Le Pupille sigue a unas jóvenes rebeldes de un internado católico antes de las Navidades, en un período de guerra y escasez.

  • IMDb Rating: 7,0
  • RottenTomatoes: 80%

Película /Subtítulos (Calidad 1080p)

 

En uno de los mejores programas de este año, Le Pupille (que tuvo su estreno mundial en el Festival de Cannes) se dio junto con tres notables cortos: El Sembrador de Estrellas, de Lois Patiño (lanzado en la Berlinale); Camarera de Piso, de Lucrecia Martel (que tuvo su premiere mundial en Venecia); y Un Sueño como de Colores, de Valeria Sarmiento (corto de 1972 recientemente recuperado que se exhibió por primera vez en el FICValdivia). Los vi en una sala en la que no quedaba ni un asiento libre, con 95% de estudiantes de cine que llegaron en grupos, y solo pensaba en lo estimulante que debe ser para ellos y ellas ver cuatro trabajos de la diversidad, audacia y excelencia que regalan cada uno de ellos.

Como de los otros tres ya había escrito en coberturas pasadas, me concentraré en Le Pupille, mediometraje de quien considero una de las grandes cineastas contemporáneas. Hay muchas realizadoras talentosas y sensibles, dueñas de un mundo propio, pero pocas con la que empatizo tanto como Alice Rohrwacher. Su amor por la tradición del cine italiano y al mismo tiempo la modernidad de su filmografía, sus búsquedas líricas y fantásticas sin regodeos, su desenfado a la hora de abordar géneros y su mirada social sin subrayados ni épicas la convierten en una autora excepcional.

A partir de una propuesta del mexicano Alfonso Cuarón, Rohrwacher rodó en súper 16mm (con la brillante DF francesa Hélène Louvart) y en plenas restricciones de la pandemia un cuento navideño que es de una belleza, un encanto, una gracia y un humanismo infrecuentes en el cine actual.

La trama de Le Pupille sigue las desventuras de un grupo de niñas que en plena Segunda Guerra Mundial vive en un orfanato católico supervisado a pura rigidez por la Madre Superiora (Alba Rohrwacher, hermana y actriz fetiche de la directora). Pero, más allá de ese aporte y otro muy divertido de Valeria Bruni Tedeschi, las verdaderas estrellas del film son las muy rebeldes y encantadoras chicas, las pupilas del títulos que aprovechan cada resquicio para cantar, bailar o cometer alguna travesura (bastante inocente, por cierto) que luego será reprendida.

Esta comedia negra -que se burla con mucho humor de la hipocresía de la Iglesia- surgió a partir de una carta de Elsa Morante centrada en una torta y Rohrwacher la convierte en una fábula navideña y un crowd-pleaser que bebe de la mejor tradición del cine clásico hollywoodense (no es un absurdo, entonces, que sea un Disney Original), pero también de la picaresca italiana. Puro espíritu lúdico para una película que durante la proyección se siguió con permanentes carcajadas y terminó con una ovación del público. Sí, Alice lo hizo de nuevo. (Diego Batlle – OtrosCines.com)