It’s Such a Beautiful Day es una película animada de comedia negra que recopila los tres cortometrajes de Don Hertzfeldt que forman la llamada «trilogía de Bill»: Everything Will be OK (2006), I Am So Proud of You (2008) y It’s Such a Beautiful Day (2011).

2° Mejor Película de Animación (Asociación de Críticos de Los Ángeles 2012)

  • IMDB Rating: 8,3
  • Rottentomatoes: 100%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

En It’s Such a Beautiful Day, Don Hertzfeldt dirige el rumbo de la animación hacia un público maduro con el fin de indagar en la mente del ser humano. Si bien es cierto que “Everything Will Be OK”, además de marcar un antes y un después en la filmografía de Don Hertzfeldt, se convirtió en un referente para el cine de animación contemporáneo, no fue hasta la producción de los dos cortometrajes posteriores (“I Am So Proud of You”-2008 e “It’s Such a Beautiful Day”-2011), y su posterior unión, que el cineasta culminó con su proceso creativo. De este modo, la trascendencia de It’s Such a Beautiful Day recae en la unión de tres episodios que configuran un material repleto de potencia visual y reflexión, que no nos permite llevar a cabo un análisis individual de sus partes a causa del equilibrio existente entre ambas.

Como bien se ha mencionado anteriormente, el filme nos narra la vida de Bill, un individuo de edad adulta que se exhibe ante el espectador durante sus momentos más rutinarios hasta que un extraño trastorno mental se apodera de él, perturbando la tranquilidad que había encontrado en la cotidianidad y llevándole a pensar de forma insistente en la muerte. Pero a pesar de que las tres partes de It’s Such a Beautiful Day nos narran los instantes de la vida de Bill no todos lo hacen de la misma forma. El primer episodio, a causa de su propósito de condensar el máximo de información posible, nos plantea al personaje y el motor del filme a la vez que intenta desarrollar todo el arsenal filosófico que hay detrás de él a través de una estética que combina en un fondo negro animaciones con imágenes reales, consiguiendo un efecto poético en cada fotograma al mezclar la realidad pictórica con una ficción esbozada. “I Am So Proud of You”, por su parte, prefiere indagar en el pasado de Bill (su niñez, su familia) por tal de construir de forma más profunda el personaje principal. Además, este episodio termina con una tensión inconclusa que remarca de forma más notable la posibilidad de una última secuela. Por último, It’s Such a Beautiful Day (cortometraje encargado de dar título a la suma de las unidades), recupera el relato donde lo dejó para desarrollar su argumento y culminar con él, cerrando para siempre la historia de Bill.

En cierto sentido, Hertzfeldt proyecta el filme en tres tiempos distintos a la hora de avanzar en la trama, siendo estos presente, pasado y futuro (respectivamente), para construir un filme que trata sus elementos con profundidad al indagar en sus diversas dimensiones temporales. De esta forma, la estructura narrativa del filme está repleta de flashbacks (sobre todo en el segundo episodio) que vuelven periódicamente al presente para retomar la trama principal en la que se sostiene pues, como ya se ha mencionado, Hertzfeldt rebobina en la vida del protagonista por tal de darle una construcción más elaborada que le desvele ante el espectador y le permita empatizar con él.

La trama principal, entonces, es el hilo que el receptor debe seguir para captar la esencia del filme y se construye a través de las escenas que nos muestran su día a día, como manifestación del punto de vista que Bill tiene de su vida (un conjunto de acciones repetitivas y constantes que se suceden) y de aquellas que le llevan a la más absoluta locura a través del trastorno mental –de origen genético– que padece. Pero a pesar de que ambos tipos de escenas conviven en un mismo filme, Hertzfeldt no les da el mismo tratamiento y hace uso de sus técnicas visuales (combinación heterogénea de animación y realidad, y formas abstractas fruto de la homogeneización de ambas) para diferenciarlas y conseguir una estética que intenta darle a la imagen una personalidad determinada en función de su naturaleza. En primer lugar, las secuencias que representan los momentos más rutinarios de la vida de Bill, mantienen una textura en la que predominan el uso del blanco y negro, animaciones en las que se representan acciones cotidianas complementadas con diálogos absurdos (de los que suelen nacer las reflexiones del filme) e imágenes reales que se encargan de contextualizar el espacio. Por otro lado, las escenas que reflejan la locura de Bill, a través de los sueños y las alucinaciones, se tratan con un uso abundante de formas abstractas (tanto en personajes como en acciones), diálogos casi imperceptibles y colores vivos que fomentan la abstracción en cada fotograma.

La convivencia entre ambos paradigmas escénicos, a pesar de desarrollarse con naturalidad y coherencia, da al material una condición ambigua respecto a su género, que combina dos tipologías opuestas al hacer uso de un planteamiento y una puesta en escena de límites indefinidos propios del cine de animación. Por una parte tenemos una dimensión basada en la realidad objetiva, es decir, un espacio de carácter verosímil en el que las circunstancias actúan de forma común con todos los elementos y que Hertzfeldt utiliza para representar los instantes rutinarios de la vida de Bill, contextualizándolos según las particularidades del drama por tal de aumentar la afectividad del filme. En contraposición, las situaciones delirantes e irracionales encargadas de representar la demencia del protagonista, pertenecen a una dimensión subjetiva que se enmarca en la tradición del surrealismo al desviarse de cualquier noción de verosimilitud. Cabe también destacar la presencia de la comedia en el filme, que se presenta de forma irónica y con toques de humor negro que irritan el dramatismo que supura de la trama principal a través de los diálogos que Bill mantiene con los personajes con los que convive durante la narración. Así, en el filme se contrastan géneros diversos que contribuyen a delimitar el temperamento de cada secuencia según su predeterminada relación con el espectador.

Este cóctel estético se convierte, entonces, en un cuerpo al que Hertzfeldt  dota de alma al introducir una cavilación sobre la existencia humana, mucho más elaborada que la que presentaba años atrás con “The Meaning of Life”. Una reflexión en la que el cineasta trata las diferentes emociones que acompañan al hombre a lo largo de su vida (miedo, amor), siempre contrastando cada una de ellas con sus contrarias, por tal de mostrar los extremos en los que oscila la mente humana, que nos asemejan y nos diferencian entre nosotros de forma constante y simultánea. De una forma tajante, Don Hertzfeldt toma como punto de partida la fragilidad, no sólo física, sino también psicológica, que caracteriza al hombre y nos hace conscientes de nuestra insignificancia en el mundo mediante la narración de la historia de un personaje que deviene un exponente universal del ser humano. (Sergi Tesoro – videodromo.es)