En As the Gods Will, Shun Takahata es un estudiante de secundaria que lleva una vida aburrida, junto a su mejor amiga, Ichika Akimoto. Un día, la cabeza de su maestro explota en clase y Shun y sus compañeros se ven obligados a jugar un juego mortal sin saber el quién, el cómo o el por qué.

  • IMDb Rating: 6,4
  • RottenTomatoes: 57%

Película (Calidad 1080p. La copia tiene subs en varios idiomas, entre ellos el español)

 

Takashi Miike es bien conocido por su cine bizarro, controversial y gráfico; con escenas que van desde sexo zoofílico, asesinatos con dardos soplados desde una vagina menstruando, un muchacho que sufre de acoso o “bully” raspándole el excremento a un pobre tipo de su escuela, un colegial golpeando a su madre como desquite porque a él le golpean mientras los demás miembros de su casa lo permiten, un hombre rebanado desde la cabeza hasta la ingle, una película de zombies musical con animaciones de 24 frames por segundos, etcétera.

Es un director prolífico —entre 1992 y 2002 realizó unas 25 películas— que lleva más de noventa películas en su haber, de las cuales prácticamente todas tienen un componente polémico y/o extraño, capaz de causar aberración o placer por igual en el espectador. Su cine no es para todos, y prueba de ello es su anecdótico paso por la serie de televisión Masters of Horror, al lado de directores consagrados como Joe Dante, Darío Argento, Don Coscarelli, Tobe Hooper, Stuart Gordon o John Carpenter, entre otros. En dicha serie a todos ellos les dieron libertad creativa, a excepción de ligeras restricciones de contenido sexual y violento —nada de desnudos frontales ni de violencia relacionada con niños; fuera de eso… todo lo que quisieran—. Miike realizó Imprint, basada en un cuento tradicional japonés, “Bokkee Kyotee”, escrito por Shimako Iwai. En su aportación incluyó representaciones gráficas de violencia, tortura femenina y fetos abortados que él consideró “suaves” y “socialmente aceptable”, pero que abrieron un crudo debate acerca de la libertad y los cánones de violencia admisibles para una audiencia occidental. De hecho, cuando Miike mostró el capítulo a Mike Garris, creador y productor de la serie, éste consideró que Imprint era demasiado perturbadora para salir al aire. Fue el único episodio de la serie que no se emitió en Estados Unidos. Garris mencionó que el episodio era “asombroso, pero muy difícil, incluso para mí, de ver… definitivamente el filme más inquietante que he visto” [Cabe mencionar que no llamaron a Miike para la segunda temporada].

Con todos estos antecedentes no es difícil imaginar qué clase de cine realiza el maestro Miike—O quizá sí lo es. Mike Garris no pudo imaginarlo—. Miike prefiere filmar en Japón, donde tiene total y absoluta libertad y los estándares de violencia y sexo son menos exigentes y ajustados al tipo de material que él filma. Entre otras cosas Miike realiza cine de terror, puro, duro… y es brillante en todo lo que hace. Le adoramos, y cada película que sale al año con su nombre impreso en el cartel, nos empuja a verla con avidez sin que suela existir espacio para la decepción. As the Gods Will no es la excepción—no conozco el título en español, ni siquiera sé si será estrenada en países de habla hispana.

Para reseñar As the Gods Will podría empezar diciendo que es un survival, más parecida a Battle Royale que a Backcountry. Sus protagonistas —jóvenes estudiantes de bachiller— participan en un juego mortal donde van muriendo uno tras otro, hasta que el grupo se reduce a su mínima expresión. La diferencia es que no se asesinan entre ellos, como lo hicieron en Battle Royale, ni les matan psicópatas, criaturas o animales salvajes; si no que los propios dioses son los autores de los asesinatos. Y lo hacen de la manera más infantil y absurda posible. Y es precisamente ahí donde entra el componente extraño de As the Gods Will.

No es ajeno a las maneras de Miike utilizar imágenes infantiles, o incluso tontas, en su cine; ya lo hizo, por ejemplo, en los ojos saltones de su comedia absurda The Bird People in China; en la pelea de gallos al estilo Matrix en The City of Lost Souls; o en el anciano decrépito que se quita las ropas y resulta ser un enorme fisioculturista en Ichi the Killer.

Lo que ataca —por así decirlo— a los jóvenes protagonistas de As the Gods Will son juegos infantiles, imágenes tiernas de la mitología y cultura japonesa como “darumasan ga koronda”; lo que nosotros vendríamos a conocer como “Un, dos, tres, chocolate inglés”, que consiste en que uno de los jugadores se vuelve contra una pared y el resto se coloca detrás de él a varios metros de distancia. El primero canta, mientras los demás participantes se acercan rápidamente y paran cuando la melodía termina. El que para se gira rápidamente y si pilla a alguien en movimiento, éste deberá retroceder hasta la línea de salida. Entonces, vuelve a cantar la canción y así sucesivamente. En la versión del juego al estilo de As the Gods Will el castigo de hallarlos en movimiento es simple: la muerte. Así hasta terminar el juego. Sólo puede quedar un superviviente, que se ganará el derecho a participar en otro juego. Así se pasa del “darumasan ga koronda” al “Maneki neko”, “Kokeshi”, “Shirokuma” y, por último, el “Matrioska” o “patear la lata”. En cada juego, el que pierde… muere. Es lo bonito del asunto.

Se menciona en la película que a nivel mundial está ocurriendo en varias escuelas: los jóvenes están siendo obligados a jugar. Vemos la versión japonesa de los juegos, pero ya me los imagino jugando al “Juego de la oca”, “Encantados”, “Quemados”, “Saltando la burra” o “Doña Blanca”. Brutal.

As the Gods Will está Basada en el manga Kami-sama no Iu Toori (神さまの言うとおり), escrito por Muneyuki Kaneshiro e ilustrado por Akeji Fujimura, una saga de cinco volúmenes que vendió más de 1.5 millones de copias en Japón. Publicado entre el 2011 y 2012, su éxito le valió una segunda parte titulada Kami-sama no Iu Toori ni, la cual se empezó a publicar en 2013, llevando hasta la fecha 11 volúmenes… y contando.

Takashi Miike nos trae el live action movie del manga, y sin haber leído el cómic, lo cierto es que puedo llegar a suponer que As the Gods Will le hace justicia, ya que sus escenas son magníficas. No escasea la tensión, la sangre, la estética (marca de la casa) y el entretenimiento. Quizá no tenga una trama muy compleja o personajes muy extravagantes, como en varias de sus películas anteriores, pero sí posee violentas escenas cuidadosamente filmadas, con zonas de indeterminación tan maravillosos que llegan a ser agresivas sin llegar a verse.

Algo que me encantó de esta película—y de hecho es recurrente en el cine asiático, en especial de Japón—es que se va directa al grano. No pierden el tiempo narrando justificaciones o explicitando lo previo a la historia. Me explico: en el cine de occidente están acostumbrados a contarnos la vida de los protagonistas, su entorno social, sus problemas psicológicos, relaciones, bla, bla, bla. Tardan en meterse a la historia. A veces pierden mucho tiempo en convencer a todos los que andan a su alrededor de que, efectivamente, están metidos en un problema; y cuando por fin empieza lo interesante, cuando ya todos creen que el fantasmas existe o que el asesino anda tras sus pasos… ya ha transcurrido casi una hora de metraje y todo acaba resolviéndose en los últimos 20, máximo 30 minutos. En cambio, en Asia todo ocurre más deprisa. Empieza la historia y de golpe ya estamos dentro de ella. Si hay algo sobrenatural no se tiene que convencer a nadie de ello y la narración fluye, de esta manera, durante toda la película. Se saltan las justificaciones, la lógica, los puntos dramáticos; y todo con el objetivo de contar una película entretenida y mágica. Y es que el cine es mágico, no es real. Para realidades me salgo a la calle… y eso es más deprimente que otra cosa.
As the Gods Will entra de golpe. Empieza con una ligera—muy ligera—introducción del tedio de sus protagonistas, en la que les vemos pensando al unísono: “Dios, mi vida es un aburrimiento. Dime, ¿Para qué vivimos?”. Corte a: están jugando “darumasan ga koronda” y ya hay varios cadáveres esparcidos. De ahí a lo que sigue… sin descanso.

Con una estética muy cuidada, excelentes efectos digitales, localizaciones preciosistas y sangre a chorros, As the Gods Will pasa de la tensión al drama, al romance, a la indignación, sin dejar nunca de ser una grandiosa película de entretenimiento malsano pero divertido. Es cierto que Miike tiene películas más severas, con imágenes más extrañas y agresivas, con una lógica extravagante y extremadamente originales, pero As the Gods Will cumple y lo hace de una forma excelsa. Para los que no conocen el cine de Takashi Miike es un buen acercamiento antes de pasar a sus películas más salvajes y despiadadas. Para los que conocen al Miike brutal quizás sientan que le faltaron más vísceras, pero aún así les encantará. Una buena notica es que al parecer ya están filmando la segunda parte o por lo menos está en pre-producción. Así que por aquí estaremos, esperándola. (Murillo – AlmasOscuras.com)