Fallen Angels trata sobre Leon Lai, un asesino a sueldo cansado de su trabajo que se plantea dejarlo. Michelle Reis es una prostituta que, además de buscarle los encargos, le hace el trabajo sucio a Leon. Pero ella vive apasionadamente enamorado de él, aunque nunca se hayan conocido en persona. Lai conocerá a una mujer, Karen Mok, con la que comenzará una relación. Ésta, con el tiempo, coincidirá con Reis y les preparará una cita en la que Lai le confesará sus deseos de retirarse. Reis, sintiéndose rechazada, le preparará un ultimo trabajo. Intercalándose con esta historia nos encontramos con un joven mudo, que viviendo con su padre tiene una difícil existencia debida a su deficiencia física. Sus días transcurren entre los dispares trabajos nocturnos y servir de consuelo a una joven engañada por su novio.

  • IMDB Rating: 7,7
  • Rottentomatoes: 95%

Película / Subtítulo

Luego de dirigir “Ashes of Time” y, simultáneamente en los tiempos muertos de “Ashes…”y “Chungking Express”, un año después Wong estrenaba Fallen Angels. Casualmente, el film tenía su génesis en un relato sobrante de “Chungking…” y era pensada originalmente como una suerte de extensión, o continuación. Sin embargo, si bien está llena de conexiones (como todos los films de Wong, que de una u otra manera están interconectados entre sí), Fallen Angels opera un poco como la otra cara del espejo de “Chungking…”: a la simpatía melancólica y acelerada de esta, Fallen Angels le opone un mayor acelere, pero donde lo que predomina es un clima de mayor soledad y aislamiento, donde lo simpático se vuelve patético.

Dos líneas narrativas son las que conforman la película: por un lado, un asesino a sueldo cansado de su trabajo y que decide retirarse, por otro, un peculiar ex convicto que ha quedado mudo por comer piñas expiradas (obsesión de uno de los personajes de “Chungking Express”, interpretado por el mismo actor) de niño y que ahora huye de la policía mientras opta por una curiosa forma de trabajo nocturno – abre tiendas ajenas por la noche y obliga a los eventuales clientes a comprarle -. El asesino tiene además el complemento de su socia, quien opera todo el aspecto logístico y organizativo de la sociedad. Ella (Michelle Reis, sin nombre y de oscura sensualidad), se ha ido secretamente enamorando de este socio al que nunca ve en persona y del cual se va apropiando objetos. He Zhiwu, el exconvicto, no sabe todavía que busca el amor, hasta que lo encuentra y lo pierde sin haberlo tenido jamás. Ambas líneas, como en todo film de Wong, están destinadas a cruzarse, a conocerse.

Film noir con toques bizarros, gran videoclip, película de gangsters versión Wong kar Wai, los rótulos resultan insuficientes y querer encasillar la película en algún lugar no conduce a nada productivo. En Fallen Angels, de todos modos, la realización termina imponiéndose a la historia. Los personajes tienen numerosas escenas y momentos de los que se suelen llamar “memorables”, pero terminan funcionando como sumatoria de partes y no como un todo. La fotografía de Chris Doyle y el montaje de William Chang (quien también está a cargo del diseño de producción y del vestuario) son de tal virtuosismo y potencia que la trama pasa en varios momentos a un débil segundo plano.

Si uno recogiera cada plano de Fallen Angels, probablemente podría cada uno ser una obra en sí mismo. La velocidad de los cuadros por segundo, sin embargo, los convierte en obras efímeras, que se esfuman a gran velocidad para ser reemplazados por el siguiente. La imposibilidad de asir nada, la realidad que atropella a sus participantes, con un nivel de agresividad que “Chungking Express” no tenía, es lo que termina conformándose en el eje de Fallen Angels.

El primer plano del film: blanco y negro, un gran angular tiene en cuadro a la Agente y a Wong Chi Ming, el Asesino. Ella, fuma nerviosa y desconsolada mientras el, a sus espaldas, repite que todo se acabó. Segundo plano, color, gran angular, estamos en un flashback (gran parte del film es un flashback de aquel primer plano, tiempo presente que es retomado sobre el final) de la Agente preparando el lugar del Asesino para su próximo trabajo. Segunda parte de la segunda secuencia, mismo desarrollo de acciones, pero para el Asesino. Posteriormente, aparecerá “insertado” He Zhiwu y tendrá su resumen, pero es en aquel primer plano y en la secuencia de presentación de los personajes donde queda resumida, desde la estética, Fallen Angels. El blanco y negro es el lugar del stop, donde el tiempo se detiene, siempre sólo por segundos, para luego ser abrumado por los colores, los neones, donde un gran angular muestra una visión deformante y de profundidad de campo infinita (no hay un adelante y una atrás, todo queda en foco, hundido o traído hacia delante por la acción deformante de la lente; realidad donde los personajes nunca terminan de hacer pie por más que ese esfuercen).

Los personajes rara vez dialogan. La película está plagada de monólogos interiores que casi nunca se exteriorizan. El asesino termina, narrativamente, corriéndose hacia el fondo, para ser opacado por las figuras de la Agente y de He Zhiwu. La primera es el paradigma del deseo, desde la forma de vestirse, de caminar, de mirar, pero se tiene completamente negado el contacto físico con los demás. Todo es calculado, frío, la única manera de permanecer a salvo. Por eso, en vez de tener sexo con el hombre que quiere, se masturba, vestida, en soledad. En esos instantes, la cámara de Doyle comienza con un plano entero donde puede verse a la Agente tendida en la cama del Asesino – en uno de sus momentos de ausencia, lógicamente -, y luego va bajando hasta que el cuerpo queda oculto tras sus piernas. Esas piernas, vestidas para atraer la mirada hacia ellas, pero no para ser tocadas; estética, no sustancia. Tras suyo, el deseo de un fantasma, sólo parcialmente satisfecho a partir de los fragmentos.

Todos los personajes funcionan por la noche. La noche que se los come, que cría las criaturas bizarras que no duermen. He Zhiwu escucha a Charlie, chica un poco mal de la cabeza de la cual se enamora, pero a la que no puede hablarle. Los personajes monologan, pero no dialogan. Cuando uno habla, el otro calla, retrocediendo para esconderse, y cuando finalmente entran en contacto, pareciera que es para lastimarse. He Zhiwu luego descubrirá que disfruta filmando, lo que pondrá en práctica con su padre. Otra vez, la incomunicación y la desesperación por construir puentes: lo hacen a la distancia, desde las imágenes de video, desde canciones. En medio de tanto vértigo visual y sonoro (la banda sonora de sonidos oscuros jamás se detiene, no importa quien esté cantando qué), Wong kar Wai tendrá el tino de detenerse unos instantes hacia el final. En esos momentos, el vértigo de la superficie dejará lugar una pausa profunda, sencilla, como una nota triste sostenida en medio de un solo (una caricia en cámara lenta, no correspondida, una imagen congelada en el tiempo, un gemido solitario). El sentimiento es un lugar casi privilegiado y al mismo tiempo rehuido para estos ángeles caídos. “Nunca te acercas demasiado a alguien, porque cuando lo haces, se vuelve aburrido”

Visualmente, los personajes están siempre fuera de balance. Sea por la utilización de gran angulares, por la utilización de una cámara al hombro que se mueve de manera frenética, espiando, molestando, obsesionada por mostrar (pornografía visual, en la cual los personajes no tienen donde ocultarse para descubrirse ellos mismos), como por la hiperutilización de la técnica de step-printing. Del ritmo vertiginoso a la cámara más lenta, y luego la imagen detenida del personaje mientras el mundo a su alrededor sigue circulando. El blanco y negro es casi un respiro en medio de las pinceladas expresionistas de color. Es Hong Kong visto a través de los ojos de Wong y Doyle.

Al mismo tiempo, las convenciones de género se ven subvertidas, cuando no tratadas casi con desprecio. Cuando el Asesino lleva a cabo sus encargos, la acción es trabajada como en las clásicas películas del género de gangsters hongkonés, pero no hay disfrute alguno en la escena. Se realiza con precisión y termina, nada más. Así también el personaje de Baby, como la rubia estúpida y chillona, mezcla de teen popstar japonesa y pseudo-Marilyn americana (dos de las influencias culturales importantes de Hong Kong). Rubia, bonita, tonta y dispuesta al sexo con tal de no estar sola. Es un maniquí parlante, las escenas en que ella está presente saturan aun más y la cámara parece enloquecer… sin embargo, el último plano de ella se detiene y la muestra sola ante un pasillo oscuro.

Por momentos, este deambular de personajes bizarros recuerda más a “After Hours”, de Martin Scorsese, que a su antecesora “Chungking Express”. Todos están como en exposición, mirando sólo hacia delante, sin poder mirarse, verse, entre ellos.

Fallen Angels es el punto de inflexión para la dupla Wong / Doyle en cuanto a perfección y virtuosismo estilístico. Es el film manierista de Wong, en el cual sus propios personajes quedan disueltos ante la maravilla audiovisual, no obstante lo cual es como un gran viaje ácido y extremo por la visión del realizador sobre su Hong Kong. (Diego Braude – imaginacionatrapada.com.ar)