En el Sur del planeta, el nivel de las aguas está subiendo vertiginosamente y todos los diques se hunden. Al mismo tiempo, los animales salvajes vuelven de sus tumbas. Beasts of the Southern Wild es la historia de una niña de seis años que vive con su padre en un lugar aislado del mundo.

Mejor Película y Mejor Fotografía (Festival de Sundance 2012)

Cámara de Oro (Festival de Cannes 2012)

Mejor Nuevo Director (Premios Gotham 2012)

Top 10 Mejores Películas del Año (American Film Institute 2012)

  • IMDB Rating: 7,3
  • Rottentomatoes: 86%

Película / Subtítulo

El pasado 25 de enero llegó a nuestras carteleras una de las películas más importantes del año pasado. Beasts of the Southern Wild comenzó su triunfal carrera en el festival de Sundance, ganó la Cámara de Oro en Cannes –mejor ópera prima del certamen– y se ha colado en los Oscar con cuatro importantes candidaturas: mejor película, dirección, guion adaptado y actriz protagonista.

Los principales artífices del éxito de esta humilde producción independiente –costó menos de dos millones de dólares– son dos novatos: Benh Zeitlin y Quvenzhané Wallis. El primero debuta como realizador, firma el guion junto a Lucy Alibar –autora de la obra original en la que se basa el film, ‘Juicy and Delicious’– y compuso la música en colaboración con Dan Romer; la segunda es una niña que con solo seis años –la edad que tenía durante el rodaje– es capaz de soportar el peso de esta cruda pero hermosa fábula, convirtiéndose en la más joven aspirante a un Oscar en toda la historia de estos premios.

Tras superar a unas 4.000 candidatas, Wallis se mete en la piel de Hushpappy, una pequeña heroína de poderosa imaginación e irreductible coraje que se sentiría muy cómoda en el universo del genio Hayao Miyazaki. Hushpappy vive en una apartada comunidad a las afueras de Nueva Orleans, en una zona pantanosa del Mississippi llamada La Bañera («Bathtub»). La niña mantiene conversaciones con su madre ausente, escucha el corazón de los animales y trata de entender y ganarse el cariño de su padre, Wink (Dwight Henry), quien parece intentar calmar con alcohol el dolor y la impotencia que le causa su enfermedad.

Wink es severo con su hija porque sabe que pronto no podrá cuidarla, y quiere que Hushpuppy sea fuerte e independiente, capaz de sobrevivir por sí sola. A esto hay que sumar la pobreza de la zona y la catástrofe causada por el azote de un huracán. Son ingredientes que podrían emplearse fácilmente para componer un lastimero drama social, pero al igual que sus protagonistas, Beasts of the Southern Wild no busca dar pena a nadie, es una aventura ambientada en una especie de mundo alternativo al nuestro que celebra la vida en lugar de lamentarse por sus desgracias. Zeitlin no esconde nada pero apuesta por un enfoque optimista, esperanzador y lírico, mostrando la realidad tal como la siente y la entiende Hushpuppy.

Esta aproximación permite al realizador introducir elementos fantásticos de una forma coherente con el relato, dotándolo de mayor singularidad. Es el mundo de Hushpuppy, la futura reina de La Bañera. Más discutible es la opción visual por la que apuesta Beitlin, imitando el estilo documental, prefiriendo la cámara en mano al trípode y jugando con el enfoque como si la cámara fuese testigo de unos hechos espontáneos e imprevisibles. Es su decisión y la entiendo, trata de capturar la verdad del lugar y el momento, las reacciones naturales de sus actores –tanto Wallis como Henry carecían de experiencia como intérpretes–, pero también entiendo que una parte del público pueda sentirse mareado o incómodo por la puesta en escena. En este sentido, lo aceptas y te dejas llevar, o abandona cuanto antes.

Se ha hablado mucho de las sorprendentes nominaciones a los Oscar de este año y en el caso de Beasts of the Southern Wild extraña que pueda conseguir las estatuillas a mejor guion adaptado o actriz principal –sin restar mérito a lo que hace Wallis, no debería competir en la misma categoría que Emmanuelle Riva– y no sea candidata en los apartados de fotografía (sensacional trabajo de Ben Richardson) y música original, dos de los puntos fuertes del film, esenciales para introducir al espectador en la ficción y transmitir las emociones que busca recrear Beitlin. Se hace repetitiva en el retrato de la relación paternofilial, abusa de tocar las mismas teclas, pero la película cautiva por su energía y belleza. (Juan Luis Caviaro – espinof.com)