En Hungry Hearts Mina quiere preservar la pureza de su niño y protegerlo de la contaminación del mundo externo. Por amor, Jude la apoya hasta que, un día, descubre que su hijo no crece y que su vida corre peligro.

Copa Volpi Mejor Actor en el Festival de Cine de Venecia 2014
Copa Volpi Mejor Actriz en el Festival de Cine de Venecia 2014
  • IMDb Rating: 6,4
  • RottenTomatoes: 64%

Película / Subtítulos 

Todo cinéfilo conoce el proceder de John Cassavetes en el acercamiento a sus personajes. El cineasta norteamericano se caracterizaba por introducir a las estrellas de sus filmes con suma parcialidad, impidiendo que el espectador les juzgara de forma ética. Veinticinco años después de su muerte, Saverio Costanzo citó la maestría de Cassavetes en la pasada edición de la Mostra de Venecia, concretamente en la rueda de prensa de Hungry Hearts, la última película del realizador italiano que compitió en el Concorso Internazionale del certamen. El director, que saltó a la fama con Domicilio Privado y La Solitudine dei Numeri Primi, comentó que Hungry Hearts esconde un homenaje explícito al citado método de presentación y abordaje de los personajes de John Cassavetes. En su cuarto largometraje, Saverio Costanzo proyecta una problemática esencial del ser humano a través de un enfrentamiento conyugal sin decantarse por una de las dos partes. Jude (Adam Driver) y Mina (Alba Rohrwacher) son un joven matrimonio neoyorquino del Upper West Side obsesionados por el bienestar de su bebé. Él es americano e hijo de padres republicanos; en cambio ella es italiana, vegana y cuestiona los beneficios de la medicina convencional. Aunque ambos compartan el mismo deseo de criar a un hijo sano, los dos protagonistas de Hungry Hearts defienden una postura opuesta respecto a los métodos de educación y nutrición del futuro neonato. Su egoísmo por salvar a la criatura de la errónea perspectiva del otro los catapulta hacia un agujero negro que llenan con mentiras, miradas de reojo, silencios incómodos y, sobre todo, desconfianza. El miedo a descubrir que comparten el lecho con un completo desconocido aniquila el vínculo simbólico de su matrimonio y, a la vez, los destruye individualmente.

El no-posicionamiento del autor frente al conflicto, le permite alejarse de la usual exigencia argumental que fuerza la exhibición del rol de víctima y verdugo. De este modo, Saverio Costanzo tiene libertad para centrarse en dos aspectos técnicos hasta ahora desconocidos en su anterior filmografía. Nos referimos a los bruscos e imprevisibles cambios de género, y al uso adecuado de ciertos planos y lentes de la cámara, con el fin de forzar la ansiedad formal a los ojos del público. En cuanto a la alteración genérica, Hungry Hearts se inicia con un plano secuencia en el que Adam Driver y Alba Rohrwacher quedan encerrados en un baño de un mugriento restaurante chino. Durante cinco minutos y sin cortes, Adam Driver finge interpretar al cómico de sus habituales e intermitentes apariciones en el género mumblecore. En la primera escena de Hungry Hearts el actor californiano da vida a un individuo que comparte la neurosis y verborrea que definen a su personaje en Frances Ha (2012), a Adam de la serie televisiva Girls (2012 – ¿2016?), e incluso a su papel secundario en Inside Llewyn Davis (2013). Sin embargo, la aproximación de Saverio Costanzo al mumblecore es breve y poco precisa. En su constante modificación de estilos, el cineasta prefiere explorar las posibilidades del melodrama romántico, el cual acaba desembocando en un vertiginoso thriller de terror psicológico.

Las maleables interpretaciones de Adam Driver y Alba Rohrwacher están a merced de los abruptos cambios genéricos de Saverio Costanzo. En Hungry Hearts la pareja de actores realiza un trabajo tan admirable que les valió a ambos el galardón Coppa Volpi a la mejor interpretación masculina y femenina en la capital del Véneto. Las flamantes habilidades artísticas de Driver y Rohrwacher alcanzan su cúspide cuando el relato se convierte en una película de terror malsana. Es decir, siete meses después del alumbramiento de la criatura, cuando Mina no permite que su hijo salga del apartamento, ni quiere que cualquier huésped que proceda del exterior lo toque. Llegado ese momento, el director opta por invertir la ejecución formal de sus escenas. Los travellings y los bellos primeros planos de los rostros del feliz matrimonio se convierten en tomas fijas que captan grandes ángulos de la casa, siempre situados en los extremos de las habitaciones, como si los próximos temibles actos debieran ser registrados por cámaras de seguridad. Además, Costanzo utiliza lentes de ojo de pez para que la experiencia visual resulte más confusa. Su intención es deformar el espacio para generar un claustrofóbico efecto de dilatación temporal. Resultado que consigue gracias a la ejemplar labor de Fabio Cianchetti, el director de fotografía que también colaboró con Bernardo Bertolucci en Soñadores (2003) y con Abel Ferrara en Go Go Tales (2007).

El espacio donde la trama acontece y la forma en que lo exhibe el tándem Constanzo-Ciachetti es el pilar de Hungry Hearts. A medio metraje la vivienda de Jude y Mina se convierte en el único escenario del filme, dado que los protagonistas son obligados a encerrarse en su domicilio por culpa de las circunstancias paranormales que condicionan el nacimiento del bebé. Más allá de las semejanzas en la apariencia y el comportamiento de Alba Rohrwacher con Mia Farrow en Rosemary’s Baby (1968), los dos escalofriantes largometrajes poseen muchos puntos en común. Si bien en el célebre filme de Roman Polanski, el neonato mantiene una relación directa con el mismo diablo, en el caso del hijo de Mina y Jude, éste es visto por la madre como un “niño índigo”, término que proviene de la sectaria Corriente de la Nueva Era. Al citado clima de desconcierto espiritual, se le debe añadir un enfrentamiento por causas nutricionales. La madre vegana está convencida de que su retoño no necesita ingerir ciertos alimentos de procedencia animal, mientras que el padre se dedica a dar de comer a su pequeño con los alimentos prohibidos, y a llevarlo al pediatra cuando su mujer se ausenta. En este sentido, la trágica historia de Hungry Hearts se construye mediante una sucesiva lista de malentendidos humanos. Una abrumadora reflexión pesimista sobre las consecuencias de la incomunicación en pareja. | ★★★★★ | (Carlota Moseguí – ElAntepenúltimoMohicano.com)