En La Nuit a Dévoré le Monde, Sam se da cuenta de que está solo y de que las calles están plagadas de muertos vivientes. Aterrorizado, tendrá que protegerse y organizarse para seguir viviendo, sin saber siquiera si es el único superviviente de tan inesperada plaga.

  • IMDb Rating: 6,0
  • RottenTomatoes: 78%

Película (El archivo viene con subs en español)

 

¿Qué queda por inventar en el universo sobreexplotado de las películas de zombies que se niegan a encajar en el molde creado por George Romero, como World War Z, Train to Busan, 28 Weeks Later o I’m Legend, por citar algunos ejemplos, sin olvidar la exitosa serie The Walking Dead? Y, ¿qué hacer cuando se sabe que no se podrá competir con la factura técnica de los blockbusters? El joven cineasta francés Dominique Rocher responde con astucia a estas preguntas en su primer largometraje, La Nuit a Dévoré le Monde, estrenado en la categoría Voices Rotterdämmerung de la 47ª edición del Festival de Róterdam. ¿Cómo lo consigue? Con una perspectiva minimalista: el aislamiento y la supervivencia psicológica a puerta cerrada de una especie de Robinson Crusoe en un edificio haussmaniano del centro de París, mientras las calles están abarrotadas de zombies.

Sam (el excelente actor noruego Anders Danielsen Lie, conocido por su actuación en Oslo, 31 Agost) va a la casa de su ex a buscar una caja de cintas de audio viejas. En el apartamento se está celebrando una fiesta a la que Sam se siente ajeno, por lo que se queda dormido en una habitación. Cuando despierta, el lugar está desierto pero hay sangre en las alfombras, en las paredes y en el suelo. Desde la ventana del techo, al que accede mediante una escalera robada, el joven observa que las calles están repletas de zombies, caos y muerte. Sam recupera el fusil que los vecinos de abajo usaron para suicidarse y decide bloquear las puertas del edificio, al mismo tiempo que roba de la portería las llaves de todas las viviendas. A continuación, hace un registro metódico de todo el edificio, casa por casa, para reunir material (provisiones, cuchillos, etc.) y señalizar los apartamentos a evitar. Este rastreo le permite encerrar a un zombie (Denis Lavant) en el ascensor. Con el paso de los días y los meses, la situación se deteriora progresivamente y Sam se ve obligado a buscar formas de atenuar su soledad (footing, creación musical, paintball desde la ventana), de resolver con ingenio las penurias cotidianas (el agua, la comida) y de enfrentarse a una angustia permanente que mina poco a poco su capacidad mental. ¿Puede vivir así, solo para siempre? Y, además, ¿está completamente solo?

La Nuit a Dévoré le Monde, adaptación del director (junto a Guillaume Lemans y Jérémie Guez) de una novela de Pit Agarmen, es un experimento que combina lo íntimo y lo sobrenatural. La película hace un retrato filosófico de la soledad moderna en las grandes ciudades, bajo un envoltorio original. La tensión dramática pende de un hilo, se apoya en los recursos clásicos del género (los efectos de sonido, entre otros) pero sin sobreexplotarlos (los zombies aparecen siempre de día, en plano general), ya que no busca dar miedo, sino reflejar la evolución interna del personaje principal. Una idea interesante que, a pesar de ser tratada de manera inteligente, también presenta sus propios límites en el ejercicio de estilo, un talón de Aquiles emocional que no parece afectar a una película que suscita curiosidad ni a un director cuya evolución seguiremos en el futuro. (Fabien Lemercier – CineEuropa.org)