En Brawl in Cell Block 99, Bradley es un exboxeador con un matrimonio a punto de romperse que pierde su empleo como mecánico de coches. Debido a esta sensación pesimista, acaba decidiendo que su mejor opción es trabajar para un viejo amigo como traficante de drogas. Esta decisión mejorará su vida hasta que se ve envuelto en un tiroteo entre la policía y sus aliados; situación que le acaba llevando a la cárcel…
- IMDb Rating: 7,2
- RottenTomatoes: 92%
El director de Bone Tomahawk, un cruento western convertido rápidamente en película de culto, va en camino de tener una segunda película en ese “nocturno circuito”. El género ha cambiado (Brawl in Cell Block 99 es un policial o un thriller urbano carcelario), pero no el instinto. Zahler trabaja en una zona curiosa, ya que sus películas tienen por momentos la parsimonia y complejidad en el desarrollo de personajes de versiones más “arty” de esos géneros, pero a la vez les inyecta un grado de violencia propias del cine más clase B de explotación. Ustedes podrían decirme que Quentin Tarantino hace eso desde 1992, pero no es igual. Zahler no arma enrevesados y elegantes diálogos posmodernos para que sus personajes se extiendan en soliloquios improbables pero efectivos. No es eso lo que le da gravedad a sus filmes, sino más bien lo contrario: el silencio, el tiempo, la oscuridad de sus personajes que hablan poco pero transmiten una intensidad temible.
En este caso el protagonista es Vince Vaughn, un hombre cuyo recorrido parece marcado a fuego desde el principio: lo echan de su trabajo, llega a su casa temprano y descubre que su mujer lo engaña y se pone violento pero no con ella sino con el auto, al que casi destruye. La crisis económica y de pareja es tal que no le queda otra que contactarse con delincuentes dedicados al tráfico de drogas. Las cosas parecen ir bien hasta que, previsiblemente, se complican. Ya va casi una hora de los 130 minutos de la película cuando nuestro protagonista cae en la cárcel. Y ahí empieza casi un nuevo filme, sobre el que no conviene adelantar demasiado, pero que se va volviendo más y más violento, más y más salvaje y aterrador.
Jugando con una mezcla de códigos y estilos que van del cine de explotación setentoso (el mítico “grindhouse” al que QT y Robert Rodríguez le dedicaron una película) con algo del cine coreano a lo Park Chan-wook (por la coreografiada violencia sin cortes de muchas escenas), Brawl in Cell Block 99 –ya el título adelanta bastante de la trama– tendrá una acumulación de escenas y situaciones violentas en la segunda mitad que dejarán a más de un espectador boquiabierto o tapándose los ojos. El mismísimo Don Johnson tiene un rol clave como el hombre con poder en la cárcel mientras que otro ícono del cine clase B como Udo Kier interpreta a un villano con acento alemán como solo él puede hacer exactamente eso.
Pero Brawl in Cell Block 99 es, más que nada, un one man show de Vaughn, cuya imponente presencia (1,90 y más musculoso que de costumbre) y mirada de acero inoxidable le sirve para transmitir miedo a los demás, algo que le será fundamental en el momento en el que tenga que enfrentar rivales en la cárcel por una causa, digamos, noble. Zahler juega sobre motivos conocidos del subgénero en su versión revenge movie pero lo hace sin ironías posmodernas ni gestos cool. De no ser por el cuidado y prolijidad de la fotografía y la puesta, además de la algo lenta progresión de su trama, la película podría tranquilamente ser una gema encontrada de 1977. No para estómagos impresionables, claro, pero un trip al que vale la pena entrar. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)
El nuevo fenómeno del cine de género es S. Craig Zahler. Después de este western de culto que fue Bone Tomahawk (2015) llega este thriller carcelario (¿ya de culto?) sobre el descenso a los infiernos (no es un eufemismo) de un hombre que pierde su trabajo, se dedica al narcotráfico, es encarcelado y, para salvar a su esposa y a su bebé por nacer, debe asesinar a un hombre por encargo. Para eso debe lograr que lo manden a una cárcel de máxima seguridad ¿Cómo? Quebrando cabezas (otra vez, no es un eufemismo). Se trata de un verdadero unipersonal de Vince Vaughn con su cabeza rapada, su mirada impertérrita y su macizo cuerpo que arrasa con todo y con todos. Mucho gore, algo de humor negro, una estilización que no abruma y una potencia narrativa (en la línea de Quentin Tarantino, Park Chan-wook y Nicolas Winding Refn) que hacen de este viaje tan sórdido como sangriento una experiencia fascinante… para quienes no tienen el estómago flojo. (Diego Batlle – OtrosCines.com)
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