Cliff Walkers sigue a un grupo de espías chinos que investigan atroces experimentos en Japón. Ambientada en Manchukuo, un estado títere del Imperio de Japón en China en la década de 1930, la historia sigue a cuatro agentes especiales del Partido Comunista que regresan a China después de recibir entrenamiento en la Unión Soviética. Juntos, se embarcan en una misión secreta pero, tras ser vendidos por un traidor, el equipo se verá rodeado de amenazas por todos lados desde el momento en que se lanza en paracaídas en territorio enemigo. En los terrenos nevados de Manchukuo, el equipo se pondrá a prueba hasta el límite.

  • IMDb Rating: 6,8
  • RottenTomatoes: 80%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Si fuera un color, la nueva película del director chino Zhang Yimou (Raise the Red Lantern, Hero, To Live) sin duda sería el blanco. En primera instancia, un blanco limpio, como el de la nieve que cubre todos los paisajes de ese Manchukuo conflictivo, el estado títere que cruzan los personajes. Pero a medida que avanza el filme, también un blanco que puede ser ruidoso y hostil, al son de esas diez mil partículas en movimiento que cortan el aire a toda velocidad, desordenadas e incomunicantes. Un blanco cambiante y versátil, ese que podemos ver tanto reposando en las calles nocturnas de Harbin, una ciudad tensa y expectante, como bajo las rodillas del prisionero que, atado y aterrado, lo intuye tomando tonalidades más rojizas a su alrededor en cuanto su cuerpo toca el suelo. En cualquiera de esas formas, el blanco se encuentra siempre dentro de plano, y el realizador no nos deja apartar la mirada de él. Incluso cuando se mancha de un rastro de sangre vertida que cala hondo en la nieve, ahora impura.

Así, el enfrentamiento entre una China comunista resistente y un amenazante Japón Imperial post Primera Guerra Mundial está tratado desde una vertiente más bien estética, ese acercamiento que suele caracterizar el cine de Zhang Yimou. Con Cliff Walkers, el director pone imágenes a la historia escrita por Yongxian Quan sobre un grupo de espías del Partido Comunista Chino a los que, tras ser entrenados por la Unión Soviética, se les encomienda una misión vital para su país en el sino del conflicto entre las dos potencias asiáticas. El objetivo de Utrennya (amanecer en ruso, el nombre en clave de la encomienda) es hacer trascender información sobre los experimentos con armas biológicas efectuados en la región de Manchukuo, popularmente conocida como Manchuria. En una región bajo el amenazante control japonés, conseguir discretamente que el testimonio del único superviviente de los terroríficos campos de experimentación pueda llegar a oídos de la comunidad internacional. Para ello, el destacamento protagonista formado por cuatro agentes a los que dan vida Zhang Yi, Qin Hailu, Zhu Yawen y la joven Liu Haocun, se ve forzado a disgregarse justo al inicio de Cliff Walkers para asegurar el éxito de su cometido. Así, las parejas (también sentimentales) son separadas en dos grupos, creando unas tensiones dramáticas que, igual que el entramado de la propia encomienda, se desplegarán de forma paralela — que no simétrica —, durante toda la película.

Se intuye en la trama una marcada intención politizante por parte de Yimou al anclarla a este contexto particular de la Historia de China y dibujar los activos en este conflicto de forma claramente polarizada. Está el bando “bueno” (por si no quedaba claro en Cliff Walkers, existe una dedicatoria final nada titubeante) y sus antagonistas: simpatizantes japoneses. Por suerte, siempre nos quedan los conceptos más ambiguos de traidor o topo que, en boca constante de los personajes y en forma de giros de guion, añaden una ligera capa de complejidad moral. A pesar de ello, la perspectiva política se mantiene en un campo bastante obvio, aunque se podría argumentar que el enfoque que toma el director es más importante para él mismo que lo que acaba resultando para la película en sí. Al final, cuando se deja de lado toda la gravedad política de esa compleja realidad que quiere abordarse (la de principios de la década de los 30 en una zona de tenso enfrentamiento), Cliff Walkers no es ni más ni menos que una película de espías. Pura y llanamente. Y, como tal, es innegable que está ejecutada de forma impecable. Los códigos de género están todos presentes. La forma con la que el cineasta controla los tempi de la trama, mientras construye planos y escenas perfectamente orquestadas solo hace que confirmar lo que probablemente ya sabíamos: Yimou sabe hacer cine. Sus películas, incluso cuando no son obras maestras, tienen esa inconfundible aura de clásico.

Cliff Walkers es la primera incursión que el director hace en el género del espionaje, y aunque no sea una propuesta que esté concebida para levantar grandes pasiones, contiene un valor en sí misma: todo está en su sitio. Es cautivadora en sus imágenes, efectiva en su entramado de intrigas y hasta emotiva cuando se propone serlo. Solamente por formar parte de la filmografía del director chino, es ya una interesante experiencia estética. Sólo nos quedaría desear que esta vertiente visual tan trabajada por parte del cineasta estuviera más equilibrada con su labor narrativa, en ocasiones tan compleja de seguir que acaba quedando en un plano más superficial. A pesar de ello, se trata de una propuesta elegante, sobria, delicada pero también directa. Como apunte último, y en relación a este aspecto, destaca el tratamiento de la violencia que, tanto en las cuidadas coreografías de escenas de acción como en los más abruptos pasajes de brutalidad, Zhang Yimou no intenta esconder ni adornar en ningún momento. Más bien lo contrario, manteniendo una mirada fija y solemne en el cuerpo sangrante, el cuerpo caído. Y, aquí sí, el director encuentra un equilibrio entre la figura del combatiente que se sacrifica y aquel que vive con la esperanza de ver un amanecer más. (Júlia Gaitano Mendizábal – ElAntepenúltimoMohicano.com)