En De Rouille et d’os, Alí tiene que hacerse cargo de su hijo Sam, un niño de cinco años al que apenas conoce. Como no tiene casa, ni dinero, ni amigos, se refugia en Antibes, en casa de su hermana, que los acoge cariñosamente. Tras conseguir trabajo como portero en una discoteca, Alí conoce a Stéphanie, una domadora de orcas en el acuario Marineland

Mejor Guion Adaptado en los Premios César 2012
Mejor Actor y Mejor Guión en Seminci 2012
  • IMDb  Rating: 7,5
  • RottenTomatoes: 82%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

De Rouille et d’os se vende internacionalmente como Rust and Bone y es el título de una colección de relatos escritos por el canadiense Craig Davidson. En un principio, la idea era adaptar esa obra, pero tal como ha revelado Audiard, el proyecto fue evolucionando y finalmente la película narra la historia de dos personajes que no aparecen en los textos de Davidson. Lo que sí queda, al parecer, aparte del título, es el tono del material original, el crudo retrato de un mundo despiadado donde solo los más fuertes (física y mentalmente) sobreviven. Audiard y su colaborador Thomas Bidegain partieron de ahí, y con la idea de crear un melodrama con un aspecto visual “expresionista”, crearon a los dos protagonistas de una película intensa, poderosa, narrada con elegancia y maestría, interpretada de forma inmejorable. No es lo más arriesgado que veremos en el festival ni lo más dramático, pero estoy convencido que habrá pocos títulos con imágenes y escenas tan emocionantes como las que nos deja Audiard en su último y notable film.

La trama de De Rouille et d’os gira en torno a Ali (Matthias Schoenaerts, visto en A Bigger Splash) y Stéphanie (Marion Cotillard), dos perros apaleados por la vida que lucharán por escapar a su destino. Al primero nos lo presentan junto a su hijo de cinco años, buscando restos de comida en los cubos de basura. No tiene hogar ni dinero; su hermana le proporciona refugio y comida caducada que roba del supermercado donde trabaja y ayuda para conseguir un empleo como portero de discoteca. Una noche su destino se cruza con el de Stéphanie, que ha sido golpeada durante una pelea fuera del local. Ali la acompaña a casa y le deja su número de teléfono al ver que la mujer, autosuficiente, de carácter fuerte, tiene problemas con su pareja. Stéphanie trabaja como domadora de orcas en un parque acuático y una mañana sufre un terrible accidente. Cuando Ali responde a su llamada, descubre a una persona muy diferente a la que conoció, derrumbada, desamparada, inútil, una víctima de un desgraciado incidente. Ali responde a la situación con normalidad, como si no hubiera ocurrido nada grave, y anima a Stéphanie a intentar recuperar el control de su vida. El contraste entre ambos personajes, que se extiende al apartado audiovisual de la película (hay escenas violentas que son observadas con deleite mientras suena la música de Alexandre Desplat), hace interesante una relación salpicada de detalles poco convencionales (sexo sin compromiso) para evitar que el público se adelante al desenlace y pierda la conexión con el film.

Con el apoyo de dos actores entregados profundamente a sus personajes (Cotillard se confirma como una de las mejores intérpretes del presente y el talento de Schoenaerts no es una promesa, es una realidad), Audiard nos zambulle con mucho oficio e ideas claras en una descarnada historia de lucha, amor y redención que siempre se siente auténtica, nunca fingida. De Rouille et d’os funciona estupendamente por la puesta en escena de Audiard, siempre enfocada en transmitir las sensaciones y las emociones de los protagonistas, en sumergir al espectador en la historia y el drama de estos dos supervivientes. De nuevo, creo que un montaje más conciso beneficiaría mucho al conjunto, hay tramos donde solo se subraya lo ya expuesto, y no sé si por falta de tiempo pero las peleas en las que participa Ali (brutales combates callejeros donde gana mucho dinero) me parecen mejorables, sobre todo si se compara con el impecable trabajo de efectos visuales que necesitaba el personaje encarnado por Cotillard a partir del accidente (parece real). Tampoco me convence cómo cierran la historia Audiard y Bidegain, si bien no arruina ni mucho menos el disfrute de una apasionada película que deja huella. (Juan Luis Caviaro – Espinof.com)