería dedicarse a trabajar en una fábrica), amigos (Mike -músico, ex-adicto– y auténtico Sancho Panza tronado, y Ken, que acaba de salir de la cárcel), vecinos y conocidos. Mención aparte merece su fuente de financiación y por ello productor ejecutivo, su anciano y descreído tío Bill, al que visita en su caravana y sablea, pero con el que mantiene una conmovedora relación y tienen lugar algunos de los mejores momentos.

Descacharrante y bizarra, American movie está trufada de verdad y emoción, de forma que trasciende lo que sería la simple estampa amable de un freak carismático, un Ed Wood redivivo, entusiasta y con buen corazón para trazar un retrato sobre la juventud actual, (o un cierto tipo de ella, o del «eterno juvenil»), las ilusiones adolescentes (o más bien post-adolescentes), el verdadero entusiasmo (casi siempre inconsciente) y el afán por materializar los sueños, en este caso ajenos a las estrechas miras vitales, económicas y sociales con las que nos toca convivir a diario y a conceptos impuestos como «triunfo», «resultados» o «beneficio». Esta realidad singular se nos muestra a través de los códigos formales del documental arquetípico, lo cual favorece la sospecha de estar asistiendo a un «falso documental» (un fake o mockumentary), recordando otros semejantes, como Grizzly man (W. Herzog, 2005), en los que la sensación de irrealidad plantea al espectador el problema sobre la credibilidad de la imagen, de lo real, conduciendo a una reflexión sobre sus límites y alcance en la pantalla. Sin embargo, sí podemos decir que es un buen ejemplo de cine dentro del cine, desmitificador y representativo, sobre todo por oposición. American movie no cambia la faz del cine, ni traspasa fronteras genéricas, no alcanza elevadas alturas, pero tampoco lo pretende.

A un espectador «serio» American Movie podrá parecerle ridículo e infantil, principalmente porque esta lucha con uno mismo y contra todos es infructuosa, pues no obtiene más resultado que el anonimato y el (supuesto) fracaso; pero el caso es que, cuando este discurso aparece con el trasfondo del «éxito», en boca de un triunfador «socialmente reconocido», a ese mismo espectador en cambio le suena a música celestial, a verdad incontrovertible y fascinante. En este sentido, resulta obvia la referencia del film al totémico y manido «sueño americano» (el american dream); irónicamente Smith lo ha ejemplificado en la figura de un proletario situado en un suburbio de una remota ciudad norteamericana que persiste en la consecución de su sueño, ofreciendo de paso una faceta desmitificadora de lo que es el cine, y de lo que es la vida, que en nada tiene que ver con el pretendido glamour ni con el lujo o los sueños dorados que mundialmente vende y publicita Hollywood.

La ironía final viene dada en un doble sentido, primero porque, en la eterna espiral vampírica que retroalimenta nuestro sistema económico-iconográfico espectacular, este documental fue adquirido por Sony Pictures Classics para su distribución, y su consiguiente difusión/asimilación convirtió a Mark Borchardt en un «personaje del momento» con apariciones en late nights televisivos, en la MTV y en películas de serie C; sin embargo, esta «notoriedad» no le ha permitido realizar aún Northwestern (a pesar de lo cual no ha perdido un ápice de su lucidez). Y un segundo aspecto que no podemos dejar de anotar, es que este film tiene un inevitable carácter especular inverso no exento de pecado original: es la película sobre un fracaso -una película que no se puede hacer-, exhibiendo las miserias de un paria del cine, pero, por contra, ésta sí se convierte en un relativo éxito y permite a su autor continuar su carrera como director. (MisteriosoObjetoAlMediodía.com)