Doubt transcurre en 1964. En una parroquia del Bronx, un apasionado y carismático sacerdote, el padre Flynn, intenta cambiar las rígidas normas del colegio, que durante años han sido celosamente salvaguardadas por la hermana Aloysius Beauvier, una estricta directora que cree firmemente en el poder de la disciplina. Soplan vientos de cambio político; prueba de ello es que el colegio ha aceptado al primer alumno negro, Donald Miller. Pero cuando la hermana James le cuenta inocentemente a la hermana Aloysius que parece que el padre Flynn presta demasiada atención a Donald, la superiora, sin contar con una sola prueba, comienza una cruzada personal para sacar a la luz la verdad y expulsar a Flynn del colegio por abusar del alumno. Esta batalla amenaza con desgarrar la comunidad de manera irreversible.

Mejor Actriz (SAG-Sindicato de Actores 2008)

Mejor Actriz (Critics’ Choice Awards 2008)

  • IMDB Rating: 7,5
  • Rottentomatoes: 79%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

De «La Clase» parisina con profesor idealista y alumnos conflictivos nos vamos a 1964 para entrar en una escuela del Bronx neoyorquino vinculada a una parroquia católica. Allí rige una estricta y dura disciplina impuesta por su directora, la hermana Aloysius, aunque el padre Flynn prefiere otros métodos menos autoritarios y más acogedores. Con todo, Doubt no trata sobre ningún sistema de enseñanza, ni sobre religión —perfectamente los personajes podrían ser no religiosos— o educación para la ciudadanía, ni tampoco sobre pederastia o racismo, aunque el primer alumno negro que llega al centro se convierta en el detonante de la trama. Lo que más bien interesa a su director es transmitir al espectador un modo de conducirse en la vida sin dogmatismos ni certezas absolutas, de forma que nadie se habilite como juez de los demás ni pretenda erigirse en dueño de la verdad. La historia de acoso y derribo que la hermana Aloysius emprende contra el padre Flynn le sirve para hablar al hombre de hoy de tolerancia y respeto, pero también del derecho al honor y a la buena fama, de bondad y amor a la verdad.

Con una historia sencilla pero muy sutil y bien llevada, John Patrick Shanley  construye con Doubt una película que da que pensar e invita al diálogo, si uno se mete en la cabeza de sus personajes. Con una puesta en escena que evidencia su origen teatral, los diálogos resultan precisos y cada palabra se acerca al “tema” de la acusación con pudor y la suficiente ambigüedad, dejando que el interlocutor —y el espectador— sobreentienda, deduzca y saque sus propias conclusiones. De esta manera se dosifica una información y se van dibujando unos perfiles que llevan a quien está sentado en la butaca a dudar de uno o de otro, a suponer que “algo huele a podrido en Dinamarca”, y a compadecerse de quien sufre la acusación injusta o de quien lucha contra sí mismo. Estamos ante una película de ideas y actitudes, pero también de personajes construidos como arquetipos, dibujados ya desde las primeras escenas: una directora severa y muy segura de sí misma, que lleva el colegio a golpe de disciplina y con rostro severo en el que no se descubre un ápice de sentimiento ni compasión; una joven monja que respira tanta belleza y bondad como inocencia e inmadurez; y un sacerdote lleno de humanidad e inteligencia, pero también de caridad y fortaleza para acoger al marginado o fustigar al orgulloso.

Con ese dibujo, parece que Shanley quiere ofrecer a la juventud —simbolizada en la hermana James— un nuevo tiempo sin fanatismos ni imposiciones, y también de respeto hacia todo lo que engrandece a la persona, desde su conciencia o buenos sentimientos hasta el derecho al buen nombre. En este sentido, la historia de Doubt queda jalonada por los tres brillantes sermones —de asombrosa elocuencia, por ejemplo el del chismorreo y el cuento de la almohada de plumas— del sacerdote en un verdadero eslalon hacia un plano final que invita a la reflexión (aunque un poco desconcertante y forzado) y obliga a cuestionarse el fondo de unos y otros: inseguridad y necesidad de justificar una vida pobre con historias fabricadas en la cabeza, remordimientos para una conciencia que no puede superar sus prejuicios “sin alejarse algo de Dios”, altura moral e intelectual de quien discierne lo esencial para la felicidad, certezas a las que sólo el corazón puede llegar… Todo un rico y complejo ramillete de psicologías que miran de distinta manera la realidad exterior, algo que la cámara intenta en ocasiones captar con dudoso éxito: esos planos inclinados que simulan la visión subjetiva y “torcida” o “enrevesada” de quien juzga según el color de su propio cristal, o esos picados que inducen a pensar en una mirada omnisciente e infalible, no parecen recursos muy expresivos y acertados.

Ideas y personajes que tienen su continuación en unos actores que brillan y aportan el matiz que la historia interior requiere. El cuarteto protagonista de Doubt está nominado a los Oscar, y sin duda todos realizan unos trabajos muy matizados para dar vida interior a unos personajes complejos: Meryl Streep siempre es un seguro, aunque aquí su registro sea monocorde y hubiera sido interesante dibujar en su personaje alguna grieta desde el principio por la que ver algo de su pasado; Philip Seymour Hoffman tiene personalidad y se la cede al buen sacerdote, que recibe la difamación con dolor e indignación pero también con una distancia y un silencio que abren lugar para la duda. Pero las sorpresas llegan con las dos secundarias, pues Amy Adams se mueve con ligereza y frescura al transmitir ingenuidad pura y candidez, y deja hablar y conocer al corazón; y Viola Davis da un recital de expresividad en un breve pero intenso papel.

Doubt es una interesante y matizada película bien construida, sostenida por actores que mantienen duelos interpretativos con los que dan vida a unos seres que viven y pelean en mundos distintos, desde las ideas preconcebidas o desde la misma vida. Al final, igual hay que dudar si es bueno escribir con boli, si conviene o no tomar azúcar en el café, o si detrás de la sospecha y la certeza no se esconde una conciencia prisionera. (Julio Rodríguez Chico – labutaca.net)